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                                                                                                                                El porqué del éxito de “Rigo” en el Tour de Francia

                                                                                                                                El ciclista del Cannondale se preparó para la competencia por etapas más importante del mundo desde 2016. Antioquia, su patio de entrenamiento.

                                                                                                                                Camilo Amaya

                                                                                                                                Rigoberto Urán, el mejor colombiano en el Tour de Francia 2017. / EFE
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!
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                                                                                                                                —Fresco, mijo, acá llevo todo.

                                                                                                                                Iban hacia La Ceja, pasaban por Abejorral y luego se dirigían a La Unión, donde queda la subida que más le gusta a Urán, un trayecto empinado de siete kilómetros y con una vasta sombra que proporciona la copa de los árboles. El ascenso lo hacía con el plato 53 y el piñón 11; es decir, con la bicicleta tan dura que los músculos iban tensionados como un tambor. Curiosamente, esa fue la misma relación que utilizó en la novena etapa del Tour luego de que el tensor se le dañó y no pudo suavizar el pedaleo en el embalaje. Aun así, ganó.

                                                                                                                                En seguida tomaban rumbo al parque Arví, por la vereda Piedras Blancas, lo más similar al pavé que hay por la región, en un sector en el que la carretera empedrada se empina tanto que, por simple inercia, es imposible levantar la cabeza y hay que conformarse con clavar la mirada en el suelo. “Este man quería hacer todos los picos de Oriente en un día. Unas ganas de subir y subir increíbles”, dice Wicho. Y el trabajo sirvió: ni el británico Chris Froome ni el italiano Fabio Aru lo han podido dejar regado con la facilidad de antes.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Eso fue el puente del 6 de enero. Ese mismo día siguieron hasta la vereda Pabón, a media hora de camino, y donde la abuela de Rigo esperaba con el fiambre para el almuerzo, una especie de bandeja paisa con arroz, puré de papa, chicharrón y carne molida, todo envuelto en una hoja de plátano. “Le encanta ir allá porque la finca queda sobre un morrito y se puede ver todo el paisaje”. Se quedaron cuatro días y aprovecharon para ir al colegio J. Iván Cadavid. Urán se indignó con el deterioro de una institución que en su época de estudiante tenía una piscina, un lago, una cancha de fútbol y hasta un hipódromo pequeño para las carreras de caballos.

                                                                                                                                Todas las mañanas pedalearon hasta la vereda El Chuscal, donde abundan los cultivos de granadilla y hay cafetales a ambos lados de una carretera angosta construida a puro brazo de esclavo. “Cómo huele de bueno por acá”, dijo Rigoberto al recordar tiempos pasados y trasladarse a los días en los que recorrer esos caminos con sus amigos era toda una aventura.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Con la maleta llena de arepas de chócolo, de quesitos, de café y chocolate, regresaron a Medellín. Rigo viajó a Europa el 10 de febrero con la tranquilidad del trabajo bien hecho. “Se nota que todo lo que hicimos surtió efecto. No en vano el parcero está haciendo un gran Tour de Francia”.

                                                                                                                                Rigoberto Urán, el mejor colombiano en el Tour de Francia 2017. / EFE
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!
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                                                                                                                                —Fresco, mijo, acá llevo todo.

                                                                                                                                Iban hacia La Ceja, pasaban por Abejorral y luego se dirigían a La Unión, donde queda la subida que más le gusta a Urán, un trayecto empinado de siete kilómetros y con una vasta sombra que proporciona la copa de los árboles. El ascenso lo hacía con el plato 53 y el piñón 11; es decir, con la bicicleta tan dura que los músculos iban tensionados como un tambor. Curiosamente, esa fue la misma relación que utilizó en la novena etapa del Tour luego de que el tensor se le dañó y no pudo suavizar el pedaleo en el embalaje. Aun así, ganó.

                                                                                                                                En seguida tomaban rumbo al parque Arví, por la vereda Piedras Blancas, lo más similar al pavé que hay por la región, en un sector en el que la carretera empedrada se empina tanto que, por simple inercia, es imposible levantar la cabeza y hay que conformarse con clavar la mirada en el suelo. “Este man quería hacer todos los picos de Oriente en un día. Unas ganas de subir y subir increíbles”, dice Wicho. Y el trabajo sirvió: ni el británico Chris Froome ni el italiano Fabio Aru lo han podido dejar regado con la facilidad de antes.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Eso fue el puente del 6 de enero. Ese mismo día siguieron hasta la vereda Pabón, a media hora de camino, y donde la abuela de Rigo esperaba con el fiambre para el almuerzo, una especie de bandeja paisa con arroz, puré de papa, chicharrón y carne molida, todo envuelto en una hoja de plátano. “Le encanta ir allá porque la finca queda sobre un morrito y se puede ver todo el paisaje”. Se quedaron cuatro días y aprovecharon para ir al colegio J. Iván Cadavid. Urán se indignó con el deterioro de una institución que en su época de estudiante tenía una piscina, un lago, una cancha de fútbol y hasta un hipódromo pequeño para las carreras de caballos.

                                                                                                                                Todas las mañanas pedalearon hasta la vereda El Chuscal, donde abundan los cultivos de granadilla y hay cafetales a ambos lados de una carretera angosta construida a puro brazo de esclavo. “Cómo huele de bueno por acá”, dijo Rigoberto al recordar tiempos pasados y trasladarse a los días en los que recorrer esos caminos con sus amigos era toda una aventura.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Con la maleta llena de arepas de chócolo, de quesitos, de café y chocolate, regresaron a Medellín. Rigo viajó a Europa el 10 de febrero con la tranquilidad del trabajo bien hecho. “Se nota que todo lo que hicimos surtió efecto. No en vano el parcero está haciendo un gran Tour de Francia”.

                                                                                                                                Por Camilo Amaya

                                                                                                                                Ver todas las noticias
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