Entrevista con Filippo Ganna: “Egan es como mi hermano menor”
El campeón mundial de la contrarreloj ha sido una ficha clave para el Ineos, incluso en la montaña, un terreno que no le favorece y en el que lo ha dado todo por el colombiano.
Filippo Ganna hace recordar a los soldados del ejército sardo, al menos por su estatura y la posición rígida, manos grandes, piernas largas y la mirada al frente. Sin embargo, lo yerto que puede lucir se disipa cuando cruza las miradas con alguien y cuando sonríe con los ojos –sí, en esta época de pandemia se puede sonreír con los ojos–.
Entonces el italiano, que es aclamado en todas las poblaciones por las que pasa el Giro, así ya no vista de rosa, deja entrever que es tímido con las lentes, y que no tiene una voz de mando, todo lo contrario, habla de una forma bastante amena, tranquila, sosegada, comportamiento muy diferente al corpulento que vemos sobre una bicicleta protegiendo a sus compañeros del Ineos, matándose en el llano para recibir todo el viento, acelerando cuando Egan Bernal se lo pide, bien sea en el plano o en la montaña. Porque él también sabe subir, más allá de su altura (194 centímetros) y su peso (84 kilogramos).
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Ganna es pura resistencia, incondicionalidad, trabajo y esfuerzo. Y mueve las manos cuando habla, como si quisiera convencer con los gestos, y de cuando en cuando tiene silencios sepulcrales, pero solo son pausas antes de volver a mostrar una mueca que hace sentir cómplice a quien lo escucha, que relaja un ambiente de afanes, de firmar planilla, de tomarse la foto, de correr para la salida.
El más querido de los ciclistas italianos –en realidad a todos les tienen un gran cariño–, que fue líder hasta la cuarta etapa, es hijo de un remero olímpico. De ahí el ADN laborioso, de saber convivir con el cansancio al punto de dejarlo a un lado y seguir pedaleando. Y para eso hay que tener fuerza y no necesariamente en las piernas, pues como él mismo repite, le duelen como a cualquier otro, incluso más.
Su determinación es tal que en la primera etapa, en Turín, asombró cuando no dejó de pedalear en cada curva del circuito, ni siquiera se fijó si las curvas eran cerradas, si había peligro de caerse. Solo estaba pensando en ir más rápido. Ya después confesaría que el comunicador le falló y que no supo de las indicaciones que le iba dando Matteo Tosatto, su director deportivo.
De ese calibre es la audacia de un pedalista que cuando se lo propone puede promediar casi 60 kilómetros por hora, un disparate.
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Lo vemos muy cercano con Egan Bernal. ¿Qué tal es su relación más allá de la carrera?
Increíble. Nos reímos mucho. Es una persona sencilla y trabajadora y por eso lo admiro. Compartimos y procuramos hablar de otros temas, tratar de salir de la rutina, que es bastante estresante en un carrera de tres semanas. Los espacios y la unidad son tan necesarios como cualquier otro elemento.
Bernal le ha pedido que vaya a fondo en muchas etapas. ¿Cómo se siente físicamente para lo que resta del Giro?
Pues muy bien. La preparación previa fue buena y siento que todavía tengo gasolina para lo que queda. Esperemos que lleguemos a Milán con la camiseta rosa y ese día podamos festejar doble: Egan con el título y yo con la victoria en la contrarreloj individual.
Italia lo respalda y lo quiere. Y lo trata como un ídolo. ¿Qué siente al ver a toda esa gente detrás de usted, alentando, pidiendo una foto?
Una gran presión. Ellos esperan verme ganar etapas, estar adelante, pero creo que también entienden las dinámicas de este deporte y saben que todos estamos trabajando para que Egan sea el campeón. La victoria de él será un triunfo para todos.
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Dijo Mario Cipollini que usted se estaba desgastando, que era un error pensando en Milán y la crono final. ¿Qué opina de eso?
Bueno, estoy haciendo lo que mi jefe de filas me pide que haga. Y eso es lo más importante ahora cuando estamos peleando el Giro. El resto es secundario. Primero vamos por el título de la carrera y las victorias individuales serán un valor agregado.
¿Qué es lo más valioso que le ha dado la pista para correr en ruta?
Habilidad sobre la bicicleta. Soy bastante alto y necesito defenderme bien, tener confianza. Y eso se logra en el velódromo. No me da miedo ir a tope en la bajada. Incluso siento que puedo armar abanicos con una facilidad tremenda.
Como los de la sexta etapa…
Sí. La orden la dio Egan y de inmediato todos a trabajar. Hay que tratar de soltar a los rivales, o al menos hacer que quemen energías.
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Y en el sterrato…
Bueno, es como quien abre primero una puerta. No puede temblar, mucho menos dudar. Y mi temperamento no me lo permite.
Vimos que, entre broma y broma, Egan le propuso una cerveza si usted entraba de primero en los sectores de tierra…
Molestamos de esa forma. Es otra manera de quitarnos la presión, de pensar en que lo más importante es divertirnos. Y que podemos hacerlo al tiempo que trabajamos. Creo que me debe un par, ¿no?
¿De qué habla con Egan cuando no está en el frenesí de la carrera?
De la vida, nos reímos, molestamos entre nosotros. Es que Egan es como mi hermano pequeño. Por eso lo protejo tanto en la carretera. Y espero hacerlo hasta el final.
¿Ve a un Egan diferente en este 2021?
Más concentrado, más seguro de sus capacidades y con ganas de mostrar que es uno de los mejores del mundo. No fue un 2020 fácil para él y puede que este 2021 se lo esté tomando como una revancha.
¿Qué cualidad destaca de Egan como líder del Ineos?
Que está pendiente de todo y de todos. Sabe cuando un rival está pasando problemas, en qué parte del recorrido hay que apretar más, o soltar. Bueno, en este Giro sólo hemos apretado. Es un capitán que procura mover sus fichas para sacar el mejor provecho de cada una.
Y usted es la principal…
No diría eso, pero sí el que lo defiende en los terrenos en los que él no se puede defender del todo solo. Aunque tengo que reconocer que en el llano y cuando hay fuertes vientos se comporta muy bien. Es delgadito, pero sabe rodar con mucha efectividad y gasta lo que tiene que gastar.
Iba para Cali, pero aplazaron la parada de la Copa Mundo de Pista…
Es una lástima. Era mi siguiente parada luego del Giro. Tenía muchas ganas de ir y competir en Colombia, pero será en otra oportunidad. Egan me ha hablado mucho de su país.
Además de Egan, ¿qué otro ciclista le ha llamado la atención?
Remco Evenepoel. No ha tenido días buenos, pero no se puede dejar de lado su capacidad. Hace unos días, en un premio de montaña en el que el grupo iba tranquilo, él subía con un plato 53. Es una cosa de locos.
¿Por qué dice que el ciclismo ha sido una escuela para usted?
Porque me volvió organizado, metódico, a saber que puedo dar más de lo que creo. Ha puesto un norte que espero mantener durante muchos años.
¿Se ha dado cuenta de que es una persona de respuestas cortas?
Es la timidez, no crea que no me gusta hablar, solo que me toma agarrar confianza. Ya después ni se imagina.
¿Por qué Elia Viviani dice que antes usted era como un gato de porcelana?
Porque era rígido y poco natural sobre la bicicleta. Me costaba tomarles el ritmo a los demás, pero he mejorado bastante.
¿Cómo le fue con el COVID-19?
No engordé, que es algo a favor cuando tienes que estar tanto tiempo quieto. Fue una especie de gripa, pero muy dura. Me dolían los huesos a toda hora. Perdí el sentido del gusto.
Por: Camilo Amaya, enviado especial a Grado
Filippo Ganna hace recordar a los soldados del ejército sardo, al menos por su estatura y la posición rígida, manos grandes, piernas largas y la mirada al frente. Sin embargo, lo yerto que puede lucir se disipa cuando cruza las miradas con alguien y cuando sonríe con los ojos –sí, en esta época de pandemia se puede sonreír con los ojos–.
Entonces el italiano, que es aclamado en todas las poblaciones por las que pasa el Giro, así ya no vista de rosa, deja entrever que es tímido con las lentes, y que no tiene una voz de mando, todo lo contrario, habla de una forma bastante amena, tranquila, sosegada, comportamiento muy diferente al corpulento que vemos sobre una bicicleta protegiendo a sus compañeros del Ineos, matándose en el llano para recibir todo el viento, acelerando cuando Egan Bernal se lo pide, bien sea en el plano o en la montaña. Porque él también sabe subir, más allá de su altura (194 centímetros) y su peso (84 kilogramos).
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Ganna es pura resistencia, incondicionalidad, trabajo y esfuerzo. Y mueve las manos cuando habla, como si quisiera convencer con los gestos, y de cuando en cuando tiene silencios sepulcrales, pero solo son pausas antes de volver a mostrar una mueca que hace sentir cómplice a quien lo escucha, que relaja un ambiente de afanes, de firmar planilla, de tomarse la foto, de correr para la salida.
El más querido de los ciclistas italianos –en realidad a todos les tienen un gran cariño–, que fue líder hasta la cuarta etapa, es hijo de un remero olímpico. De ahí el ADN laborioso, de saber convivir con el cansancio al punto de dejarlo a un lado y seguir pedaleando. Y para eso hay que tener fuerza y no necesariamente en las piernas, pues como él mismo repite, le duelen como a cualquier otro, incluso más.
Su determinación es tal que en la primera etapa, en Turín, asombró cuando no dejó de pedalear en cada curva del circuito, ni siquiera se fijó si las curvas eran cerradas, si había peligro de caerse. Solo estaba pensando en ir más rápido. Ya después confesaría que el comunicador le falló y que no supo de las indicaciones que le iba dando Matteo Tosatto, su director deportivo.
De ese calibre es la audacia de un pedalista que cuando se lo propone puede promediar casi 60 kilómetros por hora, un disparate.
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Lo vemos muy cercano con Egan Bernal. ¿Qué tal es su relación más allá de la carrera?
Increíble. Nos reímos mucho. Es una persona sencilla y trabajadora y por eso lo admiro. Compartimos y procuramos hablar de otros temas, tratar de salir de la rutina, que es bastante estresante en un carrera de tres semanas. Los espacios y la unidad son tan necesarios como cualquier otro elemento.
Bernal le ha pedido que vaya a fondo en muchas etapas. ¿Cómo se siente físicamente para lo que resta del Giro?
Pues muy bien. La preparación previa fue buena y siento que todavía tengo gasolina para lo que queda. Esperemos que lleguemos a Milán con la camiseta rosa y ese día podamos festejar doble: Egan con el título y yo con la victoria en la contrarreloj individual.
Italia lo respalda y lo quiere. Y lo trata como un ídolo. ¿Qué siente al ver a toda esa gente detrás de usted, alentando, pidiendo una foto?
Una gran presión. Ellos esperan verme ganar etapas, estar adelante, pero creo que también entienden las dinámicas de este deporte y saben que todos estamos trabajando para que Egan sea el campeón. La victoria de él será un triunfo para todos.
Lea también: Video: Jarlinson Pantano analiza el Giro de Italia 2021
Dijo Mario Cipollini que usted se estaba desgastando, que era un error pensando en Milán y la crono final. ¿Qué opina de eso?
Bueno, estoy haciendo lo que mi jefe de filas me pide que haga. Y eso es lo más importante ahora cuando estamos peleando el Giro. El resto es secundario. Primero vamos por el título de la carrera y las victorias individuales serán un valor agregado.
¿Qué es lo más valioso que le ha dado la pista para correr en ruta?
Habilidad sobre la bicicleta. Soy bastante alto y necesito defenderme bien, tener confianza. Y eso se logra en el velódromo. No me da miedo ir a tope en la bajada. Incluso siento que puedo armar abanicos con una facilidad tremenda.
Como los de la sexta etapa…
Sí. La orden la dio Egan y de inmediato todos a trabajar. Hay que tratar de soltar a los rivales, o al menos hacer que quemen energías.
Lea también: Los cinco colombianos que se han vestido de rosado en el Giro de Italia
Y en el sterrato…
Bueno, es como quien abre primero una puerta. No puede temblar, mucho menos dudar. Y mi temperamento no me lo permite.
Vimos que, entre broma y broma, Egan le propuso una cerveza si usted entraba de primero en los sectores de tierra…
Molestamos de esa forma. Es otra manera de quitarnos la presión, de pensar en que lo más importante es divertirnos. Y que podemos hacerlo al tiempo que trabajamos. Creo que me debe un par, ¿no?
¿De qué habla con Egan cuando no está en el frenesí de la carrera?
De la vida, nos reímos, molestamos entre nosotros. Es que Egan es como mi hermano pequeño. Por eso lo protejo tanto en la carretera. Y espero hacerlo hasta el final.
¿Ve a un Egan diferente en este 2021?
Más concentrado, más seguro de sus capacidades y con ganas de mostrar que es uno de los mejores del mundo. No fue un 2020 fácil para él y puede que este 2021 se lo esté tomando como una revancha.
¿Qué cualidad destaca de Egan como líder del Ineos?
Que está pendiente de todo y de todos. Sabe cuando un rival está pasando problemas, en qué parte del recorrido hay que apretar más, o soltar. Bueno, en este Giro sólo hemos apretado. Es un capitán que procura mover sus fichas para sacar el mejor provecho de cada una.
Y usted es la principal…
No diría eso, pero sí el que lo defiende en los terrenos en los que él no se puede defender del todo solo. Aunque tengo que reconocer que en el llano y cuando hay fuertes vientos se comporta muy bien. Es delgadito, pero sabe rodar con mucha efectividad y gasta lo que tiene que gastar.
Iba para Cali, pero aplazaron la parada de la Copa Mundo de Pista…
Es una lástima. Era mi siguiente parada luego del Giro. Tenía muchas ganas de ir y competir en Colombia, pero será en otra oportunidad. Egan me ha hablado mucho de su país.
Además de Egan, ¿qué otro ciclista le ha llamado la atención?
Remco Evenepoel. No ha tenido días buenos, pero no se puede dejar de lado su capacidad. Hace unos días, en un premio de montaña en el que el grupo iba tranquilo, él subía con un plato 53. Es una cosa de locos.
¿Por qué dice que el ciclismo ha sido una escuela para usted?
Porque me volvió organizado, metódico, a saber que puedo dar más de lo que creo. Ha puesto un norte que espero mantener durante muchos años.
¿Se ha dado cuenta de que es una persona de respuestas cortas?
Es la timidez, no crea que no me gusta hablar, solo que me toma agarrar confianza. Ya después ni se imagina.
¿Por qué Elia Viviani dice que antes usted era como un gato de porcelana?
Porque era rígido y poco natural sobre la bicicleta. Me costaba tomarles el ritmo a los demás, pero he mejorado bastante.
¿Cómo le fue con el COVID-19?
No engordé, que es algo a favor cuando tienes que estar tanto tiempo quieto. Fue una especie de gripa, pero muy dura. Me dolían los huesos a toda hora. Perdí el sentido del gusto.
Por: Camilo Amaya, enviado especial a Grado