Esteban Chaves: “Llegué a odiar el ciclismo”
Después de superar un virus que lo alejó 255 días de la competencia, este viernes el bogotano fue el ganador de la etapa 19 del Giro de Italia 2019. Está de vuelta.
Andrés Montes Alba - @amontes023
Lo más difícil de un período en el que hay cosas que no están bien es la incertidumbre, no saber qué pasa ni por qué. La fatiga de ignorar a qué se enfrenta. El cuerpo y la mente de cualquier ser humano siempre tienen momentos oscuros, en los que las ganas y la voluntad de hacer las cosas que uno ama no existen. A veces es algo psicológico; otras tantas, cuestión física.
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Lo más difícil de un período en el que hay cosas que no están bien es la incertidumbre, no saber qué pasa ni por qué. La fatiga de ignorar a qué se enfrenta. El cuerpo y la mente de cualquier ser humano siempre tienen momentos oscuros, en los que las ganas y la voluntad de hacer las cosas que uno ama no existen. A veces es algo psicológico; otras tantas, cuestión física.
Esteban Chaves duró varios meses conviviendo con un virus que se confundió con cansancio y que le estalló en el cuerpo en la pasada edición del Giro de Italia. Este viernes, un año después de ese oscuro episodio de su vida, demostró que está de vuelta. Fue el ganador de la etapa 19 de la edición 102 de la Corsa Rosa.
Epstein-Barr es el nombre de lo que atacó su organismo. Un virus que es la principal causa de su infección: la mononucleosis. Los síntomas comunes son fatiga extrema, inflamación de los ganglios y fiebre alta, entre otras.
Así se sintió Chaves, de 29 años, en la ronda italiana. La consecuencia fue una descolgada absurda en la clasificación general de la carrera, en la que había ganado la tercera etapa. En la décima jornada su cuerpo no respondió y por eso llegó en la posición 135, a más de 25 minutos del ganador. El sueño de ganar el Giro terminaba para él, pero su calvario apenas comenzaba.
La competencia se volvió un martirio. Como pudo y con más fuerza de voluntad que otra cosa, Chaves finalizó la carrera. Terminó con diez kilogramos de más, por retención de líquidos. “Antes de ese Giro, él sabía que no estaba bien, porque se sometió a diferentes dietas. Dejó de comer carne y azúcar y todo eso tuvo un efecto negativo en su cuerpo, que solo agravó el virus”, recuerda Jairo, su padre.
Después de la ronda italiana fue a Pamplona (España), en donde se sometió, durante mes y medio, a diferentes análisis que le diagnosticaron el virus. “Describir cómo fue vivir con él es difícil, pero era como un cansancio infinito”, cuenta Chaves desde Francia, país en el que compite, desde el pasado domingo, con el equipo Mitchelton-Scott en la edición 77 de la París-Niza, competencia en la que hoy amanece en la casilla 74 a 8:04 del líder, Dylan Groenewegen.
Durante varios meses Esteban tuvo que someterse a exámenes continuos, a un control de su alimentación y llegó al punto en que dormía 16 horas diarias.
Como todo deportista de élite, siempre tiene la presión de dar resultados. Esa angustia despertó en él un sentimiento negativo que nunca había rondado por su cabeza. “En un punto llegué a odiar el ciclismo y la profesión, y me ha sorprendido mucho cómo disfruto y gozo montando ahora. Me pregunto por qué fui capaz de pensar algo así”.
A pesar de esos pensamientos, Esteban se enfocaba en recuperarse. “Luego de identificar el problema, todo fue un poco más llevadero, pero nunca fue fácil”, apunta Chaves, quien volvió oficialmente a competir 255 días en la Vuelta a la Comunidad Valenciana, en febrero pasado.
Hoy los días son más amables. La posición no importa, lo que vale es la confianza, pero por más que los exámenes digan que el virus está controlado, no hay nada que evite que Esteban tenga miedo.
“Estoy bien, aunque hay momentos difíciles, porque la sensación del virus se confunde mucho con la fatiga normal, por eso cuando estoy muy cansado de correr pienso si volvió otra vez”. Chaves se sometió la semana pasada a exámenes que indican que el virus está controlado, a pesar de que siga en él.
Aunque la París-Niza sea el presente, el futuro en el ciclismo es algo que se define semana a semana. La idea de Esteban es ver cómo su cuerpo se comporta estos días. “El lunes, cuando hubo esos abanicos que hicieron complicada la etapa, él iba en el lote de punta y lo frenaron para que pudiera ayudar a Simon Yates y me dijo que todos iban sufriendo, pero él sentía que podía estar ahí”, cuenta su papá, quien cree que este es un feliz regreso para su hijo.
Por eso después del próximo domingo, cuando termine la París-Niza, Esteban sabe que la temporada la irá planeando a medida cómo vaya respondiendo su cuerpo.
El Giro era la meta. Volver al lugar donde todo comenzó a desmoronarse. Este 31 de mayo sus piernas pedalearon más duro y le ganaron a lo más difícil de la vida: el luchar contra uno mismo. Esta victoria de etapa fue la cuarta en su carrera en el Giro. Un grito de rabia contenida cuando cruzó la línea de meta. Hoy Esteban volvió a sentir la misma emoción y felicidad sobre la bicicleta, tal cual como la primera vez. Ha vuelto a sonrerír.