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Fernando Gaviria prácticamente no tuvo opción de decidir qué iba a hacer en su vida. Nació en La Ceja, Antioquia, en una familia en la que sólo importaba el deporte.
José Hernando, su papá, fue ciclista de ruta y participó en el Clásico RCN y la Clásica de Antioquia y fue quien les inculcó a sus dos hijos la importancia de hacer ejercicio. De ahí que Juliana y Fernando comenzaran a practicar patinaje. No obstante, las bielas llamaron la atención de los hermanos y ambos se dedicaron a entrenar, como si supieran que de eso vivirían el resto de sus vidas. Juliana fue la primera en destacarse: tres años mayor que Fernando, se consagró en copas mundo e hizo que los apellidos Gaviria Rendón fueran relacionados con el ciclismo.
A pesar de que la pista fue la modalidad escogida por ambos, el gran sueño de Fernando es ganarse el Tour de Francia, por lo que la ruta también le llamaba la atención. Cuando apenas tenía tres años, Fernando logró montarse en una bicicleta sin llantas auxiliares y desde entonces no volvió a bajarse. Y bien le ha ido: corre en uno de los mejores equipo europeos en la ruta (Etixx Quick Step) y en la pista –en donde todo comenzó e incluso se llegó a proclamar campeón mundial juvenil– también demuestra que es un misil. Incluso, en Europa dicen que puede llegar a ser uno de los mejores embaladores del mundo. Y eso que sólo tiene 21 años.
El fin de semana, Londres volvió a deleitarse con un triunfo de Fernando Gaviria, a quien poco le importan los contextos a la hora de imponer su inmensa calidad para ganar. Ya había conquistado Lee Valley Velopark en una Copa Mundo y ahora lo hizo en un cierre vibrante en el campeonato del mundo. Su duelo particular con el italiano Elia Viviani fue el sello de una competencia pareja y con suspenso hasta el último embalaje de la carrera por puntos, en el que finalmente se consumó el segundo título mundial consecutivo de la estrella colombiana. “Fue una carrera demasiado dura y muy difícil. Nos aventajaba el italiano con 14 puntos y luego llegaron dos corredores más a entrar al juego y ponían en peligro las medallas”, dijo el ahora bicampeón mundial de la especialidad.
“Fue un título diferente: lo iniciamos mal, en la mitad íbamos bien y al final, en la vuelta lanzada, la hicimos mal porque no estamos entrenados para eso”, agregó el ciclista de 21 años, invicto en el ómnium durante todo el ciclo olímpico.
“Desde muy pequeño he querido ser el mejor y trabajar por ser más grande, y eso gracias a mis entrenadores lo estamos logrando”, aseguró El Misil, que subió al podio junto al alemán Roger Kluge y el australiano Glen O’Shea. Con su título, el colombiano se confirmó como uno de los candidatos a suceder al danés Norman Hanse, actual campeón olímpico. Claro que es consciente de que “tengo que entrenar en la pista, porque me pusieron a sufrir mucho y a doler las ‘paticas’. Hay que prepararnos y creo que para los Olímpicos debemos corregir muchos errores para hacerlo mucho mejor”.