Jorge Ovidio González: “Egan me dio el título que quería para irme”
El dirigente antioqueño, expresidente de Fedeciclismo, renunció a un cargó con el que soñó toda su vida. Desde la comodidad del retiro hizo una evaluación de su trayectoria.
Andrés Montes Alba
Jorge Ovidio González Longas le dijo adiós hace una semana a la presidencia de la Federación Colombiana de Ciclismo. Una labor que desempeñó por más de treinta años y en la que este deporte logró resultados que antes no tenía, según él, en parte, gracias a su gestión. Con la tranquilidad del deber cumplido y dispuesto a responder cada crítica, se sentó con El Espectador a recordar sus aciertos y errores.
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Jorge Ovidio González Longas le dijo adiós hace una semana a la presidencia de la Federación Colombiana de Ciclismo. Una labor que desempeñó por más de treinta años y en la que este deporte logró resultados que antes no tenía, según él, en parte, gracias a su gestión. Con la tranquilidad del deber cumplido y dispuesto a responder cada crítica, se sentó con El Espectador a recordar sus aciertos y errores.
Durante años le han criticado la desfinanciación de las ligas departamentales en el país. ¿Usted sí las apoyó?
La ley de esas ligas está mal hecha. En sí, las ligas en este país no deberían existir y en cambio debería haber clubes. Porque las ligas dependen de un instituto de deportes que recibe dinero es del gobernante local y si ese gobernante considera que dar dinero a esa liga no sirve para nada ahí quedan. Yo, como presidente, no podía cargar con eso porque la federación no está constituida para eso, sino para fomentar y hacer crecer el deporte. Aquí siempre hubo ligas de papel que no tienen más de dos o tres clubes.
¿Qué cree que hizo mal para que la Vuelta a Colombia haya perdido el prestigio y el interés de la gente?
La prensa y la gente no han podido entender lo que era la Vuelta a Colombia. Lo que pasa es que en esos años había ídolos como Ramón Hoyos, Cochise, Patrocinio Jiménez, Lucho Herrera y Fabio Parra. Un evento sin ídolos no es nada, pasa a ser algo casero, regional. La diferencia es que ahora nuestros ídolos no aparecieron en la Vuelta a Colombia sino en Europa, eso sí a través de sacarlos de las vueltas del Futuro, Porvenir y de la Juventud. Nosotros los formamos acá, pero allá se hicieron campeones. El último ídolo que corrió una vuelta aquí fue Santiago Botero, como él venía, fue que sacamos gente a la calle. Si Nairo o Rigo vienen y la corren vuelve y sale el público. El periodismo no ha entendido que la Vuelta a Colombia se volvió un tema regional. Nunca volverá a tener ese brillo de antes. (Egan Bernal correrá el Mundial de Ciclismo de ruta con Colombia)
El país gana con sus ciclistas en Europa, pero a la sombra siempre estuvo la falta de controles al dopaje. ¿Usted qué hizo para ayudar a evitar estas prácticas?
Desde que me metí a la dirigencia siempre atacamos al dopaje y lo hicimos siempre acompañados de Coldeportes. Antes, el control a esas muestras de los ciclistas lo hacían las federaciones, luego vino la Agencia Mundial Antidopaje y todo cambió. Desde ahí el control al dopaje ha sido una responsabilidad del Gobierno. En cada carrera que hemos hecho damos charlas a los ciclistas, técnicos y dirigentes. Yo me acuerdo de que al inicio yo mismo las hacía. Y con el tiempo contratamos médicos para que las dieran. Nosotros siempre hemos luchado. Lo que pasa es que es muy duro, porque en ese mundo hay una cultura entre ellos en la que si no consumo no rindo. Ahí todos se tapan y nadie dice nada.
Entonces, ¿por qué salió públicamente a defender a Fabián Puerta cuando dio positivo por boldenona?
Cuando él salió dopado yo sentí que me estaban tocando a un hijo. Sentí que él era inocente y por eso me manifesté humanamente sobre Fabián. Eso me costó un regaño de la UCI. El presidente David Lappartient me envió una carta violenta en la que me advertía que si yo volvía a declarar a favor de un dopado tenía que retirarme de la UCI. Ahí entendí que cometí un error de padre. Los dirigentes no podemos apoyar a un dopado por más leve y por más inocente que parezca. Al dopado hay que atacarlo y sancionarlo. El gran ataque al dopaje es hacer muchas muestras, pero está en manos de lo que ahora será el Ministerio del Deporte.
¿Es consciente de que Colombia perdió por culpa del dopaje al único equipo continental que tenía: el Manzana Postobón?
Estar consciente del dopaje y no hacer nada es ser cómplice y yo no lo soy ni la Federación. Cuando una persona se dopa lo hace escondido, en el baño y ahí ninguno de los que pertenecemos al ciclismo podemos estar. En ese mundo profesional nadie señala a nadie, nadie dice nada. Todos son angelitos. El equipo que más controlaba el dopaje en Colombia y que criticaba a quienes lo hacía fue el que terminó acabado por el dopaje mismo. Yo no le echo la culpa a Luis Fernando Saldarriaga, pero sí les puedo preguntar dónde estaban. Lo mismo nos pasa a nosotros como dirigentes. Si un ciclista se quiere dopar se dopa. Qué contradicción que los que más hablaban de dopaje se hayan acabado por tener dopados.
¿Qué piensa de que Colombia sea el segundo país con más casos de dopaje?
Gracias al trabajo que hemos hecho se ha mermado esto en el país. Hoy hay un mayor seguimiento y más muestras, y eso irá bajando. Aquí se dopan son los corredores antiguos y esos ya están de salida. La nueva generación creció con las charlas de prevención y nos va a limpiar la imagen. Yo, como dirigente, siento tristeza y dolor, porque esos dopajes afectan mucho la gestión de uno en el exterior.
¿Por qué?
Porque cuando Nairo, Rigo y Miguel Ángel ganan, y aquí en el país sale un dopado, eso daña la imagen de ese ídolo, nos daña nuestros clientes, las relaciones con otras instituciones y nuestra imagen en la prensa. Porque la prensa no tendría por qué estar hablando de dopaje, sino de los triunfos y del éxito de esta Federación. Cuando Postobón terminó el patrocinio del equipo me dio miedo perder el apoyo que tienen con la selección nacional de ciclismo, pero ellos saben cómo operábamos nosotros y por eso siguieron adelante.
¿Qué le faltó hacer en su carrera como dirigente?
Cuando uno lo da todo, su tiempo, su capacidad intelectual, operativa, dirigencial, relacional, cuando usted hace todo eso para ayudar al ciclismo, a uno no le puede faltar nada por hacer. A mí lo único que me faltó ganarme como presidente, a través de nuestros ciclistas que hicimos y formamos, fue no haber conseguido un Mundial de Ruta y quizá una medalla de oro en unos Juegos Olímpicos.
¿Cuál fue el ciclista colombiano que más lo deslumbró?
Sin ninguna duda Nairo Quintana. Para cualquier hombre del ciclismo ver lo que él ha ganado y su historia como ciclista es algo inigualable. Y ahora Egan Bernal. Él me dejó irme para mi casa con la felicidad más grande del mundo. Hace unos días nos deslumbró al darnos la camiseta amarilla en Zipaquirá.
¿Qué fue lo mejor que le pasó en su carrera como dirigente?
Que Egan Bernal me haya entregado esa camiseta amarilla como campeón del Tour a mí y al ciclismo colombiano. Fue un gesto muy noble del que me siento muy orgulloso. Los jóvenes de hoy que ganan nos traen las camisetas a la Federación.
¿Se siente agradecido con el ciclismo?
Fui campeón en todas partes y con todas las modalidades. Ese es el mayor agradecimiento que puede esperar un dirigente. Yo nunca esperé que un ciclista me viniera a abrazar, pero cuando Egan nos trajo la camiseta sentí que era el momento de irme. Yo pasé la carta de renuncia después de ese día. Ahí supe que lo había hecho todo.
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