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Cuando Juan Pablo Villegas llegó al equipo 4-72, en 2011, fue compañero de Nairo Quintana, Esteban Chaves, Jarlinson Pantano, Robinson Chalapud y Alex Cano. Ninguno de estos nombres, hoy reconocidos en el ciclismo internacional, pudo terminar siquiera en el top 15 de la clasificación general de la Vuelta a Colombia. Ese es uno de los argumentos que tiene el nacido en Pácora, departamento de Caldas, para no arrepentirse de las declaraciones que, en 2015, derivaron en su retiro parcial del ciclismo. (Jairo Cano Salas gana la primera etapa del Clásico RCN)
El hombre que hoy en día corre para el Manzana Postobón afirmó que el dopaje era una fuerza oscura que estaba presente en el pedalismo colombiano y que la avaricia de resultados llevaba a romper la ética que debe existir entre bielas y pedales. Según cuenta, el pelotón nacional se fue en su contra, recibió amenazas y por eso decidió abandonar la bicicleta hasta la temporada 2016, cuando firmó contrato con su actual escuadra.
Criado entre cultivos de café, de familia campesina y apasionada por el ciclismo, Villegas no podía terminar su carrera deportiva apartado por unos cuantos que se ofendieron por sus palabras. Él reconoce que valen más sus recuerdos de la niñez. Esos que lo transportan a sus mandados en bicicleta al pueblo o a fincas vecinas. Para Juan Pablo eran pequeñas etapas: cada vez que volvía a casa, teniendo entre diez y once años, se “hacía ciertas películas. Me imaginaba como si estuviera ganando una carrera. Hoy me doy cuenta que cuando se crean esos sueños en la mente, las cosas pueden suceder”.
Sus sueños, forjados por un padre amante del ciclismo y de la radio. Un caficultor que le contaba a Juan Pablo las hazañas de Cochise y Lucho Herrera, y que encendió en su hijo el objetivo de ser profesional. Eso sí, un profesional ético. Porque, explica, es mejor perder con dignidad y con lo que te den los pulmones, que ganar con deshonra. Esa carrera la empezó a los 18 años de edad.
“Me invitaron a un evento pueblo cercano a Pácora que se llama Salamina. Un señor me prestó una bici, me fue muy bien, desde ahí empezó todo. Cuando se me dio la oportunidad puse toda voluntad y disciplina para aprovecharla. Ahora son once años maravillosos, he conocido mucho, he obtenido victorias, he pasado momentos difíciles, pero me ha ayudado mucho como persona”, dice, mientras le brillan unos ojos oscuros que visualizan futuro a corto y mediano plazo.
Para este Clásico RCN, Villegas cree “una de las opciones más claras” del Manzana Postobón es buscar la categoría sub-23 con Jhojan García y Kevin Cano. Aunque es un recorrido que no favorece mucho las cualidades de Villegas, campeón de la Vuelta a México 2014, “hay varias etapas que nos pueden convenir para buscar una victoria a la llegada”.
Para la vida, la tiene más clara. Nació entre el café y quiere continuar su vida allí. Es un aficionado de sus raíces, no se ve en otra actividad después del retiro deportivo, el cual tiene planeado a máximo cuatro años. Ya tiene su propia marca del especial grano y una existencia visualizada: “Me gustaría tener mi propia finquita y manejar ese tipo de cosas que aprendí desde que era niño”.
Cumplirá 30 años el próximo 15 de octubre y sueña a su manera. Le gusta hacerlo de eso modo. Le encanta estar en el ciclismo y compartir con sus compañeros, de quienes espera que aprendan que el fin no justifica los medios, que esta actividad debe servir “para darle ejemplo a la sociedad, y que ésta entienda que el deporte debe ayudar a construir un buen país y a que las cosas mejoren”. Juan Pablo Villegas Cardona desea ser recordado como un pedalista que “se entregó a punta de sacrificio”, de nada más.
@SebasArenas10 - sarenas@elespectador.com