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Se mareó con la fama. La sensación de autosuficiencia de creerse capaz de gobernar el mundo. Los titulares fotocopiados del periodismo: “La nueva gran estrella del ciclismo colombiano”. El título en la Vuelta del Porvenir, la carrera juvenil más importante del país. El subcampeonato mundial juvenil de pista en persecución por equipos. La medalla de oro en la contrarreloj nacional sub-23. El estelar fichaje con el Education First de Rigoberto Urán. Un WhatsApp repleto de mensajes sin responder. Todo un coctel explosivo para Julián Cardona, un hombre que se estrelló y estuvo a punto de retirarse del ciclismo, pues la báscula rasguñó los veinte kilogramos de más sobre su peso ideal.
Los rastros de una vida desordenada, la antípoda del carril que vislumbraba hace tres años, cuando aterrizó junto a Daniel Felipe Martínez en el equipo norteamericano para cumplir su sueño en el World Tour. De un corredor con un prototipo singular: contrarrelojero, escalador, de 1,80 metros de humanidad. Hecho para Europa.
“Yo, mejor dicho, me sentía el que podía tocar el cielo con las manos. Tuve malas amistades que no me ayudaron. La calle, las trasnochadas, la fiesta, el desperdicio de dinero… me equivoqué y el mundo me dio duro”, reconoce Julián en entrevista con El Espectador, mientras disputa el Clásico RCN luego de una destacada actuación en La Vuelta a Colombia.
Un nuevo comienzo con Colnago, el equipo que le dio una segunda oportunidad en el ciclismo. “¿Estrella? Siempre pasa, normalmente. El potencial que mostraba era tremendo. Mis errores me descarrilaron, pero gracias a ellos estoy con la cabeza enfocada, más maduro y día a día estoy mejorando”, agregó.
La de 2019 fue la temporada más oscura de todas. Fichó con el Androni Giocattoli y a final de temporada el equipo italiano decidió no contar más con él. Y Julián tomó la determinación de bajarse de la bicicleta para siempre. “Estuve muchos meses sin montar, totalmente quieto. Ya ni siquiera tenía ganas de salir con los amigos, no había motivación, ánimo, nada. Fue un final de año demasiado triste. Iba a retirarme, no quería saber nada más de la bicicleta”.
En medio de esa turbulencia, ya sin los reflectores de años atrás, se sintió solo. “Uno es joven y a veces se deja llevar por los buenos momentos, me equivoqué muchas veces. Pero ya no me arrepiento, porque fueron una enseñanza para mi vida. Eso me hace sentir más fuerte y aferrarme más a las personas que están al lado mío. En el momento que me fui a Europa hubo mucha gente detrás mío, de la fama, del instante. Y cuando me fue mal ninguno de ellos estuvo conmigo, ninguno. Hoy hago un resumen y sé quienes están y los cuento con los dedos de las manos”.
María Alejandra Giraldo, su compañera de vida, fue la persona que lo trajo de regreso. Lo acompañó en la cima, también en el fondo. Jaime Alberto, su padre, y Luz Helena, su abuela, fueron las otras personas que lo levantaron. “Ellos hicieron mucho para que hoy esté montado en la bicicleta, me acompañaron en mi momento de luz, pero también en mi bajón. Me decían: ‘Vamos Julián, si usted está aquí es por algo’. Yo juraba que la adaptación a Europa iba a ser fácil, pero no... el ciclismo europeo es durísimo. Pero necesitaba vivir ciertas cosas para que tocara fondo. Y toqué fondo. Yo me di cuenta de que estaba mal, me dije que era capaz de volver y hoy soy feliz, disfruto y lo hago con amor”.
Regresó. La báscula volvió a marcar los setenta kilogramos, lejos de esos 86 que fueron una mochila adicional que no tenía por qué ni cómo cargar. “Me subí casi veinte kilos, siempre me ha pasado que si me como algo de más, me disparo. Y en el ciclismo el peso y la forma lo son todo, ahora lo estoy logrando”.
No es un falso acto de contricción, hay honestidad detrás. Su sueño es regresar al ciclismo europeo con la experiencia que arrojaron los errores del pasado, pero ahora vive el día a día. No es tarde: tiene 23 años y es uno de los referentes y líderes del Colnago, una escuadra repleta de corredores sub-23. Ahora es uno de los principales animadores del Clásico RCN.
Lleva un escapulario en su bicicleta y un pin de la Virgen de Guadalupe pegado a su indumentaria. “Dios es grande. Siempre he confiado en mi morenita (la Virgen). Sin ellos tampoco lo hubiera logrado, a ellos se debe el regreso de Julián Cardona”.
Thomas Blanco- @thomblalin