La casa digna de Diego Camargo, el nuevo capo del ciclismo colombiano
Esta es la emotiva historia del corredor de 22 años que dará el salto al World Tour la próxima temporada y quien se acaba de coronarse como el nuevo campeón de La Vuelta a Colombia. Hecho para hacer historia.
Thomas Blanco- @thomblalin
Cuando Ricardo Mesa, el entrenador del club de ciclismo de Tuta (Boyacá), iba hasta la casa de Diego Camargo en la vereda El Alizal, a 15 kilómetros del municipio, siempre lo esperaba afuera. Y luego de que su pupilo se consagró campeón de la Vuelta a Boyacá en 2019 le colaboró a un periodista que lo quiso entrevistar. Al ver el material, se le escurrieron las lágrimas por la humilde casa de adobe en la que vive Diego con sus dos padres, Segundo y Blanca. Nada más que lo necesario: una lección del valor de las pequeñas cosas.
“Fue esa sensación de ver lo sencillo que es. Un hogar muy muy humilde para un deportista de alto rendimiento como él. Fue ver que por fin podrá cumplir el sueño que tiene de darle un mejor hogar a sus papás”, las palabras de Ricardo, quien se convirtió en el segundo padre del reciente campeón de la Vuelta a la Juventud y de la Vuelta a Colombia. El monopolio de los jóvenes.
Sus caminos se cruzaron en 2015, cuando en el cumpleaños del colegio de la zona rural El Cruce invitaron a Ricardo y a sus muchachos del club, que se preparaban para una Vuelta a Tuta, a un circuito de ciclomontañismo.
Y Diego, un estudiante más del montón con una bicicleta de acero en pésimas condiciones, les ganó a todos. “Desde la primera vuelta Diego quedó solo adelante, les dio una pela a los ciclistas del club impresionante, que eran muchachos entrenados, con bicicletas de ruta. Ganó con más de un minuto de ventaja. Y también me llamó la atención que como no tenía donde poner una caramañola en su bicicleta, paró dos veces en la meta a pedir agua. Y así siguió”, rememora.
“Les gané fácil (risas). Ahí Ricardo me buscó y me dijo que tenía futuro en el ciclismo”, rememora Diego de quien lo invitó a una contrarreloj de ocho kilómetros de subida en Palermo con los miembros del club en la que demostró, una vez más, sus condiciones. “Los volví a dejar tirados, pero le dije a Ricardo que no tenía cómo conseguir una bicicleta”.
El alcalde de Tuta le compró, con plata de su propio bolsillo, su primera bicicleta “decente”. Y dejaron de ser los tres kilómetros diarios de bajada, los tres de subida del regreso, para ir a estudiar. Vio el ciclismo como su vocación. “Nunca lo pensé, nadie en mi familia montó: Ricardo me hizo ver que ese era el camino y parece que no me equivoqué”.
Lea también: La increíble historia de cómo nació La Vuelta a Colombia
Pero los dos primeros años lo sacudió la peor cara del ciclismo: las caídas. Casi que no pudo competir. La segunda fue casi que un jaque mate. En la clásica Perla del Fonce, mal ubicado en un descenso, se tropezó y quedó inconsciente. Los campesinos espectadores pensaron lo peor. El diagnóstico: fractura en la cabeza del fémur. Otra temporada fuera. Sus padres y él optaron por dejar el ciclismo.
“Fueron tiempos muy difíciles: la familia no quería que siguiera. Tuvimos una charla y yo le dije a Diego que lo iba a apoyar tomara la decisión que tomara. Sí quería estudiar, lo iba a ayudar. Pero le remarqué que su talento era montar bicicleta. Lo pensó y en diciembre me llamó: iba a seguir”, destaca Ricardo.
Proveniente de una familia de campesinos: “Le ayudo a mis padres con sus animalitos”. De un corredor completo con un gran biotipo de 1,76 metros de humanidad. Escalador puro, pero que se defiende muy bien en las pruebas contra el reloj. Y el último año dejó atrás su mayor debilidad: los descensos.
“Diego es un corredor completo, solo le faltaba la experiencia que el equipo Colombia Tierra de Atletas le brindó este año. El descenso era su talón de Aquiles, pero lo fue puliendo, sin prisa. Foguearse ante corredores del World Tour le ayudó mucho. En esta Vuelta a Colombia lo he visto a hacer descensos con mucha confianza: como tercero en el grupo, sin miedo, con confianza. Eso es madurez”.
¿Cómo hace la contrarreloj? Su mejor precedente lo hizo este año en la crono de 15,5 kilómetros de la Vuelta a San Juan: terminó 15, 2:06 minutos por detrás de Remco Evenepoel y y 1:34 después Filippo Ganna. El título de la Vuelta a Boyacá lo certificó con una contrarreloj. Y fue segundo en la de la presente Vuelta a Colombia, solo por detrás de un especialista como Óscar Sevilla.
“Las hago excelente. El año pasado también fui cuarto en una de la Vuelta a Colombia, tengo que pulirla, pero me defiendo muy bien. Sueño con ir a las tres grandes a ser protagonista y estar en el podio”, dice Diego.
Luego de las caídas de los primeros años, el capo del Colombia Tierra de Atletas cree que no hay nada que no pueda superar. “Aprendí que en el ciclismo son más los momentos malos que los buenos. He tenido bastantes caídas, no siempre se dan los resultados, pero hay que seguir siempre”, agrega.
La próxima temporada dará el salto al World Tour. Ha recibido llamadas de varios equipos, pero las conversaciones con el Education First de Rigoberto Urán están casi listas.
“Diego es una persona demasiado sencilla y humilde. Le gusta que crean en él porque se sacrifica y esfuerza mucho. No hay quejas. Solo hay que creer en él: su rendimiento es espectacular”, cierra Ricardo Mesa de quien se acaba de convertir en el tercer pedalista de la historia en ganar el mismo año la Vuelta a la Juventud y la Vuelta a Colombia tras Rafael Antonio Niño (1970) y Oliverio Rincón (1989). Pero sobre todo de quien podrá cumplir el sueño de darle un mejor hogar a sus padres.
Thomas Blanco- @thomblalin
Cuando Ricardo Mesa, el entrenador del club de ciclismo de Tuta (Boyacá), iba hasta la casa de Diego Camargo en la vereda El Alizal, a 15 kilómetros del municipio, siempre lo esperaba afuera. Y luego de que su pupilo se consagró campeón de la Vuelta a Boyacá en 2019 le colaboró a un periodista que lo quiso entrevistar. Al ver el material, se le escurrieron las lágrimas por la humilde casa de adobe en la que vive Diego con sus dos padres, Segundo y Blanca. Nada más que lo necesario: una lección del valor de las pequeñas cosas.
“Fue esa sensación de ver lo sencillo que es. Un hogar muy muy humilde para un deportista de alto rendimiento como él. Fue ver que por fin podrá cumplir el sueño que tiene de darle un mejor hogar a sus papás”, las palabras de Ricardo, quien se convirtió en el segundo padre del reciente campeón de la Vuelta a la Juventud y de la Vuelta a Colombia. El monopolio de los jóvenes.
Sus caminos se cruzaron en 2015, cuando en el cumpleaños del colegio de la zona rural El Cruce invitaron a Ricardo y a sus muchachos del club, que se preparaban para una Vuelta a Tuta, a un circuito de ciclomontañismo.
Y Diego, un estudiante más del montón con una bicicleta de acero en pésimas condiciones, les ganó a todos. “Desde la primera vuelta Diego quedó solo adelante, les dio una pela a los ciclistas del club impresionante, que eran muchachos entrenados, con bicicletas de ruta. Ganó con más de un minuto de ventaja. Y también me llamó la atención que como no tenía donde poner una caramañola en su bicicleta, paró dos veces en la meta a pedir agua. Y así siguió”, rememora.
“Les gané fácil (risas). Ahí Ricardo me buscó y me dijo que tenía futuro en el ciclismo”, rememora Diego de quien lo invitó a una contrarreloj de ocho kilómetros de subida en Palermo con los miembros del club en la que demostró, una vez más, sus condiciones. “Los volví a dejar tirados, pero le dije a Ricardo que no tenía cómo conseguir una bicicleta”.
El alcalde de Tuta le compró, con plata de su propio bolsillo, su primera bicicleta “decente”. Y dejaron de ser los tres kilómetros diarios de bajada, los tres de subida del regreso, para ir a estudiar. Vio el ciclismo como su vocación. “Nunca lo pensé, nadie en mi familia montó: Ricardo me hizo ver que ese era el camino y parece que no me equivoqué”.
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Pero los dos primeros años lo sacudió la peor cara del ciclismo: las caídas. Casi que no pudo competir. La segunda fue casi que un jaque mate. En la clásica Perla del Fonce, mal ubicado en un descenso, se tropezó y quedó inconsciente. Los campesinos espectadores pensaron lo peor. El diagnóstico: fractura en la cabeza del fémur. Otra temporada fuera. Sus padres y él optaron por dejar el ciclismo.
“Fueron tiempos muy difíciles: la familia no quería que siguiera. Tuvimos una charla y yo le dije a Diego que lo iba a apoyar tomara la decisión que tomara. Sí quería estudiar, lo iba a ayudar. Pero le remarqué que su talento era montar bicicleta. Lo pensó y en diciembre me llamó: iba a seguir”, destaca Ricardo.
Proveniente de una familia de campesinos: “Le ayudo a mis padres con sus animalitos”. De un corredor completo con un gran biotipo de 1,76 metros de humanidad. Escalador puro, pero que se defiende muy bien en las pruebas contra el reloj. Y el último año dejó atrás su mayor debilidad: los descensos.
“Diego es un corredor completo, solo le faltaba la experiencia que el equipo Colombia Tierra de Atletas le brindó este año. El descenso era su talón de Aquiles, pero lo fue puliendo, sin prisa. Foguearse ante corredores del World Tour le ayudó mucho. En esta Vuelta a Colombia lo he visto a hacer descensos con mucha confianza: como tercero en el grupo, sin miedo, con confianza. Eso es madurez”.
¿Cómo hace la contrarreloj? Su mejor precedente lo hizo este año en la crono de 15,5 kilómetros de la Vuelta a San Juan: terminó 15, 2:06 minutos por detrás de Remco Evenepoel y y 1:34 después Filippo Ganna. El título de la Vuelta a Boyacá lo certificó con una contrarreloj. Y fue segundo en la de la presente Vuelta a Colombia, solo por detrás de un especialista como Óscar Sevilla.
“Las hago excelente. El año pasado también fui cuarto en una de la Vuelta a Colombia, tengo que pulirla, pero me defiendo muy bien. Sueño con ir a las tres grandes a ser protagonista y estar en el podio”, dice Diego.
Luego de las caídas de los primeros años, el capo del Colombia Tierra de Atletas cree que no hay nada que no pueda superar. “Aprendí que en el ciclismo son más los momentos malos que los buenos. He tenido bastantes caídas, no siempre se dan los resultados, pero hay que seguir siempre”, agrega.
La próxima temporada dará el salto al World Tour. Ha recibido llamadas de varios equipos, pero las conversaciones con el Education First de Rigoberto Urán están casi listas.
“Diego es una persona demasiado sencilla y humilde. Le gusta que crean en él porque se sacrifica y esfuerza mucho. No hay quejas. Solo hay que creer en él: su rendimiento es espectacular”, cierra Ricardo Mesa de quien se acaba de convertir en el tercer pedalista de la historia en ganar el mismo año la Vuelta a la Juventud y la Vuelta a Colombia tras Rafael Antonio Niño (1970) y Oliverio Rincón (1989). Pero sobre todo de quien podrá cumplir el sueño de darle un mejor hogar a sus padres.
Thomas Blanco- @thomblalin