Las mil batallas de Wout Van Aert y Mathieu van der Poel
La final del Campeonato Mundial, disputada el último fin de semana, fue el episodio más reciente de una de las rivalidades más candentes en la historia del deporte. Génesis del mano a mano entre las dos leyendas del ciclocrós.
Fernando Camilo Garzón
En las últimas ediciones del Campeonato Mundial de Ciclocrós, Wout Van Aert y Mathieu van der Poel han ganado ocho de los nueve títulos en disputa. Es una hegemonía total, la dominación global de un deporte entre dos solistas, dos rivales que se dictan el tiempo entre ellos. No les interesan los otros rivales, es un cara a cara, son mil batallas que siempre se resumen en una, año tras año, la disputa por cuál de los dos supera sus propios límites. Desde que ambos se reparten el rótulo de campeón del mundo, la única vez que ninguno de los dos se subió al podio fue el año pasado, cuando Thomas Pidcock ganó la camiseta arcoíris ante la ausencia de las dos leyendas, uno por problemas físicos y el otro por asuntos de calendario.
Por eso, este año la batalla que protagonizaron el belga y el neerlandés, el último fin de semana, tenía tintes épicos. Era el reencuentro de los dos grandes rivales. En barro, hierba, asfalto y pavé, a través de escalinatas, peraltes y sobre saltos, Van Aert y Van der Poel se citaron una vez más para definir al campeón del mundo ante la mirada de miles de personas.
Mire: Serie del Caribe: Vaqueros venció a Agricultores y se ilusiona con las semifinales
El público se desbordaba en Hoogerheide, las tierras neerlandesas que festejaron la victoria del hijo de su tierra. Van der Poel se le adelantó a Van Aert apenas en las últimas curvas. Los dos llevaban un cabeza a cabeza infernal desde los primeros metros. No habían pasado ni tres minutos de carrera y ambos ya estaban solos. Todos quedaron atrás, era una guerra cerrada.
En el esprint final, en una definición en la que el belga calculó de más, el corredor de los Países Bajos se impuso con su figura, su metro 84 de estatura, que liquidó en milésimas de segundo a su adversario cuando lanzó el zarpazo buscando la meta. A pesar de que nunca se despegaron del otro, en los últimos metros Van der Poel se fue en un pestañeo. ¡Impotencia! Cuando vio la silueta del neerlandés inalcanzable al frente, la mirada y la cabeza se fueron abajo, y las manos quedaron pegadas en el manubrio, sin gesto, estáticas, ni un puño, ni un manotazo al aire. Van Aert cruzó la línea de meta viendo cómo, de nuevo por un suspiro, Van der Poel alzó los brazos y le quitó el campeonato del mundo.
También: Camila Osorio escaló 12 puestos en el ranking WTA
En la previa se hablaba de la posibilidad de que el duelo se igualara, cuatro títulos para cada uno. Pero lo cierto, es que la hegemonía de Van der Poel en el ciclocrós ya es una realidad. En los últimos años, se volvió inexpugnable. De los últimos cinco campeonatos, ha ganado cuatro. Sumando el que abrió su palmarés profesional en 2015, el de Países Bajos ya es está en la segunda casilla de los ciclistas que más ganaron esta prueba, junto al suizo Albert Zweifel, al francés André Dufraisse y al italiano Renato Longo. Y solo le faltan dos para llegar a la cima en la que está el belga Eric De Vlaeminck, con siete oros. Van Aert, el que le pelea la leyenda desde que competían en categorías infantiles, quedó rezagado en esa disputa, con tres campeonatos. Y en el duelo entre los dos, el nieto de Raymond Poulidor e hijo de Adrie van der Poel, dobla al del Jumbo-Visma en victorias: 120 a 60.
La tensión entre los dos supera la bicicleta. Lo dice el pentacampeón: “Apenas nos hablamos”. Lo confiesa el neerlandés, no se aguantan. Y es normal, aclara: “Llevamos 10 años peleándonos. Año tras año”. Pero lo reconforta saber que sus batallas han marcado el ciclismo y que más adelante, cuando todo acabe, cuando la tempestad entre ambos sea excusa para una buena anécdota, los dos se sentaran a revivir estas épocas de candela: “La nuestra es una gran historia”.
De niños a hombres, del barro a la ruta
Ahora tienen 28 años, son dos leyendas consolidadas. Sin embargo, los dos empezaron a medirse de adolescentes, en las categorías juveniles, cuando ya empezaban a tener aspiraciones profesionales en el ciclocrós.
Desde los primeros mundiales júnior siempre se repartieron el uno y el dos. Y en el campeonato sub-23 de 2014, por coincidencia también en Hoogerheid, una de sus primeras grandes batallas, cuando Van Aert ganó el oro, la rivalidad entre los dos solo fue a más. Se conocían de antes, pero ahí empezaron de verdad su guerra sin cuartel, siempre mano a mano. Un año después, en el campeonato de mayores en 2015, Van der Poel tomó revancha y le ganó a su verdugo de las categorías menores. Y mientras el belga y el neerlandés se daban palo tras palo, el mundo del ciclismo empezó a presenciar una rivalidad sin precedentes.
Más: Juan Fernando Quintero y Júnior: una historia que empezó con dudas
Era mano a mano fijo cuando se enfrentaban, a menos de que se entrometiera una falla mecánica, un pinchazo o un accidente. Como en 2016, cuando Van Aert se llevó el título (después conseguiría su otros dos campeonatos de forma consecutiva) y Van der Poel ni siquiera pudo llegar entre los tres primeros porque en una curva su pie se enredó dentro de la rueda del campeón belga. Y mientras el uno celebraba el oro, el otro no se recompuso. Y su llanto desconsolado en la carpa, tras bambalinas del escenario en el que se montó el podio, le dio la vuelta al mundo.
Llegó el tiempo de cada uno. Van Aert mega figura y tricampeón para 2019, empezó también a fallar y verse perjudicado por la suerte. Entre accidentes, distracciones y malas decisiones en la pista, el gran rival que le prometió el ciclismo se le escapó en tres años del palmarés.
Los dos fenómenos eran tan diferentes al resto que saltaron también para ser figuras en la ruta. Y del barro en el que se midieron en cientos de duelos, también se fueron a las pruebas de fondo, al Tour de Francia y a las clásicas, especialidad en la que ambos son de los mejores del mundo.
Por un lado, Van Aert, que ha brillado también en carreras de tres semanas, ya es campeón de pruebas icónicas como la Strade Bianche o la Milán-San Remo. Van der Poel, por su lado, no se queda corto y es, además de ganador en otras pruebas, bicampeón del tradicional Tour de Flandes.
Mire más: Carlos Queiroz será el nuevo entrenador de la selección de Catar
Este año, después de la final del ciclocrós que disputaron este domingo, el calendario de 2023 del World Tour les tiene varios retos. Uno de los más esperados tal vez será el encuentro en la París-Roubaix, pero, sin duda, ambos se prepararán para correr también el Tour, para verse las caras en la prueba máxima.
Los dos son parte de la camada de ciclistas que están cambiando el panorama mundial. Los pedalistas explosivos, superdotados atléticos de ataques impulsivos que actualmente mandan la parada. Lo dijo hace un año Bradley Wiggins, que son ciclistas que están cambiando el deporte. “Son distintos. Son ciclistas que se recuperan tras un gran esfuerzo en dos o tres minutos, máximo. Resisten cualquier ataque y luego siguen al ritmo de carrera sin tener bajones. Antes, los que venían del ciclocrós no solían rendir de esta manera en carretera”.
Incluso, Tadej Pogacar, el gran aventajado de las nuevas generaciones, reconoce el poder de los pedalistas que están aterrizando desde el barro: “Con su potencia, pueden empezar a pelear por muchas generales”.
Son conscientes de su capacidad y su proyección las dos jóvenes leyendas del ciclocrós, que tienen como reto llevar su dominio también a la carretera. Muchos los proyectan de esa manera. Por ahora, lo cierto es que los dos cambiaron para siempre su deporte. Ya lo dijo una vez Van der Poel: “Nuestra rivalidad trasciende el deporte y eso es estupendo. Nos fortalecemos mutuamente y nos aseguramos de superar los límites de los demás”.
🚴🏻⚽🏀 ¿Lo último en deportes?: Todo lo que debe saber del deporte mundial está en El Espectador
En las últimas ediciones del Campeonato Mundial de Ciclocrós, Wout Van Aert y Mathieu van der Poel han ganado ocho de los nueve títulos en disputa. Es una hegemonía total, la dominación global de un deporte entre dos solistas, dos rivales que se dictan el tiempo entre ellos. No les interesan los otros rivales, es un cara a cara, son mil batallas que siempre se resumen en una, año tras año, la disputa por cuál de los dos supera sus propios límites. Desde que ambos se reparten el rótulo de campeón del mundo, la única vez que ninguno de los dos se subió al podio fue el año pasado, cuando Thomas Pidcock ganó la camiseta arcoíris ante la ausencia de las dos leyendas, uno por problemas físicos y el otro por asuntos de calendario.
Por eso, este año la batalla que protagonizaron el belga y el neerlandés, el último fin de semana, tenía tintes épicos. Era el reencuentro de los dos grandes rivales. En barro, hierba, asfalto y pavé, a través de escalinatas, peraltes y sobre saltos, Van Aert y Van der Poel se citaron una vez más para definir al campeón del mundo ante la mirada de miles de personas.
Mire: Serie del Caribe: Vaqueros venció a Agricultores y se ilusiona con las semifinales
El público se desbordaba en Hoogerheide, las tierras neerlandesas que festejaron la victoria del hijo de su tierra. Van der Poel se le adelantó a Van Aert apenas en las últimas curvas. Los dos llevaban un cabeza a cabeza infernal desde los primeros metros. No habían pasado ni tres minutos de carrera y ambos ya estaban solos. Todos quedaron atrás, era una guerra cerrada.
En el esprint final, en una definición en la que el belga calculó de más, el corredor de los Países Bajos se impuso con su figura, su metro 84 de estatura, que liquidó en milésimas de segundo a su adversario cuando lanzó el zarpazo buscando la meta. A pesar de que nunca se despegaron del otro, en los últimos metros Van der Poel se fue en un pestañeo. ¡Impotencia! Cuando vio la silueta del neerlandés inalcanzable al frente, la mirada y la cabeza se fueron abajo, y las manos quedaron pegadas en el manubrio, sin gesto, estáticas, ni un puño, ni un manotazo al aire. Van Aert cruzó la línea de meta viendo cómo, de nuevo por un suspiro, Van der Poel alzó los brazos y le quitó el campeonato del mundo.
También: Camila Osorio escaló 12 puestos en el ranking WTA
En la previa se hablaba de la posibilidad de que el duelo se igualara, cuatro títulos para cada uno. Pero lo cierto, es que la hegemonía de Van der Poel en el ciclocrós ya es una realidad. En los últimos años, se volvió inexpugnable. De los últimos cinco campeonatos, ha ganado cuatro. Sumando el que abrió su palmarés profesional en 2015, el de Países Bajos ya es está en la segunda casilla de los ciclistas que más ganaron esta prueba, junto al suizo Albert Zweifel, al francés André Dufraisse y al italiano Renato Longo. Y solo le faltan dos para llegar a la cima en la que está el belga Eric De Vlaeminck, con siete oros. Van Aert, el que le pelea la leyenda desde que competían en categorías infantiles, quedó rezagado en esa disputa, con tres campeonatos. Y en el duelo entre los dos, el nieto de Raymond Poulidor e hijo de Adrie van der Poel, dobla al del Jumbo-Visma en victorias: 120 a 60.
La tensión entre los dos supera la bicicleta. Lo dice el pentacampeón: “Apenas nos hablamos”. Lo confiesa el neerlandés, no se aguantan. Y es normal, aclara: “Llevamos 10 años peleándonos. Año tras año”. Pero lo reconforta saber que sus batallas han marcado el ciclismo y que más adelante, cuando todo acabe, cuando la tempestad entre ambos sea excusa para una buena anécdota, los dos se sentaran a revivir estas épocas de candela: “La nuestra es una gran historia”.
De niños a hombres, del barro a la ruta
Ahora tienen 28 años, son dos leyendas consolidadas. Sin embargo, los dos empezaron a medirse de adolescentes, en las categorías juveniles, cuando ya empezaban a tener aspiraciones profesionales en el ciclocrós.
Desde los primeros mundiales júnior siempre se repartieron el uno y el dos. Y en el campeonato sub-23 de 2014, por coincidencia también en Hoogerheid, una de sus primeras grandes batallas, cuando Van Aert ganó el oro, la rivalidad entre los dos solo fue a más. Se conocían de antes, pero ahí empezaron de verdad su guerra sin cuartel, siempre mano a mano. Un año después, en el campeonato de mayores en 2015, Van der Poel tomó revancha y le ganó a su verdugo de las categorías menores. Y mientras el belga y el neerlandés se daban palo tras palo, el mundo del ciclismo empezó a presenciar una rivalidad sin precedentes.
Más: Juan Fernando Quintero y Júnior: una historia que empezó con dudas
Era mano a mano fijo cuando se enfrentaban, a menos de que se entrometiera una falla mecánica, un pinchazo o un accidente. Como en 2016, cuando Van Aert se llevó el título (después conseguiría su otros dos campeonatos de forma consecutiva) y Van der Poel ni siquiera pudo llegar entre los tres primeros porque en una curva su pie se enredó dentro de la rueda del campeón belga. Y mientras el uno celebraba el oro, el otro no se recompuso. Y su llanto desconsolado en la carpa, tras bambalinas del escenario en el que se montó el podio, le dio la vuelta al mundo.
Llegó el tiempo de cada uno. Van Aert mega figura y tricampeón para 2019, empezó también a fallar y verse perjudicado por la suerte. Entre accidentes, distracciones y malas decisiones en la pista, el gran rival que le prometió el ciclismo se le escapó en tres años del palmarés.
Los dos fenómenos eran tan diferentes al resto que saltaron también para ser figuras en la ruta. Y del barro en el que se midieron en cientos de duelos, también se fueron a las pruebas de fondo, al Tour de Francia y a las clásicas, especialidad en la que ambos son de los mejores del mundo.
Por un lado, Van Aert, que ha brillado también en carreras de tres semanas, ya es campeón de pruebas icónicas como la Strade Bianche o la Milán-San Remo. Van der Poel, por su lado, no se queda corto y es, además de ganador en otras pruebas, bicampeón del tradicional Tour de Flandes.
Mire más: Carlos Queiroz será el nuevo entrenador de la selección de Catar
Este año, después de la final del ciclocrós que disputaron este domingo, el calendario de 2023 del World Tour les tiene varios retos. Uno de los más esperados tal vez será el encuentro en la París-Roubaix, pero, sin duda, ambos se prepararán para correr también el Tour, para verse las caras en la prueba máxima.
Los dos son parte de la camada de ciclistas que están cambiando el panorama mundial. Los pedalistas explosivos, superdotados atléticos de ataques impulsivos que actualmente mandan la parada. Lo dijo hace un año Bradley Wiggins, que son ciclistas que están cambiando el deporte. “Son distintos. Son ciclistas que se recuperan tras un gran esfuerzo en dos o tres minutos, máximo. Resisten cualquier ataque y luego siguen al ritmo de carrera sin tener bajones. Antes, los que venían del ciclocrós no solían rendir de esta manera en carretera”.
Incluso, Tadej Pogacar, el gran aventajado de las nuevas generaciones, reconoce el poder de los pedalistas que están aterrizando desde el barro: “Con su potencia, pueden empezar a pelear por muchas generales”.
Son conscientes de su capacidad y su proyección las dos jóvenes leyendas del ciclocrós, que tienen como reto llevar su dominio también a la carretera. Muchos los proyectan de esa manera. Por ahora, lo cierto es que los dos cambiaron para siempre su deporte. Ya lo dijo una vez Van der Poel: “Nuestra rivalidad trasciende el deporte y eso es estupendo. Nos fortalecemos mutuamente y nos aseguramos de superar los límites de los demás”.
🚴🏻⚽🏀 ¿Lo último en deportes?: Todo lo que debe saber del deporte mundial está en El Espectador