Las segundas oportunidades de Fabio Duarte, el campeón de la Vuelta a Colombia
El corredor del Team Medellín empezó su carrera como gran promesa, pero su consolidación llegó tarde. Ahora, con 36 años, el de Facatativá está en su mejor momento: consiguió su segunda Vuelta a Colombia y es el vigente campeón del clásico RCN, las dos carreras más importantes del país.
Fernando Camilo Garzón
La cuarta etapa de la Vuelta a Colombia fue inexplicable para Fabio Duarte. La diferencia del corredor de Facatativá con Óscar Quiroz, el ganador ese día en Yarumal, fue de 14 minutos y 57 segundos. Había un aire de derrota. Después de trabajar durante meses, la carrera más importante de la temporada parecía escaparse en un solo día.
“¿Qué nos pasó?”, preguntó desencajado después de la fracción, pero nadie le respondió. Así lo narró José Julián el Chivo Velásquez, entrenador del Team Medellín, que recordó el ambiente tenso que había en el equipo después del golpe; el ánimo estaba por el suelo, los ojos estaban perdidos, nadie levantaba la cara, las miradas no se cruzaban y se decían pocas palabras. Había tristeza y desazón por la sensación de que la diferencia era demasiado grande.
Sobre todo para Fabio Duarte, el arma principal de la escuadra antioqueña para lograr el título. “Estaba desilusionado, porque había llegado con el objetivo de ser líder. Sabía que era su Vuelta y el golpe en Yarumal fue grande. No le dije nada a él ni al equipo. Ellos encontraron la respuesta solos, en la unidad del grupo, para sacar la carrera adelante”, dijo el estratega de la escuadra paisa.
Mire: Fabio Duarte, bicampeón de la Vuelta a Colombia
Un día después, tras la incertidumbre de la derrota, todo dio un vuelco y el corredor del Team Medellín ganó en La Unión (Antioquia). Y así empezó una remontada que quedará para el recuerdo. Seis días después de la debacle, el cundinamarqués se alzó con su segundo campeonato de la Vuelta a Colombia, tras el título que ya había conseguido en 2019. Fabio Duarte vive el mejor momento de su carrera. Es un corredor que tuvo que vivir con el peso de unas expectativas muy altas y que, a sus 36 años, está aprovechando su segunda oportunidad, dorada, de ensueño. Un pedalista consolidado, que es el vigente campeón de las dos carreras más importantes del país, pues además de la Vuelta, en octubre del año pasado ganó el Clásico RCN.
La importancia de aprender a bajar tan bien como se sube
Para ser el corredor que es hoy, Fabio Duarte tuvo que aprender a sufrir. Joven, despuntó como el futuro de los escaladores colombianos. La grandeza le fue prometida cuando, en 2008, en Italia, se coronó campeón mundial de ruta, categoría sub-23. Un título histórico y a la vez un rótulo pesado de cargar, que lo condenó a ir siempre por detrás de lo que se esperaba de él.
El niño facatativeño, que empezó inspirándose en Lucho Herrera, subiendo los altos del Vino y de Mondoñedo, y llorando porque no siempre podía ir tan rápido en la montaña como los “más grandes”, temprano cumplió su sueño de llegar a la élite y dar el salto a Europa.
Sin embargo, no fue lo prometido, sino todo lo contrario. “Fue difícil. En ese entonces solo había dos o tres colombianos en Europa y me costó mucho”, recuerda. No pudo consolidarse y le tomó casi tres años levantarse cuando volvió a Colombia tras su fracaso en Europa. Tras haber ganado la Vuelta de la Juventud en 2005, Fabio Duarte había repetido victorias en cada temporada hasta 2012, cuando rescindió el contrato que había firmado en Italia. Desde ese año, las victorias se esfumaron y a Duarte le tocó aprender que debía aguantar la “pálida” en la bajada, así como había disfrutado la vorágine de la subida en sus primeros años. “Viví momentos muy buenos y también muy malos. Mucha gente me dio la espalda, pero me dejó como enseñanza que tenemos que aprender a valorar la dureza del ciclismo. Hay que apreciar los buenos momentos y apoyar en los malos”.
Volvió a ganar hasta 2016, en Fusagasugá y Marinilla, cuando firmó con EPM. No obstante, su llegada al Team Medellín en 2019 fue el giro de tuerca que le dio un nuevo impulso a su carrera, la segunda oportunidad que lo llevó a la cima.
No es gratuito que considere casi un padre a Óscar Sevilla, el bastión del equipo antioqueño. Él le enseñó que para subir hasta donde le habían prometido tenía que sufrir, que debía esforzarse el doble para ver al final las recompensas.
Más: Tolima le ganó a Medellín en su casa y quedó a un paso de la final
“Esta vuelta ha sido de las más bonitas porque fue la confirmación de nuestro trabajo. Cuando perdimos esos 15 minutos en Yarumal podríamos habernos derrumbado, habernos sentido derrotados porque físicamente estábamos destrozados, pero mentalmente no. Veníamos a ser campeones. Y le dije a Fabio que esto lo íbamos a remontar día a día, que esos momentos en los que nos mojamos entrenando y pedaleamos solos durante horas iban a valer la pena”, recordó tras el campeonato de su compañero el pedalista español, tricampeón de la Vuelta a Colombia.
De estar abajo 15 minutos en la mitad de la carrera, cuando empezaban las pruebas más duras de la montaña, Fabio Duarte pasó a ganarle la Vuelta a Hernando Bohórquez (EPM) por una diferencia de más de cinco minutos. Una remontada épica, fruto del trabajo que, como revelaron los miembros del Team Medellín, se planificó con más de seis meses de antelación.
“Habíamos hecho dos concentraciones previas. Estudiamos las llegadas a La Unión, al Alto del Vino y Somondoco. Sabíamos que ahí estaba el campeonato”, reveló tras el título el entrenador del equipo paisa. Y fue tal cual. Tras su recuperación de lo sucedido en Yarumal, Duarte dio el golpe y ganó en la quinta etapa, en una jornada en la que se retiraron casi una treintena de ciclistas por la rudeza de las condiciones climáticas. Y después, en Somondoco, llegó segundo y se trepó al primer puesto.
Y las palabras de Sevilla entonces cobraron sentido. El sobresfuerzo, la lejanía de casa y la familia, trajo un nuevo campeonato para Fabio Duarte, con el que se sumó a la lista de corredores que han sido bicampeones de la Vuelta, palmarés en el que están nombres como, por ejemplo, el de Fabio Parra.
“Ahora solo quiero volver a casa, a Guaduas. A descansar y a estar con mi familia. Quiero comer torta, porque cumplí años el sábado y no pude comer, para cuidarme para la crono del domingo”, dice Duarte, con la mirada tranquila sin delatar mucha felicidad en su rostro, pero sí la serenidad de quien es consciente del esfuerzo que hay detrás de la gloria. El sufrimiento que tuvo que aprender para ser campeón.
También: Primoz Roglic ganó el Criterium del Dauphiné; Esteban Chaves terminó séptimo
Sabe que vive un momento dulce y conoce la ironía de que su mejor etapa llegó al final de su carrera. Es curioso el proceso inverso de su historia, su retroceso para confirmarse como de los mejores ciclistas del panorama nacional justo en sus últimos años como profesional. Por ahora, no habla de metas cercanas, se centra en disfrutar las mieles del triunfo, la alegría del renacer, del nuevo comienzo. “Ojalá volver a ganar el Clásico, así como gané otra vez la Vuelta. Esos son los primeros pedalazos de todo ciclista colombiano, los triunfos que llevo en el corazón”.
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La cuarta etapa de la Vuelta a Colombia fue inexplicable para Fabio Duarte. La diferencia del corredor de Facatativá con Óscar Quiroz, el ganador ese día en Yarumal, fue de 14 minutos y 57 segundos. Había un aire de derrota. Después de trabajar durante meses, la carrera más importante de la temporada parecía escaparse en un solo día.
“¿Qué nos pasó?”, preguntó desencajado después de la fracción, pero nadie le respondió. Así lo narró José Julián el Chivo Velásquez, entrenador del Team Medellín, que recordó el ambiente tenso que había en el equipo después del golpe; el ánimo estaba por el suelo, los ojos estaban perdidos, nadie levantaba la cara, las miradas no se cruzaban y se decían pocas palabras. Había tristeza y desazón por la sensación de que la diferencia era demasiado grande.
Sobre todo para Fabio Duarte, el arma principal de la escuadra antioqueña para lograr el título. “Estaba desilusionado, porque había llegado con el objetivo de ser líder. Sabía que era su Vuelta y el golpe en Yarumal fue grande. No le dije nada a él ni al equipo. Ellos encontraron la respuesta solos, en la unidad del grupo, para sacar la carrera adelante”, dijo el estratega de la escuadra paisa.
Mire: Fabio Duarte, bicampeón de la Vuelta a Colombia
Un día después, tras la incertidumbre de la derrota, todo dio un vuelco y el corredor del Team Medellín ganó en La Unión (Antioquia). Y así empezó una remontada que quedará para el recuerdo. Seis días después de la debacle, el cundinamarqués se alzó con su segundo campeonato de la Vuelta a Colombia, tras el título que ya había conseguido en 2019. Fabio Duarte vive el mejor momento de su carrera. Es un corredor que tuvo que vivir con el peso de unas expectativas muy altas y que, a sus 36 años, está aprovechando su segunda oportunidad, dorada, de ensueño. Un pedalista consolidado, que es el vigente campeón de las dos carreras más importantes del país, pues además de la Vuelta, en octubre del año pasado ganó el Clásico RCN.
La importancia de aprender a bajar tan bien como se sube
Para ser el corredor que es hoy, Fabio Duarte tuvo que aprender a sufrir. Joven, despuntó como el futuro de los escaladores colombianos. La grandeza le fue prometida cuando, en 2008, en Italia, se coronó campeón mundial de ruta, categoría sub-23. Un título histórico y a la vez un rótulo pesado de cargar, que lo condenó a ir siempre por detrás de lo que se esperaba de él.
El niño facatativeño, que empezó inspirándose en Lucho Herrera, subiendo los altos del Vino y de Mondoñedo, y llorando porque no siempre podía ir tan rápido en la montaña como los “más grandes”, temprano cumplió su sueño de llegar a la élite y dar el salto a Europa.
Sin embargo, no fue lo prometido, sino todo lo contrario. “Fue difícil. En ese entonces solo había dos o tres colombianos en Europa y me costó mucho”, recuerda. No pudo consolidarse y le tomó casi tres años levantarse cuando volvió a Colombia tras su fracaso en Europa. Tras haber ganado la Vuelta de la Juventud en 2005, Fabio Duarte había repetido victorias en cada temporada hasta 2012, cuando rescindió el contrato que había firmado en Italia. Desde ese año, las victorias se esfumaron y a Duarte le tocó aprender que debía aguantar la “pálida” en la bajada, así como había disfrutado la vorágine de la subida en sus primeros años. “Viví momentos muy buenos y también muy malos. Mucha gente me dio la espalda, pero me dejó como enseñanza que tenemos que aprender a valorar la dureza del ciclismo. Hay que apreciar los buenos momentos y apoyar en los malos”.
Volvió a ganar hasta 2016, en Fusagasugá y Marinilla, cuando firmó con EPM. No obstante, su llegada al Team Medellín en 2019 fue el giro de tuerca que le dio un nuevo impulso a su carrera, la segunda oportunidad que lo llevó a la cima.
No es gratuito que considere casi un padre a Óscar Sevilla, el bastión del equipo antioqueño. Él le enseñó que para subir hasta donde le habían prometido tenía que sufrir, que debía esforzarse el doble para ver al final las recompensas.
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“Esta vuelta ha sido de las más bonitas porque fue la confirmación de nuestro trabajo. Cuando perdimos esos 15 minutos en Yarumal podríamos habernos derrumbado, habernos sentido derrotados porque físicamente estábamos destrozados, pero mentalmente no. Veníamos a ser campeones. Y le dije a Fabio que esto lo íbamos a remontar día a día, que esos momentos en los que nos mojamos entrenando y pedaleamos solos durante horas iban a valer la pena”, recordó tras el campeonato de su compañero el pedalista español, tricampeón de la Vuelta a Colombia.
De estar abajo 15 minutos en la mitad de la carrera, cuando empezaban las pruebas más duras de la montaña, Fabio Duarte pasó a ganarle la Vuelta a Hernando Bohórquez (EPM) por una diferencia de más de cinco minutos. Una remontada épica, fruto del trabajo que, como revelaron los miembros del Team Medellín, se planificó con más de seis meses de antelación.
“Habíamos hecho dos concentraciones previas. Estudiamos las llegadas a La Unión, al Alto del Vino y Somondoco. Sabíamos que ahí estaba el campeonato”, reveló tras el título el entrenador del equipo paisa. Y fue tal cual. Tras su recuperación de lo sucedido en Yarumal, Duarte dio el golpe y ganó en la quinta etapa, en una jornada en la que se retiraron casi una treintena de ciclistas por la rudeza de las condiciones climáticas. Y después, en Somondoco, llegó segundo y se trepó al primer puesto.
Y las palabras de Sevilla entonces cobraron sentido. El sobresfuerzo, la lejanía de casa y la familia, trajo un nuevo campeonato para Fabio Duarte, con el que se sumó a la lista de corredores que han sido bicampeones de la Vuelta, palmarés en el que están nombres como, por ejemplo, el de Fabio Parra.
“Ahora solo quiero volver a casa, a Guaduas. A descansar y a estar con mi familia. Quiero comer torta, porque cumplí años el sábado y no pude comer, para cuidarme para la crono del domingo”, dice Duarte, con la mirada tranquila sin delatar mucha felicidad en su rostro, pero sí la serenidad de quien es consciente del esfuerzo que hay detrás de la gloria. El sufrimiento que tuvo que aprender para ser campeón.
También: Primoz Roglic ganó el Criterium del Dauphiné; Esteban Chaves terminó séptimo
Sabe que vive un momento dulce y conoce la ironía de que su mejor etapa llegó al final de su carrera. Es curioso el proceso inverso de su historia, su retroceso para confirmarse como de los mejores ciclistas del panorama nacional justo en sus últimos años como profesional. Por ahora, no habla de metas cercanas, se centra en disfrutar las mieles del triunfo, la alegría del renacer, del nuevo comienzo. “Ojalá volver a ganar el Clásico, así como gané otra vez la Vuelta. Esos son los primeros pedalazos de todo ciclista colombiano, los triunfos que llevo en el corazón”.
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