El ciclista periodista Nicolás Borrás cuenta sus anécdotas en carreteras francesas.
Algo entendí rápidamente en Europa: en el trópico sí que conocemos el calor, como los 45 grados centígrados de Girardot o la costa Caribe; pero el frío, ese que baja de cero grados, no lo conocemos. Esto hizo que el verano francés pareciera más familiar. Un día el frío desapareció, las chaquetas ya se quedaban en el bolsillo durante los entrenamientos y las caramañolas, donde llevamos el agua, no eran suficientes para un entrenamiento.
Por Nicolás Borrás
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