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Cuando la carretera se empinaba, Lucho Herrera no tenía rival. Hizo sudar la gota gorda a grandes ciclistas de la época de los 80 como: Bernard Hinault, Greg Lemond, Pedro Perico Delgado, entre otros. Subía como pocos. Aceleraba y hacía ver a muchos como si se hubieran quedado frenados en el pavimento, como si fueran estatuas de cera adornando el paisaje. Fue uno de los grandes del ciclismo colombiano en esa década dorada en la que el país, gracias a las piernas del nacido en Fusagasugá logró celebrar por primera vez un triunfo en una de las tres grandes del deporte de las bielas y los pedales. Fue un ícono nacional y ahora lucha contra el cáncer de piel.
En el Tour de Francia fue el encargado de abrir el palmarés de victorias del país con una presentación memorable en Alpe de Huez. Sin embargo, el que quedó grabado en la memoria de los amantes de este deporte fue el que ganó en Saint Etienne el sábado 13 de julio de 1985. Una hazaña sin igual. A 10 kilómetros de meta sufrió una caída, que le dejó una herida en la cabeza, la sangre bajaba de la ceja izquierda y recorría toda su cara. Aún así se levantó, se montó en la bicicleta y siguió su camino: fue magia, perseverancia y ambición. Logró superar la meta y se subió al podio ensangrentado. Una foto para la posteridad.
Esa caída le dejó una secuela. En el programa Testigo Directo, el jardinerito confirmó que sufre de cáncer de piel. “Algún tejido quedó expuesto al sol por la cicatriz y se formó ese cáncer”, afirmó. Lucho recuerda ese momento como si lo estuviera viviendo, “me monté en la bicicleta y empecé a ver cómo estaba cayendo sangre. Me sentía bien y estaba consciente, así que decidí continuar. Así fue como gané”.
Una mancha en el brazo izquierdo que no era normal lo alertó y junto a ella otras más pequeñas. Acudió al dermatólogo, le hicieron la biopsia y salió positiva. El diagnóstico: cáncer de piel. “De joven no le paraba bolas, pero a la edad que tengo se ven las consecuencias”, dijo en el programa, en el que también aceptó que nunca se protegió la piel pese a que existían días en los que tenía que pedalear bajo un sol inclemente.
“Debe seguir un tratamiento porque con el daño solar crónico que presenta, las lesiones vuelven y aparecen. Ocasionalmente se le hacen sesiones de crioterapia, que sirve para quemar las lesiones con frío y así no tengan el chance de ser invasivas”, afirmó a Testigo Directo el dermatólogo del ciclista, Andrés Luque, quien también indicó que Herrera ya tuvo cánceres invasivos, los cuales debe seguir tratándose regularmente.