Mauricio Soler, premio Ejemplo de Vida El Espectador

Pese a que en 2011 sufrió un accidente en la Vuelta a Suiza que le dejó con más de 17 fracturas y lesiones, demostró cómo a punta de coraje, fe y el amor de su familia, está lleno de vida.

Redacción Deportiva
14 de diciembre de 2016 - 04:47 p. m.
Mauricio Soler, junto con sus padres María del Carmen Hernández y Manuel Antonio. Foto: Archivo
Mauricio Soler, junto con sus padres María del Carmen Hernández y Manuel Antonio. Foto: Archivo
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La sexta etapa de la Vuelta a Suiza 2011 cambió la vida de Mauricio Soler. El pedalista, quien había ganado la montaña en el Tour de Francia en 2007 y que era uno de los mejores ciclistas colombianos de ese momento, literalmente salió volando de su bicicleta, se golpeó fuertemente. El diagnóstico, contundente: trauma craneoencefálico severo, fractura de la base del cráneo lado izquierdo, fractura de las costillas números dos a la nueve, fractura compuesta de clavícula y escápula, laceración del riñón izquierdo, fractura compuesta del cuello del pie izquierdo y fractura del malar y temporal del pómulo, también izquierdo. Sí, estuvo al borde de la muerte, pero como todo escarabajo no dejó de luchar.

Estuvo durante cuatro días en coma inducido en un hospital suizo y desde Colombia y, sobre todo en Ramiriquí, Boyacá, su pueblo natal, la gente no dejó de rezar por la vida de uno de los deportistas nacionales que más se destacaban en el Viejo Continente. Por eso, cuando volvió al país, meses después de su trágico accidente, en la plaza de su pueblo le alzaron un monumento con herramientas agrícolas elaborado por sus coterráneos. Han pasado cinco años desde que la vida de Mauricio cambió para siempre. Sufrimiento, llanto y emociones encontradas fueron habituales en las jornadas de recuperación que mantenía junto a sus seres queridos, su esposa Patricia Flórez y su hijo, Juan Mauricio.

Soler nunca dejó de luchar, pero ese accidente acabó con su carrera de ciclista. No fue una decisión fácil de asimilar, porque ese deporte era su vida, su trabajo. Sin embargo, a pesar de todo lo vivido tiene la fortuna de estar vivo, de caminar. También recuperó su salud en un 90%, pese a que hay días en los que siente dolor en la rodilla, en el tobillo y que sufre de vértigo. Pero como bien lo dice: “todo es cuestión de acostumbrarse y de tener mucha paciencia y de nunca, pero nunca, perder la esperanza en la vida”.

Actualmente es el compañero de Víctor Hugo Peña en la coordinación deportiva del equipo Arroz Sonora. Esta es una nueva experiencia para Soler, quien recibió la invitación del único líder colombiano que ha tenido el Tour de Francia para que lo acompañara en esa nueva aventura y que no dudó en aceptar. Aunque le gusta el nuevo papel en su vida, él sabe que lo primordial sigue siendo su recuperación. “En mi mente siempre está mejorar cada día, es lo que más quiero y para eso trabajo fuertemente. Ya no voy a la clínica, pero trabajo todos los días en mi casa. He tenido una recuperación mínima. Voy lento, pero seguro”, dice Soler, de forma pausada al hablar.

Este boyacense ha demostrado que a pesar de los golpes de la vida, el ser humano está en la capacidad para levantarse y continuar su camino. Por esta razón El Espectador y Movistar homenajearon a este exciclista con el premio Ejemplo de Vida.

Por Redacción Deportiva

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