Me hubiera gustado competir en esta época: Cochise
Martín Emilio Rodríguez, cuatro veces campeón de la Vuelta a Colombia, es uno de los emblemas del deporte nacional.
Jesús Miguel de la Hoz, Enviado Especial
Cochise fue un jefe de los chiricahuas en Estados Unidos y lideró la guerra de los apaches en 1861. La historia de esta lucha fue adaptada en 1950 en la película Flecha rota, que a la postre sería la razón por la cual Martín Emilio Rodríguez sería conocido como Cochise. Apodo que luego registró como nombre y que identifica a uno de los grandes ciclistas de la historia del deporte nacional, ganador de cuatro Vueltas a Colombia y quien además se destacó en la pista, sobre todo en los 4.000 metros persecución individual.
Lo cierto es que desde pequeño Martín Emilio tuvo que tomar las riendas de líder y ayudar en su casa, debido al fallecimiento de su padre, Victoriano. Pero a pesar de esta ausencia, su madre, Gertrudis Gutiérrez, fue el ejemplo a seguir para que Cochise y sus cinco hermanos salieran adelante con disciplina.
A punta de trabajo se fueron abriendo camino en la vida. Martín Emilio comenzó vendiendo limones en la plaza de mercado de Cisneros y fue voceador de prensa, pero a los 14 años, cuando trabajaba en la farmacia Santa Clara, la historia del ciclista Cochise Rodríguez tomaría rumbo: su hermana Teresa le regaló $15 para conseguir su primera bicicleta. “Era como esas que utilizan en ciclomontañismo, pero sin cambios. Era rueda libre y atrás el plato era normal”. Con ella dio sus primeros pedalazos y gracias a su amigo Jorge Enrique Ríos participó en una doble al municipio de Barbosa.
“En esa carrera no me fue muy bien porque eran 200 ciclistas. Hacíamos ida y vuelta y en un punto intermedio descansábamos una hora. En la ida quedé de decimoquinto y en el regreso me tuve que retirar por calambres. Allí me desilusioné hasta que, trabajando en otra farmacia, logré cambiar de bicicleta, obtuve las famosas monaretas, y a partir de allí empecé a figurar”, dijo Martín Emilio Rodríguez en diálogo con El Espectador.
Cuando no le quedaba nada por ganar entre los amateurs, en 1961 debutó en la Vuelta a Colombia y obtuvo el título de mejor novato al quedar en la sexta posición. Lo que vino después lo convirtió en leyenda y en el mejor deportista colombiano del siglo XX. Este diario dialogó con esta gloria del deporte nacional, que alcanzó numerosos títulos para el país en la década de los 60 y principios de los 70.
¿Quién fue su ídolo de infancia?
Era muy seguidor de Rubén Darío Gómez, el Tigrillo de Pereira, porque aunque él era un hombre bajito, fue muy aguerrido. Recuerdo que lo vi por primera vez en una Vuelta a Colombia y me pareció fantástico ver un ciclista tan bajo de estatura y tan fuerte como él, tanto así que ganó dos vueltas, desbarató el lote de los antioqueños en caravana, que siempre atacaban en grupo y fue quien empezó a acabar con esa hegemonía.
¿Qué recuerdo tiene de sus participaciones en la Vuelta a Colombia?
La primera Vuelta a Colombia que corrí fue en 1961. Allí quedé como mejor novato y terminé en la sexta posición en la general. Al año siguiente finalicé en la segunda posición, a ocho segundos de Roberto Pajarito Buitrago. En esos tiempos no había mucha técnica para correr; esa vuelta debí haberla ganado yo si hubiéramos tenido una táctica, pero al no ser bien dirigida, se perdió por ocho segundos. Si fuera como hoy, que se planifican mejor las carreras, el resultado hubiera sido distinto. En el momento quedé un poquito triste al haber perdido una carrera tan dura como la Vuelta. En ese tiempo se corrían alrededor de 3.000 kilómetros sobre carreteras destapadas.
¿Y los años posteriores de la Vuelta?
Después le cogí el tiro a la Vuelta y aunque no fui un escalador nato, me defendía muy bien en la montaña y así logré ganar las vueltas del 63, 64, 66 y 67. El Ñatico Suárez me ganó en el año 65, me partió la racha de triunfos, pero de todas maneras fue bien conseguida. En esos años me volví un ídolo de la afición, en esa época uno tenía sus seguidores y así como había suaristas (por el Ñatico), alvaristas (por Álvaro Pachón), también hubo cochisistas, tanto así que a los niños que nacieron en esa época les ponían Martín, Javier o Álvaro. Fue una tradición que hubo entre los seguidores.
¿Dónde fue su primera competencia internacional?
Para los Centroamericanos y del Caribe que se disputaron en Kingston, Jamaica. Allí gané la medalla de oro en la prueba de los 4.000 metros persecución individual. Tenía 18 años y le gané al mexicano Mauricio Mata. Esa fue la primera salida para representar a Colombia.
¿Y en ciclismo en ruta compitió internacionalmente?
No mucho. Fue en pista donde tuve más opción de salir, puesto que me especialicé en los 4.000 metros, pero en el 68 fuimos a un Mundial que se llevó a cabo en Montevideo, Uruguay, para pruebas olímpicas. Quedé de cuarto en la ruta. Además, en los Olímpicos de México de ese año quedé noveno en pista y en ruta, sin embargo me fui contento con lo que hice.
¿Y el récord de la hora?
Sí, después logré el récord mundial de la hora amateur en México en 1970, me coroné campeón mundial en la prueba de los 4.000 metros persecución individual en Varese, Italia, y en 1972 me invitaron a ver al danés Ole Ritter, que iba a intentar batir el récord mundial de la hora, y allí me pidieron que fuera a entrenar con él. En ese año un barranquillero se empecinó en convertirme en profesional y no pude participar en los Olímpicos de Múnich, pero eso facilitó que me fuera para Italia a correr, ya que aquí en América no había ciclismo profesional.
¿El ciclismo de aquella época era más complicado que el de ahora?
Sí, uno corría muy rudimentariamente. En ese tiempo todos se atacaban entre sí, hasta los mismos compañeros de uno arrancaban sin decir nada; entonces, como todos éramos rivales, eso lo hizo más duro. A Cochise le tocaba defenderse solo, así que cuando alguien intentaba atacar, uno no contaba con un equipo que lo defendiera, como sí lo tuvo Froome en el reciente Tour de Francia.
¿Cuál es la competencia que más recuerda?
La primera Vuelta a Colombia. Porque fue muy emocionante saber que, a pesar de las dificultades, uno tenía la fortaleza para seguir escalando y afrontando todos los desafíos. Pero también recuerdo la primera vez que salí a representar a Colombia y escuchar el himno nacional. Eso me llenaba mucho de emoción y me erizaba.
¿Cree que el récord de seis victorias en Vueltas a Colombia que impuso Rafael Antonio Niño se romperá?
Es un poco difícil. Incluso las cinco Vueltas de Ramón Hoyos son también muy complicadas de igualar. Pero los récords están para batirse. De pronto llegará alguno que saque a relucir sus condiciones y que gane esa cantidad de competencias. Creo que va a ser muy difícil. Es como la marca de las 39 etapas de Vuelta a Colombia ganadas, que también va a ser difícil de batir.
¿Qué es lo que más extraña?
No estar joven para competir ahora. Porque no solamente las condiciones, sino las bondades que tiene el ciclismo hoy, me dan ganas de estar compitiendo en esta época, a ver qué pasaba.
Cochise fue un jefe de los chiricahuas en Estados Unidos y lideró la guerra de los apaches en 1861. La historia de esta lucha fue adaptada en 1950 en la película Flecha rota, que a la postre sería la razón por la cual Martín Emilio Rodríguez sería conocido como Cochise. Apodo que luego registró como nombre y que identifica a uno de los grandes ciclistas de la historia del deporte nacional, ganador de cuatro Vueltas a Colombia y quien además se destacó en la pista, sobre todo en los 4.000 metros persecución individual.
Lo cierto es que desde pequeño Martín Emilio tuvo que tomar las riendas de líder y ayudar en su casa, debido al fallecimiento de su padre, Victoriano. Pero a pesar de esta ausencia, su madre, Gertrudis Gutiérrez, fue el ejemplo a seguir para que Cochise y sus cinco hermanos salieran adelante con disciplina.
A punta de trabajo se fueron abriendo camino en la vida. Martín Emilio comenzó vendiendo limones en la plaza de mercado de Cisneros y fue voceador de prensa, pero a los 14 años, cuando trabajaba en la farmacia Santa Clara, la historia del ciclista Cochise Rodríguez tomaría rumbo: su hermana Teresa le regaló $15 para conseguir su primera bicicleta. “Era como esas que utilizan en ciclomontañismo, pero sin cambios. Era rueda libre y atrás el plato era normal”. Con ella dio sus primeros pedalazos y gracias a su amigo Jorge Enrique Ríos participó en una doble al municipio de Barbosa.
“En esa carrera no me fue muy bien porque eran 200 ciclistas. Hacíamos ida y vuelta y en un punto intermedio descansábamos una hora. En la ida quedé de decimoquinto y en el regreso me tuve que retirar por calambres. Allí me desilusioné hasta que, trabajando en otra farmacia, logré cambiar de bicicleta, obtuve las famosas monaretas, y a partir de allí empecé a figurar”, dijo Martín Emilio Rodríguez en diálogo con El Espectador.
Cuando no le quedaba nada por ganar entre los amateurs, en 1961 debutó en la Vuelta a Colombia y obtuvo el título de mejor novato al quedar en la sexta posición. Lo que vino después lo convirtió en leyenda y en el mejor deportista colombiano del siglo XX. Este diario dialogó con esta gloria del deporte nacional, que alcanzó numerosos títulos para el país en la década de los 60 y principios de los 70.
¿Quién fue su ídolo de infancia?
Era muy seguidor de Rubén Darío Gómez, el Tigrillo de Pereira, porque aunque él era un hombre bajito, fue muy aguerrido. Recuerdo que lo vi por primera vez en una Vuelta a Colombia y me pareció fantástico ver un ciclista tan bajo de estatura y tan fuerte como él, tanto así que ganó dos vueltas, desbarató el lote de los antioqueños en caravana, que siempre atacaban en grupo y fue quien empezó a acabar con esa hegemonía.
¿Qué recuerdo tiene de sus participaciones en la Vuelta a Colombia?
La primera Vuelta a Colombia que corrí fue en 1961. Allí quedé como mejor novato y terminé en la sexta posición en la general. Al año siguiente finalicé en la segunda posición, a ocho segundos de Roberto Pajarito Buitrago. En esos tiempos no había mucha técnica para correr; esa vuelta debí haberla ganado yo si hubiéramos tenido una táctica, pero al no ser bien dirigida, se perdió por ocho segundos. Si fuera como hoy, que se planifican mejor las carreras, el resultado hubiera sido distinto. En el momento quedé un poquito triste al haber perdido una carrera tan dura como la Vuelta. En ese tiempo se corrían alrededor de 3.000 kilómetros sobre carreteras destapadas.
¿Y los años posteriores de la Vuelta?
Después le cogí el tiro a la Vuelta y aunque no fui un escalador nato, me defendía muy bien en la montaña y así logré ganar las vueltas del 63, 64, 66 y 67. El Ñatico Suárez me ganó en el año 65, me partió la racha de triunfos, pero de todas maneras fue bien conseguida. En esos años me volví un ídolo de la afición, en esa época uno tenía sus seguidores y así como había suaristas (por el Ñatico), alvaristas (por Álvaro Pachón), también hubo cochisistas, tanto así que a los niños que nacieron en esa época les ponían Martín, Javier o Álvaro. Fue una tradición que hubo entre los seguidores.
¿Dónde fue su primera competencia internacional?
Para los Centroamericanos y del Caribe que se disputaron en Kingston, Jamaica. Allí gané la medalla de oro en la prueba de los 4.000 metros persecución individual. Tenía 18 años y le gané al mexicano Mauricio Mata. Esa fue la primera salida para representar a Colombia.
¿Y en ciclismo en ruta compitió internacionalmente?
No mucho. Fue en pista donde tuve más opción de salir, puesto que me especialicé en los 4.000 metros, pero en el 68 fuimos a un Mundial que se llevó a cabo en Montevideo, Uruguay, para pruebas olímpicas. Quedé de cuarto en la ruta. Además, en los Olímpicos de México de ese año quedé noveno en pista y en ruta, sin embargo me fui contento con lo que hice.
¿Y el récord de la hora?
Sí, después logré el récord mundial de la hora amateur en México en 1970, me coroné campeón mundial en la prueba de los 4.000 metros persecución individual en Varese, Italia, y en 1972 me invitaron a ver al danés Ole Ritter, que iba a intentar batir el récord mundial de la hora, y allí me pidieron que fuera a entrenar con él. En ese año un barranquillero se empecinó en convertirme en profesional y no pude participar en los Olímpicos de Múnich, pero eso facilitó que me fuera para Italia a correr, ya que aquí en América no había ciclismo profesional.
¿El ciclismo de aquella época era más complicado que el de ahora?
Sí, uno corría muy rudimentariamente. En ese tiempo todos se atacaban entre sí, hasta los mismos compañeros de uno arrancaban sin decir nada; entonces, como todos éramos rivales, eso lo hizo más duro. A Cochise le tocaba defenderse solo, así que cuando alguien intentaba atacar, uno no contaba con un equipo que lo defendiera, como sí lo tuvo Froome en el reciente Tour de Francia.
¿Cuál es la competencia que más recuerda?
La primera Vuelta a Colombia. Porque fue muy emocionante saber que, a pesar de las dificultades, uno tenía la fortaleza para seguir escalando y afrontando todos los desafíos. Pero también recuerdo la primera vez que salí a representar a Colombia y escuchar el himno nacional. Eso me llenaba mucho de emoción y me erizaba.
¿Cree que el récord de seis victorias en Vueltas a Colombia que impuso Rafael Antonio Niño se romperá?
Es un poco difícil. Incluso las cinco Vueltas de Ramón Hoyos son también muy complicadas de igualar. Pero los récords están para batirse. De pronto llegará alguno que saque a relucir sus condiciones y que gane esa cantidad de competencias. Creo que va a ser muy difícil. Es como la marca de las 39 etapas de Vuelta a Colombia ganadas, que también va a ser difícil de batir.
¿Qué es lo que más extraña?
No estar joven para competir ahora. Porque no solamente las condiciones, sino las bondades que tiene el ciclismo hoy, me dan ganas de estar compitiendo en esta época, a ver qué pasaba.