La Milán-San Remo: una batalla por llevarlo todo al extremo.
Este sábado se disputa el primer monumento de la temporada. Mathieu van der Poel y Wout van Aert, ganador en 2020, son dos de los grandes favoritos para quedarse con la victoria.
Camilo Amaya -@CamiloGAmaya
En una de las curvas de herradura, que antecede a un corto ascenso de una pista que más parece un barrizal, Mathieu van der Poel mueve el torso y la cabeza tratando de darles fuerza a unas piernas enjutas que parecen desfallecer ante el esfuerzo. Detrás viene una jauría de belgas para alcanzarlo. Bueno, él también nació en Bélgica, solo que representa a los Países Bajos, donde nació su papá.
El que comanda la acometida es Wout van Aert, seguido de Quinten Hermans y Daan Soete. Todos ponen pie en tierra -literal- para poder subir, mientras que Van der Poel toma una pequeña ventaja al permanecer sobre el sillín. Más adelante, en un circuito de sube y baja, el neerlandés aumenta la distancia y no deja de pedalear, pese a la dificultad que lo obliga a maniobrar para no caerse. Van Aert acelera en la última vuelta, pero no puede atrapar a su rival.
Van der Poel, incrédulo, celebra en solitario con un tiempo de 43 minutos y 36 segundos. Su rostro, de facciones fuertes y angulosas, cambia de expresión y se nota un gesto anémico producto del desgaste, y también de felicidad. Es el nuevo campeón mundial júnior del ciclocrós. Ocho segundos por detrás llega Van Aert, que levanta los brazos y festeja la medalla de plata.
“No me sentí bien en el principio, las piernas no me respondían, pero al final el cuerpo me respondió y tuve las fuerzas de rematar”, dijo Van der Poel, el nieto de Raymond Poulidor, en un inglés perfecto, idioma que domina como el francés, la lengua de su madre.
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Eso pasó en 2012, el año en el que el neerlandés, en su primera temporada como juvenil, ganó 21 de las 24 pruebas que disputó. Desde entonces, y paulatinamente, todo se ha juntado para que estos dos ciclistas extraordinarios vivan duelos cautivadores, como las dos veces que Van der Poel se quedó con el Mundial de Ciclocrós de mayores sobre Van Aert (2019 y 2021) o el triunfo en el Tour de Flandes del año pasado, que necesitó la precisión de la tecnología para saber quién era el vencedor (Van der Poel).
Si bien en los duelos directos el neerlandés tiene la ventaja, el historial de victorias del belga es deslumbrante con títulos en la Strade Bianche y la Milán-San Remo, en 2020, sin dejar de lado las tres etapas del Tour de Francia que se ha adjudicado, la misma cantidad del Critérium del Dauphiné y las dos en la Tirreno Adriático, competencia en la que este año fue segundo en la general.
“Van der Poel es más potencia y fuerza como un caballo desbocado. Van Aert es la estrategia y la ventaja que da el ser calculador. Claro, eso no quiere decir que no sea un portento de ciclista. Seguramente, entre ambos, ganarán muchos monumentos”, dijo Roger de Vlaeminck (Eeklo, 1947), uno de los tres corredores que han obtenido las cinco clásicas más importantes del mundo (los otros dos son Eddy Merckx y Rik Van Looy).
La diferencia de edades es apenas de cuatro meses y cuatro días (Van Aert es mayor), pero la convicción apasionada es similar, por no decir igual, si es que el entusiasmo y la vehemencia son medibles y comparables. Tanto el neerlandés como el belga se criaron solos con sus bicicletas, compitieron en tres modalidades (lo siguen haciendo en dos) y se formaron en el pavé y en una tierra en la que el espíritu de aventura desborda cualquier raciocinio.
Lea aquí: La historia de Eddy Merckx, la leyenda belga
Y los dos buscarán consagrarse hoy en la Milán-San Remo, la carrera más larga de la temporada (299 km), una cita que con solo ganarla ya permite el apelativo de campeón. Van Aert lo hizo el año pasado y puede que esa experiencia le dé la delantera, aunque en el deporte mismo casi siempre tiene éxito quien cuenta con el deseo, la necesidad y, sobre todo, el sentido de la oportunidad.
El tercer invitado a la batalla
Más allá de Van der Poel y Van Aert, los ciclistas que atacan y corren porque sí (puras sensaciones y ganas), hay otro que ya los ha derrotado, que también es un especialista en este tipo de pruebas y que, no en vano, lleva el maillot de arcoíris: Julian Alaphilippe. El francés, campeón de la Milán-San Remo en 2019 y subcampeón en 2020, respira tranquilo cuando otros a duras penas lo hacen. Y las clásicas son su terreno preferido.
Alaphilippe es el más veterano de las tres estrellas del momento (28 años), superó a Van Aert en el Mundial de Ruta de Imola en 2020 y no pudo estar en la pelea en el Tour de Flandes del mismo año al estrellarse con una moto. Seguramente él y Van Aert, incluso el colombiano Sergio Higuita (el otro corredor nacional en competencia será Fernando Gaviria), atacarán en el Poggio, un ascenso de cinco kilómetros cerca de la meta para tratar de darle un golpe a Van der Poel, que no va tan bien para arriba como los otros.
En contexto: Julian Alaphilippe, el rockanrolero del Tour
Probablemente el neerlandés hará su habitual arremetida mucho antes, en la Cipressa quizá, lejos de la llegada (28 km) y tal cual lo hizo en la quinta etapa de la Tirreno Adriático cuando salió, simplemente, porque no aguantó el frío. Y ganó. Y puede que lo haga porque tenga en mente que hace 60 años su abuelo, Poulidor, se quedó con la victoria por delante de Van Looy y Rino Benedetti.
Todo se definirá en la Vía Roma luego de kilómetros y kilómetros devastadores, de equipos protegiendo a sus líderes y de un pelotón que rodará de manera gradual para pasar de la tensa calma al frenesí. Y al final tal vez aparezcan, palmo a palmo, Van der Poel, Van Aert, Alaphilippe y, por qué no, Higuita, que ha demostrado que no le teme a embalar y meterse entre ciclistas con más talla.
Por: Camilo Amaya
En Twitter: CamiloGAmaya
En una de las curvas de herradura, que antecede a un corto ascenso de una pista que más parece un barrizal, Mathieu van der Poel mueve el torso y la cabeza tratando de darles fuerza a unas piernas enjutas que parecen desfallecer ante el esfuerzo. Detrás viene una jauría de belgas para alcanzarlo. Bueno, él también nació en Bélgica, solo que representa a los Países Bajos, donde nació su papá.
El que comanda la acometida es Wout van Aert, seguido de Quinten Hermans y Daan Soete. Todos ponen pie en tierra -literal- para poder subir, mientras que Van der Poel toma una pequeña ventaja al permanecer sobre el sillín. Más adelante, en un circuito de sube y baja, el neerlandés aumenta la distancia y no deja de pedalear, pese a la dificultad que lo obliga a maniobrar para no caerse. Van Aert acelera en la última vuelta, pero no puede atrapar a su rival.
Van der Poel, incrédulo, celebra en solitario con un tiempo de 43 minutos y 36 segundos. Su rostro, de facciones fuertes y angulosas, cambia de expresión y se nota un gesto anémico producto del desgaste, y también de felicidad. Es el nuevo campeón mundial júnior del ciclocrós. Ocho segundos por detrás llega Van Aert, que levanta los brazos y festeja la medalla de plata.
“No me sentí bien en el principio, las piernas no me respondían, pero al final el cuerpo me respondió y tuve las fuerzas de rematar”, dijo Van der Poel, el nieto de Raymond Poulidor, en un inglés perfecto, idioma que domina como el francés, la lengua de su madre.
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Eso pasó en 2012, el año en el que el neerlandés, en su primera temporada como juvenil, ganó 21 de las 24 pruebas que disputó. Desde entonces, y paulatinamente, todo se ha juntado para que estos dos ciclistas extraordinarios vivan duelos cautivadores, como las dos veces que Van der Poel se quedó con el Mundial de Ciclocrós de mayores sobre Van Aert (2019 y 2021) o el triunfo en el Tour de Flandes del año pasado, que necesitó la precisión de la tecnología para saber quién era el vencedor (Van der Poel).
Si bien en los duelos directos el neerlandés tiene la ventaja, el historial de victorias del belga es deslumbrante con títulos en la Strade Bianche y la Milán-San Remo, en 2020, sin dejar de lado las tres etapas del Tour de Francia que se ha adjudicado, la misma cantidad del Critérium del Dauphiné y las dos en la Tirreno Adriático, competencia en la que este año fue segundo en la general.
“Van der Poel es más potencia y fuerza como un caballo desbocado. Van Aert es la estrategia y la ventaja que da el ser calculador. Claro, eso no quiere decir que no sea un portento de ciclista. Seguramente, entre ambos, ganarán muchos monumentos”, dijo Roger de Vlaeminck (Eeklo, 1947), uno de los tres corredores que han obtenido las cinco clásicas más importantes del mundo (los otros dos son Eddy Merckx y Rik Van Looy).
La diferencia de edades es apenas de cuatro meses y cuatro días (Van Aert es mayor), pero la convicción apasionada es similar, por no decir igual, si es que el entusiasmo y la vehemencia son medibles y comparables. Tanto el neerlandés como el belga se criaron solos con sus bicicletas, compitieron en tres modalidades (lo siguen haciendo en dos) y se formaron en el pavé y en una tierra en la que el espíritu de aventura desborda cualquier raciocinio.
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Y los dos buscarán consagrarse hoy en la Milán-San Remo, la carrera más larga de la temporada (299 km), una cita que con solo ganarla ya permite el apelativo de campeón. Van Aert lo hizo el año pasado y puede que esa experiencia le dé la delantera, aunque en el deporte mismo casi siempre tiene éxito quien cuenta con el deseo, la necesidad y, sobre todo, el sentido de la oportunidad.
El tercer invitado a la batalla
Más allá de Van der Poel y Van Aert, los ciclistas que atacan y corren porque sí (puras sensaciones y ganas), hay otro que ya los ha derrotado, que también es un especialista en este tipo de pruebas y que, no en vano, lleva el maillot de arcoíris: Julian Alaphilippe. El francés, campeón de la Milán-San Remo en 2019 y subcampeón en 2020, respira tranquilo cuando otros a duras penas lo hacen. Y las clásicas son su terreno preferido.
Alaphilippe es el más veterano de las tres estrellas del momento (28 años), superó a Van Aert en el Mundial de Ruta de Imola en 2020 y no pudo estar en la pelea en el Tour de Flandes del mismo año al estrellarse con una moto. Seguramente él y Van Aert, incluso el colombiano Sergio Higuita (el otro corredor nacional en competencia será Fernando Gaviria), atacarán en el Poggio, un ascenso de cinco kilómetros cerca de la meta para tratar de darle un golpe a Van der Poel, que no va tan bien para arriba como los otros.
En contexto: Julian Alaphilippe, el rockanrolero del Tour
Probablemente el neerlandés hará su habitual arremetida mucho antes, en la Cipressa quizá, lejos de la llegada (28 km) y tal cual lo hizo en la quinta etapa de la Tirreno Adriático cuando salió, simplemente, porque no aguantó el frío. Y ganó. Y puede que lo haga porque tenga en mente que hace 60 años su abuelo, Poulidor, se quedó con la victoria por delante de Van Looy y Rino Benedetti.
Todo se definirá en la Vía Roma luego de kilómetros y kilómetros devastadores, de equipos protegiendo a sus líderes y de un pelotón que rodará de manera gradual para pasar de la tensa calma al frenesí. Y al final tal vez aparezcan, palmo a palmo, Van der Poel, Van Aert, Alaphilippe y, por qué no, Higuita, que ha demostrado que no le teme a embalar y meterse entre ciclistas con más talla.
Por: Camilo Amaya
En Twitter: CamiloGAmaya