Nairo Quintana y el camino del héroe
Regresó la esperanza y la ilusión de los ataques de Nairo Quintana en las montañas de Europa con su retorno al Movistar.
Andrés Osorio Guillott
Es el camino del héroe. Es el momento de la recompensa y el regreso. Ya volvió de la aventura, ya enfrentó a los lestrigones y a los cíclopes. Los enemigos quedaron atrás. El ahora promete y el porvenir trae bajo el brazo la ilusión de volver a tocar el cielo tras conquistar todas las cumbres encima de su bicicleta. Nairo Quintana está de vuelta.
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Es el camino del héroe. Es el momento de la recompensa y el regreso. Ya volvió de la aventura, ya enfrentó a los lestrigones y a los cíclopes. Los enemigos quedaron atrás. El ahora promete y el porvenir trae bajo el brazo la ilusión de volver a tocar el cielo tras conquistar todas las cumbres encima de su bicicleta. Nairo Quintana está de vuelta.
Qué año difícil, hermano. Pero Nairo Quintana está hecho de otra piel, de la misma que se hace fuerte sembrando y cosechando la tierra en las alturas y las heladas de Boyacá. Tiene la fuerza campesina que muchos no entendemos, que muchos otros subestiman, pero que sin duda explica por qué su pellejo es tan fuerte como su convicción por no desfallecer.
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Nairo Quintana es el ciclismo colombiano. Tan lo es que en el año de su ausencia las victorias se disiparon en la niebla. Será difícil perdonar a quienes causaron que nos perdiéramos una temporada sin ‘Nairoman’. En cada carrera lo extrañamos. En una época en la que los jóvenes marcan un ritmo despiadado en el ciclismo, un veterano como él podría recordarle a sus contemporáneos que siguen vigentes y que el espectáculo no es algo exclusivo para los osados que no pasan de 25 años.
Entrenó aquí y allá. En silencio. Llevando el viacrucis por dentro. No lo vimos en carreras. Algunos se lo toparon en las carreteras, entre montañas y sombras. Quedarse quieto no era una opción. La fuerza para regresar la nutrió aprovechando el tiempo con su familia, con los suyos, con los que no te abandonan en las malas y las maduras. Viajó a Europa en varias ocasiones para encontrar su equipo. Cada No podía verse como una derrota. Pero no hubo al final adversidad lo suficientemente grande como para derrumbar las convicciones y la terquedad de Nairo.
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Le apostó al crecimiento de su marca a lo largo de este año. No descuidó las otras dimensiones de su vida. Como deportista sabe que sus negocios podrán darle el sustento suficiente para cuando el retiro definitivo llegue. No era el momento para ponerle fin a su carrera. Aún quedaba un último baile. Se pondrá los mejores zapatos, el mejor atuendo, pondrá su canción preferida y ahí estará ofreciendo el mejor show otra vez.
“Ha sido un año difícil, días sin dormir, días con mucho sacrificio (...) pero les cuento que ha valido la pena porque regreso a casa”, dice Nairo en el video con el que fue presentado nuevamente en Movistar, equipo que dejó en 2019 para irse al Arkea Samsic y al que vuelve para pelear nuevamente por las grandes carreras, por las grandes hazañas.
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Un sorbo de nostalgia mezclado con una pizca de ilusión. Otra vez esa gran M se verá en su pecho, así como la vimos cuando ganó en 2014 el Giro de Italia y en 2016 la Vuelta a España, o cuando fue segundo en el Tour de Francia tanto en 2013 como en 2015. Su rol en principio no será de líder, o así lo hizo saber Eusebio Unzué, director del Movistar, pero el protagonismo no depende de lo que diga el papel y de lo que se hable en el bus, sino en la hora de la verdad, sobre la bicicleta y con los valores que muestre en cada carretera.
Su vieja casa le abrió las puertas. Volver. Volver a casa. Volver a creer. Volver a soñar. Nairo está de vuelta. Una frase que nos alegra, un hecho que le hace justicia a su trabajo y a su carrera. El ciclismo merece tenerlo. Hoy el otoño europeo vio florecer las ilusiones de un hombre que ha sabido conquistar sus montañas. Una borrasca se sintió en Andorra con las buenas nuevas de su retorno y los aires de victoria soplan de nuevo a su favor.
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