Pacho, un ciclista nato

En 1985, Francisco Rodríguez fue tercero en la Vuelta a España. Ahora trabaja con el IDRD y aceptó una invitación para acompañar al equipo de Seguridad Vial en la ronda nacional.

Jesús Miguel de la Hoz - Enviado Especial La Dorada
08 de agosto de 2017 - 12:24 p. m.
Francisco “Pacho” Rodríguez, figura del ciclismo colombiano en los años 80, podio de una Vuelta a España. / Mauricio Alvarado
Francisco “Pacho” Rodríguez, figura del ciclismo colombiano en los años 80, podio de una Vuelta a España. / Mauricio Alvarado
Foto: MAURICIO ALVARADO
Resume e infórmame rápido

Escucha este artículo

Audio generado con IA de Google

0:00

/

0:00

Una bicicleta gris, de rines grandes y sin cambios, fue el primer amor de Francisco Pacho Rodríguez. Pero era prohibida. Sólo la podía ver de lejos, a veces a escondidas la tocaba, aunque nunca tuvo la oportunidad de pedalear sobre ella. Su hermano, Manuel, la cuidaba como a la niña de sus ojos: era su herramienta de trabajo y con ella compitió en algunos circuitos. Todo esto hizo que Pacho lo admirara: era su modelo a seguir. “Siempre quise ser como él”, dice con la mirada perdida sobre el asfalto, reviviendo ese momento que quedó perdido en el tiempo, pero que regresa a su memoria con facilidad, como si hubiera acabado de vivirlo.

Curiosamente, un cuñado suyo le cumplió un sueño de niño: tener una bicicleta. Fue un regalo que le hizo al conocer sus gustos. Rodríguez no la utilizó para competir, sino que se metió a hacer domicilios en una droguería, emulando a su hermano. Pero fue una actividad fugaz. No le duró más de una semana. En su primer día de trabajo, realizando una entrega, dejó la cicla unos minutos en la calle en el barrio El Batán, al norte de Bogotá, y al regresar no la encontró. Se la habían robado. Fue un duro golpe. El dolor era tan grande que cuando regresó a la droguería, el dueño se apiadó y le prestó una panadera. No era nueva, pero Pacho la aprovechó. “Para montarla me tocaba meterme debajo de la barra”, cuenta.

Pero esta mala experiencia no acabó con su sueño. En esa época (1972) se ganaba $400 al mes y en tres meses ahorró para comprar una bicicleta nueva. Con el paso del tiempo tuvo que hacer cambios en la coraza y en la cadena porque se fueron gastando. Vivía y trabajaba para su bicicleta. Hasta que se animó a competir. No le fue mal. En una carrera en su barrio (El Batán) finalizó en la segunda posición. Esto le sirvió para meterse de lleno en el mundo del ciclismo. “Desde entonces me empecé a entrenar con más regularidad”, afirma, y con el paso de los años se convirtió en uno de los mejores ciclistas jóvenes del país. “Gané todos los chequeos en los que se corría con el club Ciclo Ases de la Liga de Cundinamarca”.

Su carrera no tardó en despegar. Compitió en la Vuelta de la Juventud y después en la Vuelta a Colombia, pruebas en las que logró destacarse en las clasificaciones de novatos, montaña y regularidad. Incluso fue segundo en la Vuelta de 1984.

Esas presentaciones abrieron los ojos del equipo Splendor. “Samuel Calderón hizo la mediación y me fui a vivir a Bélgica un año. Fue un cambio notable, porque venía de vivir en un lugar lleno de montañas y terminé en una ciudad en la que no se veía ningún alto”, afirma aún con asombro.

Con el equipo belga debutó nada más ni nada menos que en el Tour de Francia. En un año mágico en el que Luis Alberto Herrera logró la primera victoria de un pedalista nacional en esa competencia. Allí, Pacho se batió como un león y finalizó en la posición 45. Fue el único Tour que terminó en su carrera, pues se retiró en 1985, 86 y 87. “Es una carrera que siempre deseas que se acabe y cuando por fin finaliza te da una nostalgia inexplicable”, admite.

Su mejor momento lo vivió en la Vuelta a España en 1985. En esa competencia brilló. Su pedaleo era mortífero. Una caída en la tercera etapa lo privó de la opción de ganar. “Perdí 28 segundos, que después me costaron. Después Perico Delgado cogió desconcentrado a Robert Millar y le ganó la carrera. La suerte tiene mucho que ver en este deporte”.

En 1991 decidió ponerle fin a su carrera, porque sentía que lo superaban con facilidad. Desde entonces ha manejado buses, busetas, taxis, tractomulas y fue entrenador de tenis, su otra pasión. Ahora trabaja con el Instituto Distrital de Recreación y Deporte y en la actual Vuelta a Colombia aceptó la invitación del equipo Agencia Nacional de Seguridad Vial para ayudar a concienciar a los conductores para que respeten a los ciclistas.

@J_Delahoz

jdelahoz@elespectador.com

Por Jesús Miguel de la Hoz - Enviado Especial La Dorada

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.
Aceptar