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La decisión se tenía que tomar en cuestión de segundos. Era la última de cuatro vueltas de la novena etapa del Giro Rosa, que este año terminó en Motta Montecorvino, al nororiente de Nápoles, con un recorrido de 110 kilómetros y un duro ascenso de segunda categoría.
Un grupo se preparaba para iniciar la fuga y pese a estar conectada con su equipo, la colombiana Paula Patiño sabía que la decisión era solo suya y no había tiempo de pensarlo dos veces: seguirlas en busca de una mejor posición en la general o no arriesgarse, pues hasta ahora era su segunda participación en la carrera de ciclismo femenina más importante del mundo, uno de sus más grandes sueños.
Sin vacilaciones se unió al grupo en el que iban 27 ciclistas, una de las cuales era Jelena Eric, una de sus compañeras en el Movistar Team. “Al principio no sabía si la había embarrado, pero cuando la fuga empezó a coger más ventaja ya sabíamos que, con el tiempo que llevaba, iba a subir varias posiciones en la general. En ese momento el director que nos acompañaba, Pablo Lastras, pasó adelante con nosotras y ya me fue explicando que nos convenía, porque yo era la mejor posicionada de la general y había que seguirle dando y motivar el grupo para seguir al frente”, dice Patiño.
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La resistencia que mantuvo junto a Eric la dejó a 39 segundos de la ganadora de esa etapa, con lo que pudo saltar del puesto 13 al octavo en la general, la mejor posición que una colombiana ha obtenido en el Giro Rosa, resultado de 10 años en los que la constancia y la disciplina han sido puntos claves en el crecimiento de esta ciclista de La Ceja (Antioquia).
Al principio, cuando estaba pequeña, se le medía a todas las disciplinas que le ponían a practicar en el centro de iniciación deportiva de su municipio. Le gustaba el atletismo, pero la motivación por el ciclismo fue creciendo cuando su hermano mayor se inclinó por la bicicleta. Empezó con pista y ruta en categorías menores, de la mano de Hernando Gaviria, papá del ciclista Fernando Gaviria.
Luego, por su alto rendimiento, fue fichada por Carlos Mario Jaramillo, quien la incluyó en el equipo Coldeportes-Zenú, con el que ganó una medalla de plata en la persecución por equipos en el Campeonato Nacional, pero la ruta era lo que la motivaba, como lo demuestra el bronce que alcanzó en los Juegos Panamericanos y la etapa que ganó en la Vuelta a Colombia femenina.
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El premio a su esfuerzo fue ir a Suiza. La Unión Ciclística Internacional la escogió en el grupo de 100 ciclistas jóvenes de varios países, para formarse en el Centro Mundial de Ciclismo, en Aigle, donde estuvo por dos años, en dos temporadas de seis meses, enfocada en la ruta. Llegó sin saber absolutamente nada de inglés, el idioma oficial en la concentración.
“Al principio estaba muy perdida y no entendía nada, pero poco a poco, con la ayuda de un entrenador español que me explicaba un poco, empecé a entender más y la convivencia también sirve mucho. Uno va captando más palabras. No lo hablo súper bien, pero sí lo entiendo”.
La formación no cambió mucho. La exigencia fue mayor y la disciplina era vital, pues de ella dependía cumplir con las metas diarias que incluían hasta doble entrenamiento, en gimnasio y en bicicleta. También le ayudó su constancia, porque ya tenía claro que el ciclismo era a lo que quería dedicarse en la vida. “No me dio tan duro cumplir con los horarios, porque allá no hacía más que entrenar y descansar. Lo importante fue ser echada para adelante, que es lo que tenemos los colombianos y que hace que cumplamos lo que nos proponemos”.
En medio de las competiciones en Europa, Eusebio Unzué, gerente general del Movistar Team, la fichó para hacer parte de la escuadra. Sin pensarlo, aceptó y firmó un contrato hasta 2021, en el que tenía clara su meta: llegar al Giro Rosa, lo que pronto se dio, pues en 2019 debutó en la competición, donde quedó en el puesto 23 de la general y en el segundo entre las jóvenes. Además de ello, en su primer año en el World Tour estuvo entre las veinte mejores en La Course by Le Tour de France.
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Este año la pandemia cambió un poco el panorama. La cuarentena la pasó junto a sus padres, pues llegó de España justo dos días antes de que cerraran los aeropuertos nacionales. Le tocó entrenar con rodillos para bicicleta y aplicaciones, así como ingeniárselas para continuar el ejercicio de gimnasio con lo tenía en casa.
Ya de vuelta en Europa, también le tocó tomar difíciles decisiones, pues, pese a sus buenos resultados en las primeras etapas del Tour de L’Ardeche, tuvo que retirarse antes de que comenzara la quinta jornada para llegar en las mejores condiciones al Giro Rosa de este año. Y sí que valió la pena.
“Lo había pensado, pero no tan rápido. Apenas el año pasado fue mi primera participación. Fue una buena actuación, pero sabía que me faltaba más trabajo, conocer más de la carrera y esos momentos claves para saber dónde poder estar con las mejores. Lo había pensado, pero no sabía si este año podría estar entre las diez”, afirma Patiño.
Por eso su reto será seguir mejorando y aprender de la carrera para llegar cada vez más alto. Ahora está en La Ceja con su familia y su novio, con quien sale a entrenar recorriendo el oriente antioqueño. Lo hace a diario y por horas dependiendo de los objetivos que esté preparando.
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Movistar le renovó contrato hasta 2023 y aunque deberá reunirse con su equipo para definir el cronograma del próximo año, espera competencias como las Clásicas de las Ardenas, que este año disfrutó y en las que espera figurar para cumplir otro de sus objetivos: abrirle paso al ciclismo femenino colombiano.
“Nos falta más apoyo, que las empresas privadas se interesen más en fomentarlo. Ya se empezó, va en camino, el talento está y el ciclismo femenino va a dar de qué hablar”.