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No es una casualidad que la carrera de ciclismo de ruta de los Olímpicos de Tokio 2020 se haya organizado para que su escenografía fuera el Monte Fuji. A las 11 de la mañana comenzó la pelea por la medalla de oro en la que 130 pedalistas se enfrentan a una de las rutas más exigentes que haya tenido esta categoría en los juegos: 234 kilómetros en total, de los cuales 4,865 metros son en subida. En uno de los sitios más venerados por el pueblo nipón por su estrecha relación con la religión y su cultura.
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Son cinco premios de montaña con una perla: la subida al monte Mikuni Pass que tiene un promedio del 10 % de inclinación y una extensión de 6,5 kilómetros, que la convierte en un premio de primera categoría. Los colombianos en esta catregoría son: Nairo Quintana, Rigoberto Urán, Esteban Chaves y Sergio Higuita. La cadencia, potencia y regulación de los corredores será clave, especialmente porque se enfrentan a un porcentaje de humedad de más del 60%. Un desgaste físico y mental en una tierra sagrada para quienes practican el sintoísmo (religión originaria de Japón) y crucial para la cultura japonesa.
Gran parte de sus creencias están ligadas con la veneración del mundo natural, animales, montañas o plantas. A ellos se refieren como Kamis y, claro, el monte Fuji es uno de ellos. Junto a la princesa que la representa: Konohanasakuya. Para los japoneses, esta montaña de pico puntudo y nevado, es una deidad en donde se encuentran una serie de santuarios (Segen) y subir hasta ellos es un recorrido de extrema espiritualidad. La princesa Konohanasakuya, que es al mismo tiempo la princesa de todos el resto de volcanes de Japón (siendo Fuji uno de ellos), y el símbolo de otro ícono japonés: el árbol de cerezo.
Quienes creen en Konohanasakuya tienen la convicción que es la princesa la encargada de evitar que Fuji erupcione. El símbolo de Fuji, no solo en el ámbito religioso (porque, además, allí también residen templos budistas), es también crucial en la cultura japonesa. No por nada la obra más representativa de la xilografía japonesa es la serie de Hokusai Fugaku sanjūrokkei (Las 36 vistas del monte Fuji). La más famosa de todas: La gran ola de Kanagawa que es, a la vez, un símbolo de la naturaleza japonesa.
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Japón es un territorio de símbolos. Y en los Olímpicos de Tokio 2020 no pareciera haber un movimiento o decisión de la organización que no corresponda a uno de ellos. Y la elección de la competición de ciclismo de ruta no es la excepción. No solo trazaron una ruta para marcar un hito en la exigencia de esta prueba en los juegos, sino que la definieron en un lugar transversal para la cultura japonesa. Aunque es probable que el monte no se asome para la fotografía que pasará a la historia por un densa capa de nubes que lo han cubierto gran parte de la mañana, su presencia está latente, aún sin poder verlo.