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Primoz Roglic, con la casta de los grandes campeones de la historia

La del esloveno, que dominó la Vuelta a España 2021 de principio a fin, es una historia de superación y perseverancia. Su extraordinario palmarés es muestra del talento y mentalidad ganadora de un deportista serio y consagrado que hace apenas nueve años era esquiador profesional.

05 de septiembre de 2021 - 06:33 p. m.
Primoz Roglic celebrando una de sus cuatro victorias en la Vuelta a España 2021.
Primoz Roglic celebrando una de sus cuatro victorias en la Vuelta a España 2021.
Foto: Agencia EFE
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El esloveno Primoz Roglic, nacido en Trbovlje hace 32 años, se convirtió este domingo en triple campeón de la Vuelta a España, tras haber ganado hace apenas un mes el título olímpico de contrarreloj, en Tokio 2020. Dominó la ronda ibérica de principio a fin. Ganó cuatro etapas, entre ellas las dos cronos en la inauguración y la clausura.

El mejor ciclista de la UCI el año pasado, tiene un logotipo personal que refleja una rueda con alas. Lo suyo fue volar con los esquís hasta los 22 años, después ha seguido volando, primero con la imaginación y luego con la bicicleta. En el águila eslovena impera la ambición, nacida de un reto personal y pulida con el trabajo.

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Triunfó sobre los esquís, pero dejó ese deporte en 2012 tras lesionarse seriamente. Llegó a la bicicleta a través del duatlón. Le gustaban más los pedales que las zapatillas de correr y tocó la puerta del ciclismo, tarde, pero a tiempo para alcanzar la gloria.

Comenzó con dificultades, esfuerzos económicos enormes. Trabas que fue saltando como si aún tuviera puestos los esquís. Terco y ambicioso como él solo, en poco tiempo se salió con la suya. Nueve años después de comenzar con la bici, su palmarés es envidiable: Un oro olímpico, tres Vueltas a España, segundo en el Tour, tercero en el Giro, Lieja Bastoña, Vuelta al País Vasco....

Cuando todavía no era conocido, Roglic soñaba por todo lo alto, como ahora. Es un tipo calculador, metódico, frío, no se puede decir que sea antipático porque no sonría con facilidad en público o ante la prensa. Prefiere la discreción y expresarse en la carretera.

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Se hizo ciclista en el entorno de Liubliana, en el equipo continental Radenska. Entró a la escuadra en 2012 con mucho esfuerzo e incluso retando a los que no confiaban en él por su avanzada edad para iniciarse. El excorredor esloveno Andrej Hauptman, se ocupaba de los juveniles y de los sub 23 del citado equipo. Fue el primero que escuchó los anhelos ciclistas de Roglic.

“Me dijo que había dejado el esquí, que había descubierto el ciclismo y que quería ser profesional. Pensé que eso era imposible, pero él insistió. Le mandé al equipo amateur y le dije que tenía que comprarse la bici y pagar la licencia, y que eso le iba a costar 5.000 euros. Era una explicación para quitármelo de encima”, dice.

Ahí quedó el desafío para el saltador. Una especie de primera etapa con puertos imposibles. Y la superó. Hauptman tuvo que atender una llamada telefónica. Era Roglic. “Me llamó y me dijo :”Hola, soy Primoz Roglic, se acuerda de mi?. Tengo el dinero y la bicicleta”.

Roglic no regateó esfuerzos. Le pidió los 5.000 euros a su padre y se puso a trabajar en un supermercado para reunir la cifra. El técnico sigue recordando aquellos primeros pasos del campeón en potencia del que desconfió.

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“Hizo unos ensayos impresionantes; le fichamos, claro, y estuvo dos años con nosotros. Recuerdo que para él cada carrera era una final, lo daba todo”, comenta el entonces patrón de la escuadra, Bojdan Fink.

La trayectoria ciclística empezó a alzar el vuelo. Dejó el Adria Mobil en 2015 y de ahí directamente a su equipo actual, el Lotto Jumbo, ahora Jumbo Visma. Tras dos años de tanteo, su presentación en sociedad llegó pronto. En el Giro de Italia 2016 ganó una crono de 40 kilómetros y se proclamó campeón nacional en esa modalidad.

En 2017 lanzó otro aviso ganando una etapa en el Tour de Francia, la Vuelta al Algarve, dos fracciones en el País Vasco y fue plata mundial contrarreloj. Un año después vuelve a ganar en el Tour, y la general de Romandía y País Vasco. Ya estaba lanzado, hasta que se proclamó ganador de su primera grande en la Vuelta 2019. Y además alcanzó otro galardón de oro: se convirtió en el padre de Leo.

Próxima estación, el Tour de Francia. En 2020 el salto era la camiseta amarilla en París. Él y su equipo dominaron la carrera, estuvo 10 días de líder, pero el penúltimo día su compatriota de 21 años Tadej Pogacar le cortó el vuelo. Fue segundo.

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Un golpe indiscutible para un ganador nato. Una asignatura pendiente para 2022, porque este año una caída lo privó de pelear la carrera más importante del mundo. Pasó ese trago amargo con la medalla dorada en Tokio y el triplete en la Vuelta a España en plena pandemia. El Tour sigue pendiente, pero es la mejor razón para seguir volando al mejor estilo de los grandes campeones de la historia, esos que quieren ganarlo todo de principio a fin, como Roglic en la Vuelta a España 2021.

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