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Rafael Antonio Niño Munévar es un hombre serio y de contadas palabras. Amable por cumplir con lo políticamente correcto, el más campeón de la Vuelta a Colombia y el Clásico RCN prefiere no tener contacto con la prensa y quienes lo admiran por la leyenda que forjo montando bicicleta. Está concentrado en su rol de director del equipo EBSA (Empresa de Energía de Boyacá). No tiene problema en ser quien maneje el Renault Logan en el que va durante cada etapa y solo expresarse efusivamente con sus pupilos. (“Esto es en memoria de Cristian Sierra”: Javier Gómez)
En diciembre de 1949 nació en Cucaita, Boyacá, donde una estatua suya con los brazos arriba se exhibe en el parque principal. Poco gusto para el estudio, pero con una rebeldía heroica. Esa que lo hizo abandonar la casa tras pelear con sus padres, años después de que tres hermanos murieran sin él tener edad para comprenderlo. Su siguiente destino, Bogotá.
En la capital de Colombia vivió en la casa de una hermana. Trabajó en talleres mecánicos y ahorraba el poco dinero que ganaba. ¿Para qué? Para cumplir el sueño que parecía inalcanzable en su pueblo natal: comprar una bicicleta. Con ella escalaba las calles empinadas del oriente bogotano mientras laboraba de mensajero. Ese degaste provocaba la pronta renuncia de la mayoría. Máximo duraban una semana. Niño aguantó un año transportando diferentes elementos por esas pendientes.
De nuevo peleó con la familia. Se fue a vivir con otra hermana y consiguió un nuevo trabajo en el que devengaba más. Comenzó a montar bicicleta con un compañero y un día, con ropa de trabajo, ascendió con facilidad el alto de La Tribuna, la primera vez que lo intentó, generando la fascinación de quienes con uniformes de ciclismo profesional no lograron alcanzarlo. Cada vez ahorraba más y, a su manera, adquiría los elementos necesarios para seguir pedaleando. (Miguel Ángel Rubiano, el ciclista que le dijo “no” al llanto de su madre)
Compró unos guayos de fútbol y les cortó los taches, renunció a su trabajo para reclamar la liquidación y con eso adquirió una bicicleta de carreras de un primo. Como miembro del club de ciclismo más antiguo de Bogotá, Cicloases, finalizó doce en su primera competencia. No obstante, con sus eximias condiciones los triunfos llegaron. Pegó un mapa de Colombia en su habitación y allí colgaba cada medalla. Salía a entrenar a las tres de la madrugada, y en una de esas jornadas presenció la muerte de un ciclista que descendió a toda velocidad, se cayó y terminó golpeándose la cabeza.
Con el recuerdo nefasto en mente y un miedo grande a descender rápido, “El Niño de Cucaita” fue campeón de la Vuelta de la Juventud en 1970. Meses después conquistaría la Vuelta a Colombia, antes de cumplir los 21 años de edad. La carrera emblema del país la volvería a ganar en cinco ocasiones más. En el Clásico RCN fue el primero de la clasificación general cinco veces. Es un gigante de las bielas que considera que “los que están empezando piensan es en Nairo”.(Lea también la historia de Juan Pablo Villegas: entre la honra y el café)
Niño, de 69 años, aún no sabe hasta cuándo seguirá en el ciclismo colombiano, al cual ve “muy bien” y del que siempre ha estado enamorado. En él obra para realizar un buen Clásico RCN con el equipo que dirige. “Nosotros hicimos las cosas bien, nos preparamos a conciencia y esperamos que las cosas nos salgan como queremos. Aspiramos a ganar una etapa y ojalá quedar muy bien en la clasificación general”, resalta, mientras mira a Wilson Marentes, uno de los pedalistas a los que les transmite conocimiento.
Marentes empezó en el ciclismo en una escuela de Soacha, gracias a la afición de su padre por el encantador objeto de dos ruedas. Corrió el Giro de Italia 2013, fue segundo en la prueba contrarreloj de los Nacionales de Ruta 2011, ganó una etapa de la Vuelta a Colombia 2016 y revela lo que más pide Rafael Antonio: “La unión en grupo. Siempre correr en grupo, en busca de un solo objetivo”.
“Son grandes enseñanzas las que él nos deja. Su paso por Europa siempre nos lo ha mencionado, sus Vueltas a Colombia y sus títulos. Son enseñanzas que a uno siempre lo motivan a estar adelante del lote, pelear por lo que uno quiere, guerrearla y sufrir. El ciclismo nunca ha sido fácil, es de sufrir mucho. Las enseñanzas que él nos deja las vamos asimilando y aplicando poco a poco”, dice el pedalista de 32 años, actualmente en el puesto 17 de la general del Clásico, y afortunado de compartir diariamente con el escarabajo más inconformista: Rafael Antonio Niño.
@SebasArenas10 - sarenas@elespectador.com