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Luis Alfonso Cely, el actual entrenador del equipo Strongman, encontró a Richard Carapaz, el ecuatoriano que se ha convertido en la gran revelación del Giro de Italia, por recomendación de uno de sus masajistas. Lo reclutó muy joven y lo transformó en un ciclista de élite, un hombre que con apenas 24 años se codea con los mejores pedalistas del mundo en la carrera rosa, de la que incluso ya ganó una etapa.
Talento, inteligencia y fortuna han acompañado la carrera de un técnico que gracias a sus estrategias ha logrado ganar vueltas a Colombia, al Porvenir, al Futuro y clásicos RCN. Un hombre con la buena costumbre de subir al podio.
Uno de sus más grandes logros, aunque lo disfruta a la distancia, fue descubrir a Richard Carapaz, el ecuatoriano que es quinto en la general y líder entre los jóvenes en el Giro.
Cely, que dirige el equipo Strongman en la Vuelta de la Juventud, también montó en bicicleta. En su época de ciclista vio cómo era superado en esa misma prueba nada menos que por Iván Parra, quien ganó dos fracciones en la Corsa Rosa, y Marlon Pérez, campeón mundial juvenil de pista.
Antes del retiro, Cely supo que quería seguir ligado al deporte de las bielas. Hoy lo hace desde el carro número 5 del equipo Strongman. Aparte de conducir habla por radio, da indicaciones, alcanza caramañolas, bananos, bolsas de agua, y ve cómo su estrategia en la ruta se consolida. De hecho, uno de sus pupilos, el bogotano Rubén Acosta, ganó la tercera etapa de la Vuelta de la Juventud el martes.
Antes había dirigido el equipo GW Shimano, y fue allí en donde conoció a Carapaz. Estaba confeccionando la nómina y uno de sus masajistas, el Pollo de Finca, se lo recomendó, al igual que a otro ecuatoriano, Jonathan Caicedo.
“A Carapaz lo conocí en la Vuelta a Guatemala de 2013. Nosotros hicimos el podio completo y él fue noveno y mejor joven”. Ese mismo año el ecuatoriano fue campeón panamericano sub-23.
Entonces lo trajo a Colombia y le impuso como reto ganar la Vuelta de la Juventud. Lo prepararon para eso con una concentración de ocho semanas en una finca de la que dispone el equipo en Tenjo (Cundinamarca). Durante ese tiempo, Carapaz corrió dos clásicas, las de Anapoima y Funza. En las semanas previas Cely planificó entrenamientos de seis y siete horas. Corrieron entre La Vega y el alto de la Mona, también fueron al alto del Vino, Canoas, el Boquerón y el alto de Romeral (3.293 metros de altura), justamente en donde terminará este sábado la actual edición de la Vuelta.
Carapaz ganó la Vuelta de la Juventud de 2015 y logró que varios equipos internacionales pusieran sus ojos en él. En 2016 fue contratado por el Movistar, con el que ganó la Vuelta a Navarra. Este año arrancó con pie derecho al coronarse campeón de la Vuelta a Asturias.
En el Giro se ha convertido en la revelación. Ganó una etapa, es líder de los jóvenes y quinto en la general. “Estoy muy contento con mi rendimiento. He intentado estar siempre con los mejores y seguir en la lucha por la camiseta blanca. Tenemos que seguir día a día y continuar trabajando con los compañeros para estar delante y tratar de no tener ningún percance”, aseguró ayer, al final de la undécima etapa del Giro, ganada por el británico Simon Yates, líder de la prueba.
En las carreteras colombianas, Cely disfruta de los éxitos de su pupilo y señala: “Espero seguir sacando nuevas figuras, pero para nuestro país”. Aunque Carapaz es un ecuatoriano hecho en Colombia.