Richard Carapaz, un escarabajo más
El corredor ecuatoriano se formó en Colombia, en donde aprendió a competir al más alto nivel e incluso se convirtió en el único extranjero en ganar la Vuelta de la Juventud.
Sebastián Arenas
Tejas incoloras sostenidas por palos de madera, medallas en la pared, un cuadro de un ciclista colgado en un muro blanco, cables entrecruzados que adornan el lugar, un equipo de sonido encima de la mesa que está junto a la nevera que sostiene un televisor. Así es la casa de Richard Carapaz, en un caserío en la vía entre Julio Andrade y Lago Agrio, cerca de Tulcán, frontera con Colombia. Ahí se reúnen amigos y familiares del líder del Giro de Italia a emocionarse con los pedalazos que colman de orgullo a Ecuador. Ahí nació hace 25 años el dueño de la maglia rosa. (De campeón mundial de esquí a estrella del Giro de Italia: el gran salto de Primoz Roglic)
Hace diez, con una humilde bicicleta de campo, Richard comenzó su historia en el ciclismo ganando la Vuelta del Retorno, en Ibarra. Lo hizo después de que Juan Carlos Rosero, otro ecuatoriano que se dio a conocer en el pelotón internacional, observó sus cualidades y lo empezó a entrenar luego de que el pequeño soñador salía del colegio y cumplía con las labores del hogar.
Con veinte años e inmensas condiciones para brillar, Carapaz fue campeón panamericano sub-23 y noveno en la Vuelta a Guatemala 2013, en la que, además, se adjudicó el título de los jóvenes y conoció a un entrenador colombiano que puliría sus rendimientos. Luis Alfonso Cely lo exigió. Lo tuvo ocho semanas en la finca que tiene el equipo Strongman en Tenjo (Cundinamarca), lo preparó con jornadas de seis horas diarias, pedaleando entre La Vega y el alto de la Mona, subiendo el Vino, Boquerón, Romeral y Canoas.
“Venía con sobrepeso. Es un corredor que no es alto y que anduviera a ese nivel me sorprendió. Le enseñé el trabajo a nivel nutricional, cómo alimentarse en un entrenamiento corto, en un entrenamiento largo y en los días de descanso”, le contó Cely a El Espectador. Y la dura planificación se convirtió en un nuevo éxito para Richard Antonio, quien en 2015 consiguió el objetivo de ganar la Vuelta de la Juventud. “Es el triunfo más importante de mi carrera, porque triunfé en una tierra de campeones como es Colombia”, dijo entonces el único extranjero en conquistar el trofeo de la carrera sub-23 más importante del país.
En Colombia, Carapaz aprendió de estrategias en la carretera, corrió junto a ciclistas de gran categoría como Aldemar Reyes, Jonathan Restrepo, Miguel Eduardo Flórez y su compatriota Jonathan Caicedo, quien también disputa la actual edición del Giro. Se acopló a los duros ascensos, mejoró su cadencia para escalar y se dio a conocer para que en 2016 el Movistar lo contratara y él respondiera con la conquista de la Vuelta a Navarra y enormes contribuciones en distintas competencias. (Sergio Higuita, el niño que volaba en la ciclovía)
La Vuelta a España 2017 fue la primera grande en la que estuvo Richard, un hombre que comparte escuadra con Nairo Quintana y que el año pasado sorprendió en la misma carrera que ahora comanda. Ganó la octava etapa, una de media montaña y se convirtió en el primer ecuatoriano en conseguir una victoria en alguna de las competencias más importantes del ciclismo. Este año agrandó su hazaña.
Ganó la cuarta etapa y el sábado, en la jornada 14, desplegó con excelencia la estrategia del Movistar, atacó cuando faltaban 27 kilómetros para la meta, antes de la subida al San Carlo, y sus rivales no lo pudieron alcanzar. Le sacó más de un minuto a los favoritos en la clasificación general, casi no se pudo sostener en la bicicleta tras cruzar la anhelada meta y sintió la felicidad cuando le dijeron: “Richard, eres el líder del Giro de Italia”.
“Sabíamos que Mikel Landa estaba muy bien y que el San Carlo era una subida muy adecuada para mis condiciones. Ni yo mismo me lo puedo creer. Es un sueño por el que he trabajado muchísimo. Un esfuerzo enorme, de mucho tiempo, que ahora está dando resultados. No tengo la menor idea de cómo están celebrando, pero Ecuador está reventado por la emoción”, aseguró el pedalista, que el domingo conservó el liderato y que hace un año tuvo una premonitoria conversación con Cely:
—Luis, no me gusta el calor. Yo prefiero el frío, prefiero el Giro.
—Algún día puedes estar en el podio y ganar esa carrera.
Tejas incoloras sostenidas por palos de madera, medallas en la pared, un cuadro de un ciclista colgado en un muro blanco, cables entrecruzados que adornan el lugar, un equipo de sonido encima de la mesa que está junto a la nevera que sostiene un televisor. Así es la casa de Richard Carapaz, en un caserío en la vía entre Julio Andrade y Lago Agrio, cerca de Tulcán, frontera con Colombia. Ahí se reúnen amigos y familiares del líder del Giro de Italia a emocionarse con los pedalazos que colman de orgullo a Ecuador. Ahí nació hace 25 años el dueño de la maglia rosa. (De campeón mundial de esquí a estrella del Giro de Italia: el gran salto de Primoz Roglic)
Hace diez, con una humilde bicicleta de campo, Richard comenzó su historia en el ciclismo ganando la Vuelta del Retorno, en Ibarra. Lo hizo después de que Juan Carlos Rosero, otro ecuatoriano que se dio a conocer en el pelotón internacional, observó sus cualidades y lo empezó a entrenar luego de que el pequeño soñador salía del colegio y cumplía con las labores del hogar.
Con veinte años e inmensas condiciones para brillar, Carapaz fue campeón panamericano sub-23 y noveno en la Vuelta a Guatemala 2013, en la que, además, se adjudicó el título de los jóvenes y conoció a un entrenador colombiano que puliría sus rendimientos. Luis Alfonso Cely lo exigió. Lo tuvo ocho semanas en la finca que tiene el equipo Strongman en Tenjo (Cundinamarca), lo preparó con jornadas de seis horas diarias, pedaleando entre La Vega y el alto de la Mona, subiendo el Vino, Boquerón, Romeral y Canoas.
“Venía con sobrepeso. Es un corredor que no es alto y que anduviera a ese nivel me sorprendió. Le enseñé el trabajo a nivel nutricional, cómo alimentarse en un entrenamiento corto, en un entrenamiento largo y en los días de descanso”, le contó Cely a El Espectador. Y la dura planificación se convirtió en un nuevo éxito para Richard Antonio, quien en 2015 consiguió el objetivo de ganar la Vuelta de la Juventud. “Es el triunfo más importante de mi carrera, porque triunfé en una tierra de campeones como es Colombia”, dijo entonces el único extranjero en conquistar el trofeo de la carrera sub-23 más importante del país.
En Colombia, Carapaz aprendió de estrategias en la carretera, corrió junto a ciclistas de gran categoría como Aldemar Reyes, Jonathan Restrepo, Miguel Eduardo Flórez y su compatriota Jonathan Caicedo, quien también disputa la actual edición del Giro. Se acopló a los duros ascensos, mejoró su cadencia para escalar y se dio a conocer para que en 2016 el Movistar lo contratara y él respondiera con la conquista de la Vuelta a Navarra y enormes contribuciones en distintas competencias. (Sergio Higuita, el niño que volaba en la ciclovía)
La Vuelta a España 2017 fue la primera grande en la que estuvo Richard, un hombre que comparte escuadra con Nairo Quintana y que el año pasado sorprendió en la misma carrera que ahora comanda. Ganó la octava etapa, una de media montaña y se convirtió en el primer ecuatoriano en conseguir una victoria en alguna de las competencias más importantes del ciclismo. Este año agrandó su hazaña.
Ganó la cuarta etapa y el sábado, en la jornada 14, desplegó con excelencia la estrategia del Movistar, atacó cuando faltaban 27 kilómetros para la meta, antes de la subida al San Carlo, y sus rivales no lo pudieron alcanzar. Le sacó más de un minuto a los favoritos en la clasificación general, casi no se pudo sostener en la bicicleta tras cruzar la anhelada meta y sintió la felicidad cuando le dijeron: “Richard, eres el líder del Giro de Italia”.
“Sabíamos que Mikel Landa estaba muy bien y que el San Carlo era una subida muy adecuada para mis condiciones. Ni yo mismo me lo puedo creer. Es un sueño por el que he trabajado muchísimo. Un esfuerzo enorme, de mucho tiempo, que ahora está dando resultados. No tengo la menor idea de cómo están celebrando, pero Ecuador está reventado por la emoción”, aseguró el pedalista, que el domingo conservó el liderato y que hace un año tuvo una premonitoria conversación con Cely:
—Luis, no me gusta el calor. Yo prefiero el frío, prefiero el Giro.
—Algún día puedes estar en el podio y ganar esa carrera.