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En guión, tan repetido año tras año por Carlos Mario Jaramillo, seleccionador del equipo de ruta de Colombia, no cambió: esperó a que acabara el Tour de Francia para hacer su selección. Un tiro al aire con unos corredores fuera por el rigor de la carrera, las lesiones, el virus o el permiso de sus equipos.
El primer golpe fue el positivo para coronavirus, que aunque lo había superado hace más de un mes, de Daniel Felipe Martínez que le impidió entrar a la burbuja sanitaria de Tokio. Era el gallo de pelea para la contrarreloj y una de las cartas para apoyar en la prueba de ruta. ¿Los suplentes? Sergio Luis Henao salió con una fractura del Tour y Miguel Ángel López tomó el descanso que le pidió el Movistar. Así, el equipo colombiano, que era uno de los seis con el beneficio de competir con cinco corredores, empezó la carrera con uno menos, con cuatro. Una mezcla de mala suerte y poca planificación.
Los planes cambiaron: Rigoberto Urán pasó a ser el elegido para la crono. Y en la ruta, también con Nairo Quintana, Esteban Chaves y Sergio Higuita, no había muchas luces de quien iba a ser el líder. Aunque los pergaminos de Sergio Higuita, el mejor rematador del equipo, era una posibilidad latente de ser protagonistas en la carrera.
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De los equipos con superioridad numérica, Bélgica, Países Bajos, Eslovenia e Italia fueron las selecciones que tomaron el timón de la carrera y mostraron su protagonismo. España y Colombia fueron las decepciones en el apartado táctico.
Los cuatro corredores colombianos no corrieron en grupo y no hubo una propuesta del equipo para proponer. Se fueron quedando a medida de que la carrera se fue seleccionando. El único que resistió el ritmo brutal de los belgas, después de los italianos, corriendo a su ritmo, a rueda, sin desesperarse, fue Rigoberto Urán, quien venía de ser el mejor colombiano en el Tour de Francia con chances de entrar al podio hasta la última semana.
Rigo llegó con el grupo de favoritos y ocupó el octavo lugar, lo que le dio un diploma olímpico decoroso a la selección colombiana. Él, resistiendo, se encargó de salvar y ser la portada de una actuación decorosa del país.
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Pero para la prueba contra el reloj, unos días después, por el desgaste que llevaba de la prueba de ruta, también porque estaba en frente de todos los monstruos del cronómetro en pleno, los pronósticos lo metían, siendo optimistas, dentro de los primeros veinte. Era antitécnico correr ambas pruebas a fondo, por dar un ejemplo, Roglic apoyó a Pogacar en la prueba de ruta y fue el ganador de la contrarreloj. Rohan Dennis, otro de los candidatos, decidió no correr la prueba de ruta.
Rigoberto Urán terminó en el octavo lugar superando a fenómenos de la prueba como Remco Evenepoel, Remi Cavagna, Joao Almeida, entre muchos otros, y a la par de hombres como Wout Van Aert y Kasper Asgreen. El hombre que llegó como suplente firmó una de las contrarrelojes llanas más importantes en la historia del ciclismo colombiano. Doble diploma olímpico.
Solo siete corredores más habían repetido diploma o medalla en una misma edición de unos Juegos Olímpicos. Nombres como Wout Van Aert, Fabian Cancellara, Samuel Sánchez, Michael Rogers, entre otros, habían logrado esa hazaña.
“Aquí con mis parceros de migración. Para declarar no traje nada, ni oro ni plata, ¡vine pelado güevón! Traje unos diplomas que no me han mandado”, bromeó Rigo en su llegada al Aeropuerto El Dorado de Bogotá.
A sus 34 años, con algunos amagues del retiro previos, Rigoberto Urán sigue siendo uno de los mejores ciclistas del planeta. Con todo lo que ha vivido en los últimos dos años: la grave caída en la Vuelta a España 2019 que le pudo costar la vida y lo tuvo 21 días en un hospital, y el nacimiento de su hija a comienzos de este año, por lo que no ha tenido la preparación y el ritmo de carreras acostumbrados. Pero igual, se las arregló para hacer un gran Tour de Francia, ganar la contrarreloj y ser subcampeón del Tour de Suiza y doble ganador de diploma olímpico de Tokio 2020. Nada tiene sentido con Rigo, él sigue ahí. El efecto Carlota.