Ser velocista en Colombia: ¿una mala idea?
Los principales velocistas del país se quejaron por la falta de carreras aptas para ellos, proceso en la pista y formadores por la mirada selectiva hacia los escaladores. Se está perdiendo el talento de los más rápidos: no todo es ir para arriba.
Thomas Blanco
Un Tour de Francia sin velocistas colombianos. Y un Giro de Italia sin victorias para ellos. “Fernando Gaviria es el mejor embalador del mundo, pero debe entrenarse como el mejor del mundo”, las sinceras palabras de Matxin, su director en el UAE Emirates luego de una participación que no le dejó triunfos. Desde que partió del Deceuninck Quick Step, hace tres temporadas, no ha vuelto a ser el mismo. Y los dos que van atrás en el World Tour: Álvaro Hodeg y Juan Sebastián Molano, muchas veces como lanzadores, no han tenido tantas oportunidades de luchar por victorias. Se ha perdido terreno.
¿Y qué pasa en Colombia? ¿Quiénes vienen atrás? La mirada selectiva de los dirigentes, entrenadores y recorridos, hipnotizados por los escaladores, hacen que el país no sea el mejor lugar para cultivar sus procesos de formación. Se sigue perdiendo talento y no se ha aprovechado el fenómeno Fernando Gaviria.
Y el principal hombre que viene en la fila es Nicolás Gómez, velocista de 21 años del Team Colpack de Italia, quien se ha forjado su camino logrando un hecho inédito para el país: ser protagonista y luchar por victorias en el calendario sub-23 en Europa.
“En Colombia si uno no es escalador no es nada. Es difícil crecer, en Europa sí nos valoran mucho. No falta el entrenador que quiera volverlo a uno escalador. A mí no me gustó el colegio, porque los profesores quieren que un esprínter como yo le gane a Bernal subiendo. Lo primero es descubrirse. Cuando uno empieza, si entrena bien, le va bien en todos los terrenos. Hubo carreras en las que yo les ganaba a los mejores escaladores. Ya en prejuvenil y juvenil necesitas tener la fortuna de tener un buen director y formador que sepa cuáles son tus verdaderas fortalezas. Lo que pasa es que yo tuve la suerte de contar con mi entrenador”, reconoce Nicolás.
(Lea también: El sueño amarillo de la familia Van der Poelidor)
Y ese entrenador, David Vargas, que es uno de los mejores formadores del país, fue un velocista que no pudo ser: todo era montaña. “Por eso yo dejé el ciclismo. A plata blanca, no hay oportunidades. El talento está, pero las carreras no apoyan el desarrollo de ese talento. Aquí no hay carreras para velocistas”, dice quien también está detrás del proceso de otro gran velocista que el próximo año pasará a la categoría élite: Juan Esteban Guerrero.
Y el ciclismo de pista, principal incubadora de velocistas, sufre el flagelo del abandono estatal de aún no contar con una estructura organizada. “La pista no tiene un cronograma de actividades, unas válidas, un campeonato serio. La vida de un pistero se resume al aporte que le dé un ente territorial por unas medallas. Aquí no hay muchas formas para crecer”, agrega Vargas.
Y un poco más atrás, otro de los ciclistas que han pasado por las manos de Vargas, en su primer año como sub-23, viene Julián Osorio, quien participó en las pasada Vuelta a la Juventud y Vuelta a Colombia. “Debería haber más oportunidades con llegadas llanas. Y las que hay, nos toca sufrir mucho en las subidas. Yo quiero ser uno de los mejores velocistas del país”, admite.
Juan Sebastián Campo, otro de los jóvenes, a quien se le recuerda por esas batallas al embalaje con Nicolás Gómez y Juan Alejandro Umba en la Vuelta del Porvenir 2018, también reconoce que las oportunidades son muy pocas. “De que se puede, se puede, pero es muy complicado en Colombia, porque la velocidad se pierde un poco si se sube mucho. Toca hallar un balance. Uno tampoco se puede ir al extremo de irse a ser velocista puro, porque si no, no podrías correr aquí. Un velocista pelea una etapa, dos por mucho. Es lo que hay. El resto es grupetear, rebuscársela y ayudar al equipo”, apuntó el hombre del Team Cartagena.
Entre los más grandes, en la categoría élite, la opinión es la misma. Nelson Soto, el mejor de todos, quien ya ha ganado seis etapas al embalaje en la Vuelta a Colombia, hace su sugerencia. “Las organizaciones de las carreras deberían buscar etapas más planas, carreras en lugares donde la topografía no es tan montañosa, como la costa, el Valle y los Llanos. Me gusta mucho la montaña, pero el cuerpo me paró. Trabajé en lo que soy fuerte, que son los embalajes. Todo gracias a la base que hice en la pista en Barranquilla con José “Pepe” Caballero. En las vueltas hay puros escaladores, hay pocos rodadores; no es fácil organizar un tren. No contamos con las personas para eso. En Colombia se corre diferente y todo el mundo lo sabe”.
Luis Carlos Chía, su principal rival, cree que las cosas pueden mejorar con pequeñas acciones. “Pongo el ejemplo de la pasada Vuelta a Colombia: la última etapa en Bogotá. ¿Por qué no hacerla plana? Ya venimos de Letras, de La Línea. En el Tour de Francia uno ve el paseo triunfal para que los velocistas disputen la última etapa. En Colombia te dicen que hay llegada masiva y hay dos puertos a más de 2.500 metros de altura antes. Eso en Europa lo suben solo escaladores puros. Y uno, por preparar la montaña, puede terminar perdiendo potencia”.
Jordan Parra les hace un llamado a los demás velocistas: “No se rindan, hay que ir a Europa. Aquí las etapas son muy duras, hay que pasar mucha montaña, ojalá las cosas cambien algún día”.
Cuando ir nada más para arriba puede ser ir hacia abajo.
Por: Thomas Blanco- @thomblalin
Un Tour de Francia sin velocistas colombianos. Y un Giro de Italia sin victorias para ellos. “Fernando Gaviria es el mejor embalador del mundo, pero debe entrenarse como el mejor del mundo”, las sinceras palabras de Matxin, su director en el UAE Emirates luego de una participación que no le dejó triunfos. Desde que partió del Deceuninck Quick Step, hace tres temporadas, no ha vuelto a ser el mismo. Y los dos que van atrás en el World Tour: Álvaro Hodeg y Juan Sebastián Molano, muchas veces como lanzadores, no han tenido tantas oportunidades de luchar por victorias. Se ha perdido terreno.
¿Y qué pasa en Colombia? ¿Quiénes vienen atrás? La mirada selectiva de los dirigentes, entrenadores y recorridos, hipnotizados por los escaladores, hacen que el país no sea el mejor lugar para cultivar sus procesos de formación. Se sigue perdiendo talento y no se ha aprovechado el fenómeno Fernando Gaviria.
Y el principal hombre que viene en la fila es Nicolás Gómez, velocista de 21 años del Team Colpack de Italia, quien se ha forjado su camino logrando un hecho inédito para el país: ser protagonista y luchar por victorias en el calendario sub-23 en Europa.
“En Colombia si uno no es escalador no es nada. Es difícil crecer, en Europa sí nos valoran mucho. No falta el entrenador que quiera volverlo a uno escalador. A mí no me gustó el colegio, porque los profesores quieren que un esprínter como yo le gane a Bernal subiendo. Lo primero es descubrirse. Cuando uno empieza, si entrena bien, le va bien en todos los terrenos. Hubo carreras en las que yo les ganaba a los mejores escaladores. Ya en prejuvenil y juvenil necesitas tener la fortuna de tener un buen director y formador que sepa cuáles son tus verdaderas fortalezas. Lo que pasa es que yo tuve la suerte de contar con mi entrenador”, reconoce Nicolás.
(Lea también: El sueño amarillo de la familia Van der Poelidor)
Y ese entrenador, David Vargas, que es uno de los mejores formadores del país, fue un velocista que no pudo ser: todo era montaña. “Por eso yo dejé el ciclismo. A plata blanca, no hay oportunidades. El talento está, pero las carreras no apoyan el desarrollo de ese talento. Aquí no hay carreras para velocistas”, dice quien también está detrás del proceso de otro gran velocista que el próximo año pasará a la categoría élite: Juan Esteban Guerrero.
Y el ciclismo de pista, principal incubadora de velocistas, sufre el flagelo del abandono estatal de aún no contar con una estructura organizada. “La pista no tiene un cronograma de actividades, unas válidas, un campeonato serio. La vida de un pistero se resume al aporte que le dé un ente territorial por unas medallas. Aquí no hay muchas formas para crecer”, agrega Vargas.
Y un poco más atrás, otro de los ciclistas que han pasado por las manos de Vargas, en su primer año como sub-23, viene Julián Osorio, quien participó en las pasada Vuelta a la Juventud y Vuelta a Colombia. “Debería haber más oportunidades con llegadas llanas. Y las que hay, nos toca sufrir mucho en las subidas. Yo quiero ser uno de los mejores velocistas del país”, admite.
Juan Sebastián Campo, otro de los jóvenes, a quien se le recuerda por esas batallas al embalaje con Nicolás Gómez y Juan Alejandro Umba en la Vuelta del Porvenir 2018, también reconoce que las oportunidades son muy pocas. “De que se puede, se puede, pero es muy complicado en Colombia, porque la velocidad se pierde un poco si se sube mucho. Toca hallar un balance. Uno tampoco se puede ir al extremo de irse a ser velocista puro, porque si no, no podrías correr aquí. Un velocista pelea una etapa, dos por mucho. Es lo que hay. El resto es grupetear, rebuscársela y ayudar al equipo”, apuntó el hombre del Team Cartagena.
Entre los más grandes, en la categoría élite, la opinión es la misma. Nelson Soto, el mejor de todos, quien ya ha ganado seis etapas al embalaje en la Vuelta a Colombia, hace su sugerencia. “Las organizaciones de las carreras deberían buscar etapas más planas, carreras en lugares donde la topografía no es tan montañosa, como la costa, el Valle y los Llanos. Me gusta mucho la montaña, pero el cuerpo me paró. Trabajé en lo que soy fuerte, que son los embalajes. Todo gracias a la base que hice en la pista en Barranquilla con José “Pepe” Caballero. En las vueltas hay puros escaladores, hay pocos rodadores; no es fácil organizar un tren. No contamos con las personas para eso. En Colombia se corre diferente y todo el mundo lo sabe”.
Luis Carlos Chía, su principal rival, cree que las cosas pueden mejorar con pequeñas acciones. “Pongo el ejemplo de la pasada Vuelta a Colombia: la última etapa en Bogotá. ¿Por qué no hacerla plana? Ya venimos de Letras, de La Línea. En el Tour de Francia uno ve el paseo triunfal para que los velocistas disputen la última etapa. En Colombia te dicen que hay llegada masiva y hay dos puertos a más de 2.500 metros de altura antes. Eso en Europa lo suben solo escaladores puros. Y uno, por preparar la montaña, puede terminar perdiendo potencia”.
Jordan Parra les hace un llamado a los demás velocistas: “No se rindan, hay que ir a Europa. Aquí las etapas son muy duras, hay que pasar mucha montaña, ojalá las cosas cambien algún día”.
Cuando ir nada más para arriba puede ser ir hacia abajo.
Por: Thomas Blanco- @thomblalin