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Tom Simpson, el ciclista que murió en el Mont Ventoux

Nació el 30 de noviembre de 1937, hace exactamente 84 años. El 13 de julio de 1967, en la etapa 13 del Tour de Francia de ese año (211 kilómetros entre Marsella y Carpentras), el británico falleció antes de coronar el mítico puerto, a causa de una fatal mezcla de factores.

30 de noviembre de 2021 - 12:24 p. m.
Tom Simpson murió a la edad de 29 años mientras corría el Tour de Francia de 1967. Dos años antes había sido campeón mundial.
Tom Simpson murió a la edad de 29 años mientras corría el Tour de Francia de 1967. Dos años antes había sido campeón mundial.
Foto: Agencia AFP
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La tarde del 12 de julio de 1967, el director del equipo que patrocinaba la marca de carros Peugeot le advirtió al británico Tom Simpson que no le renovaría el contrato para el próximo año si no terminaba entre los primeros cinco de la clasificación general del Tour de Francia. Al hotel en que se hospedaban llegaron dos hombres misteriosos, ingresaron a la habitación de Simpson y le vendieron una cajita con anfetaminas.

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Al día siguiente, Simpson estaba decidido a lanzar un ataque certero en el mítico puerto de Mont Ventoux, llamado en muchas ocasiones, por su dificultad para los corredores, “el gigante de Provenza”, “el Dios del Mal” y “la colina de las tormentas”, entre otras denominaciones. El pedalista británico venía arrastrando problemas estomacales y, a más de 1.900 metros altura, su cuerpo, por varias razones, no aguantó.

Antes de comenzar a escalar el Mont Ventoux, Simpson ingirió anfetaminas y las pasó con coñac. Tenía en la mira al español Julo Jiménez y buscaba pedalear cada vez con más constancia para ganar tiempo. Pero a falta de tres kilómetros para coronar el puerto le pasaron factura varios factores: la temperatura de 40 grados centígrados, el desgaste físico realizado, los problemas de salud que venía sufriendo, la deshidratación extrema y el consumo de las anfetaminas mezcladas con alcohol.

Simpson cayó de la bicicleta, pero lo ayudaron a ponerse en marcha de nuevo. Instantes después no aguantó más y su cuerpo dio contra al asfalto. Llegó el personal médico y le dieron respiración boca a boca, ante la mirada angustiada de los aficionados alrededor, pero el ciclista no respondió a las reanimaciones ni a la máscara de oxígeno. Un helicóptero de la Policía francesa llegó a la zona y lo trasladó al hospital Avignon. Allí se determinó que Simpson había muerto en el Mont Ventoux por un paro cardíaco.

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En el lugar de la tragedia se construyó un monumento en honor a un hombre cuya muerte cambió para siempre la historia del ciclismo, pues la Unión Ciclística Internacional (UCI) impuso los controles antidopajes de orina desde la siguiente edición del Tour de Francia, tras presenciar el fallecimiento de un corredor a causa de utilizar sustancias dopantes.

Tom Simpson era considerado en esa época el mejor ciclista británico de la historia (después vinieron Froome, Wiggins, Cavendish o Geraint Thomas). Había sido campeón mundial de ruta en España en 1965 y antes medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de Melbourne 1956 en la pista en la persecución por equipos. Además, tenía en su palmarés la Milán-San Remo 1964, el Giro del Lombardía 1965 y la París-Niza 1967. La mezcla fatal le impidió seguir luchando por su sueño eterno: el Tour de Francia.

@DeportesEE

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