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Esos recuerdos que se quedan en la memoria de los colombianos, no por lo que fueron, sino por lo que hubiera sido, ya fueron reemplazados por realidades más prósperas.
Por ejemplo: poco se habla —no como antes— del 14 de julio de 1988, de la subida al Alpe d’Huez, de las motos frenando en el camino angosto y de Fabio Parra perdiendo ritmo, cadencia y fuerza. En ese entonces unos pocos culparon a la organización y salieron frases como “si esas motos no hubieran frenado a Parra, otra sería la historia”.
Especulaciones basadas en situaciones poco claras y difíciles de comprobar, que dieron paso a imaginar a Parra no en el tercer puesto sino en el primero del Tour de Francia, si esto o aquello no hubiera pasado. Esa conjugación del verbo haber, en pretérito pluscuamperfecto, siempre ha sido aplicada para el deporte como para la vida misma en una forma de consuelo.
Por fortuna, eso ya no es necesario en el ciclismo. Al menos no por ahora, cuando son varios los colombianos entre los mejores diez del Tour 2020. Y en ese pequeño grupo también está el mejor de 2019, Egan Bernal, el favorito para ganar en esta oportunidad. Si bien el ascenso al Orcières-Merlette, en la cuarta etapa, no fue muy revelador, hizo las veces de barómetro para calcular la presión y ver quiénes estaban engañando con sus rostros de jugadores de póquer, quiénes venían tranquilos o quiénes, simplemente, subieron impulsándose hasta con el torso.
“No podré aguantar mucho a este paso. Estuve a punto de romperme”, dijo Julian Alaphilippe, el líder, que pudo seguir siendo líder tras la primera llegada en montaña y sufrió por culpa del Jumbo-Visma, una locomotora que aceleró y alcanzó los 40 km/h en un ascenso con curvas de herradura. Y lo alentador es que al pie de ese tren estuvieron Bernal, Nairo Quintana, Miguel Ángel López, Rigoberto Urán y Esteban Chaves. Es decir, que cinco del pequeño lote que se redujo a 16 ciclistas eran de nuestro país.
Primoz Roglic, fácil de identificar por el vendaje que le cubre parte del brazo izquierdo, ganó. Y ese triunfo del martes solo fue una muestra de lo coordinado que está el Jumbo-Visma, un equipo que lo lleva hasta los últimos metros, cuando los demás ya están sin reservas, para que él, fuerte y ligero, remate sin tener a nadie pegado a su rueda.
Este ciclismo calculador, que no deja espacio para las arremetidas heroicas, predomina y hace que los explosivos como Quintana o Sergio Higuita —que reventó antes y quedó rezagado— se aguanten las ganas de cambiar relación pensando en el mañana y en no botar todo el combustible. “Hay que ser inteligentes”, dijo Quintana mientras se recuperaba del esfuerzo haciendo rodillo.
Los tiempos de gastar por gastar quedaron en el pasado más profundo, y en estos momentos la prudencia va de la mano con la regularidad. Pero eso no quiere decir que no haya que sufrir, algo tácito en este deporte sobre todo el martes, cuando Wout van Aert se ubicó por delante y soltó todo lo que tenía. “Tratamos de no perder mucho y eso se cumplió”, afirmó Bernal, que además de ser líder del Ineos sabe cumplir el rol de artesano, de trabajar y trabajar para, en la tercera semana, cosechar.
El Orcières-Merlette, donde Luis Ocaña pudo batir a Eddy Merckx en 1971 (le sacó más de ocho minutos en el ascenso), dejó como una sentencia prematura a cuatro colombianos en el top ten de la general, algo nunca antes visto. Ahora, habrá que ver si pasados los 17 días que restan para llegar a París necesitaremos volver al hubiera o, por el contrario, como en 2019, podremos utilizar un verbo que se ha hecho más habitual para todos: ganar.