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Camina lento, habla pausado y en medio de una tos repentina que alivia tomando un té helado, va dejando aflorar el poder de su memoria. Todo lo recuerda como si fuera ayer. El partido contra Perú que le dio la clasificación a Colombia al Mundial de Chile 62 en Lima, en el cual salió calificado como la figura; el encuentro con un directivo argentino que le permitió debutar en el San Lorenzo de Almagro en 1948; hasta la anécdota que dio pie al apodo con el que se hizo famoso: Efraín El Caimán Sánchez.
Camina lento, habla pausado y en medio de una tos repentina que alivia tomando un té helado, va dejando aflorar el poder de su memoria. Todo lo recuerda como si fuera ayer. El partido contra Perú que le dio la clasificación a Colombia al Mundial de Chile 62 en Lima, en el cual salió calificado como la figura; el encuentro con un directivo argentino que le permitió debutar en el San Lorenzo de Almagro en 1948; hasta la anécdota que dio pie al apodo con el que se hizo famoso: Efraín El Caimán Sánchez.
Acompañado de su esposa Xiomara Hernández, con quien lleva 70 años de amores, rodeado del cariño de sus seis hijos, que agregaron a su vida la alegría de los nietos y un bisnieto, el mejor arquero colombiano de todos los tiempos evoca su participación en Chile 1962, hace 50 años. Los sabios consejos del maestro Pedernera, los tres juegos de la Copa Mundo y hasta el apoteósico recibimiento en Bogotá que aún la saca lágrimas.
A sus 86 años, con larga trayectoria como jugador y técnico, conserva la vitalidad del roble. Aún dicta seminarios de capacitación o cursos de instrucción para arqueros. En la actualidad es imagen de Coldeportes como gloria del fútbol nacional. Él sabe que no ha llegado el momento del retiro y lo confirma durante esta entrevista con El Espectador que atendió en su casa del barrio La Esmeralda de Bogotá, impecablemente vestido de saco y corbata. Hasta con prendedor en la solapa.
¿Qué recuerdos tiene de la actuación de Colombia en su primer mundial?
Los recuerdos son imborrables e inolvidables. Fue un proceso de trabajo, casi de año y medio, con el maestro Adolfo Pedernera en primera instancia y posteriormente con el preparador físico, José Claudio Constanzo. Construimos una verdadera familia de líderes. Recuerdo las conversaciones con los directivos Alfonso Sénior, León Londoño y Antonio González sobre los viáticos. Ellos ofrecían 2 dólares diarios y conseguimos 2,50 y luego 5. En la eliminatoria directa con Perú nos dieron 1.000 pesos de premio a cada uno por ganar.
¿Cómo fueron esas vivencias en el Mundial?
Era un equipo sencillo, humilde, de mucha calidad individual. La técnica que tenían los jugadores fue el factor fundamental. Teníamos que haber quedado entre los ocho mejores, pero las dos estrellas, que eran Maravilla Gamboa y Cobo Zuluaga, quedaron fuera de combate en el primer partido, contra Uruguay, y se nos desbarató el esquema. Entró Anábal Alzate contra Unión Soviética, pero había participado en pocos juegos. Perdíamos 3-0, fueron momentos difíciles. Ya luego me encomendé a la Virgen del Socorro. Y efectivamente, del 12 al 45 no toqué un balón más. Y comienza a jugar el equipo con una calidad asombrosa. Les marcamos cuatro, incluida la joya del gol de Marcos Coll.
¿Y qué pasó en la goleada 5-0 que les propinó Yugoslavia?
Nos pasa lo siguiente: el equipo, entusiasmado, salió a jugar con las mismas características. Parecía que era la selección de Argentina, un fútbol maravilloso. El resultado es mentiroso.
Pero al final, ¿cuál fue su balance?
Lo importante era cumplir y lo hicimos con creces. Pero la parte inolvidable fue el recibimiento que nos hicieron en Bogotá. Fue maravillosa. Eran más de un millón de personas que nos acompañaron desde que salimos del aeropuerto. Casi nos convirtieron en héroes.
¿Por qué luego no clasificaron a otros mundiales?
Después no tuvimos mucha repercusión, no hubo respaldo financiero, a pesar de ese éxito deportivo. Ahora que cumplimos 50 años de esa hazaña, parece mentira que haya pasado tanto tiempo y no hayan hecho nada por los jugadores.
¿Qué recuerdos tiene de Adolfo Pedernera?
Fue prácticamente un papá, fue un gran líder. Él siempre estuvo con nosotros.
Sus inicios en 1948
¿Qué recuerda de su debut con la camiseta del San Lorenzo de Almagro en Argentina?
En Colombia apenas se jugaba un torneo aficionado. En una visita que hicimos a la delegación argentina, me encontré con René Pontoni, quien me dijo: “Negro, ¿a vos no te gustaría ir a jugar al fútbol argentino?”. Y agregó: “Va a venir Nicolás Guisarri, de la AFA y delegado de San Lorenzo. Con él puedes hablar con la posibilidad de un contrato”. Y así fue, hablamos y concretamos. Mi debut fue en la cancha de Huracán, contra Nacional. Ganamos 3-2.
¿Quién lo apodó ‘El Caimán’?
Mi primera entrevista en Argentina fue para el periódico Crítica. A la pregunta de dónde había nacido, respondí: “Nací el 27 de febrero de 1926 en Barranquilla”. El periodista se quedó pensando y dijo: “¿Y esa no es la tierra del caimán, se va el caimán, se va para Barranquilla?”. Y entonces puso en letras negras, de molde: “El Caimán nos lo envían desde Barranquilla, se trata de Efraín Sánchez, quien viene a probar suerte en el fútbol argentino, defendiendo los colores de San Lorenzo”. Y ahí quedé matriculado.
Luego jugó con las camisetas de América, Cali, Júnior, Santa Fe, Medellín (campeón) y Atlas de Guadalajara, pero curiosamente en 1964 ganó el título con Millonarios en doble condición de jugador y técnico...
El técnico era Joao Avelino, pero los resultados no eran los esperados. Yo me recuperaba de una lesión en la rodilla y como figura del fútbol colombiano me piden encargarme del equipo. Y dese ahí hicimos una campaña impecable, con Silvio Farías y Senén Mosquera como grandes protagonistas.
¿Por qué Millos no volvió a ser el equipo grande de aquellas épocas?
Hay muchos factores, pero depende de tener una directiva que respalde a los técnicos. Pero siempre terminan echándolos a los seis meses, y los jugadores no corresponden al trabajo. Yo digo con toda franqueza que Richard Páez es uno de los mejores técnicos que puede tener el fútbol colombiano. Él transformó el balompié de Venezuela y fue discípulo mío en Estudiantes de Mérida, cuando fui técnico. Millos debe verificar que los jugadores hagan lo que quiere el técnico.
Como técnico estuvo al frente del DIM, Millos, Quindío, Júnior y Estudiantes de Mérida, pero también fue seleccionador nacional, ¿cómo fue esa etapa?
Fue un sueño personal. Soñar ha sido una parte importante en mi carrera. Hice dos años en la escuela técnica de la AFA, para tener el título y el reconocimiento de la Conmebol y la Fifa. Lo logré, vine con ese título. Alfonso Sénior, que siempre me tuvo fe, me nombró. En ese entonces se estaba jugando un 4-2-4 en el fútbol suramericano. Lo que hago es seguir el mismo sistema de esos años y creé un esquema táctico que pocos descifraron, que me permitió salir subcampeón de la Copa América.
¿Quién es el mejor arquero que ha tenido Colombia?
Hay varios: Carlos Álvarez, ‘Chonto’ Gaviria, pero para mí el mejor ha sido Pedro Antonio Zape.
¿Qué opina de David Ospina, el guardameta de la actual selección?
Tiene muchas condiciones, está triunfando en Europa, pero aún hay algunas deficiencias de orden técnico que espero que con el nuevo técnico se puedan trabajar.
¿Cree que esta vez sí vamos a clasificar al Mundial?
José Pékerman es un tipo serio, de muchos méritos, que ha ganado campeonatos del mundo, varios sub-20. Lo va a lograr.
¿Ve talento en la selección?
En estos momentos, tenemos 22 ó 25 jugadores realmente sensacionales, que triunfan en el fútbol del exterior.