"En el fútbol hay alegrías que duelen": Eduardo Galeano
Para el escritor uruguayo, autor de los libros 'El fútbol a sol y sombra' y 'Las venas abiertas de América Latina', los países del sur seguirán exportando mano y pie de obra al norte.
Gerhard Dilger / Porto Alegre *
Don Eduardo, ¿quién será campeón de este Mundial y por qué?
Soy un pésimo profeta. Y además, para colmo, te confieso que no quiero conocer el futuro. Cuando una gitana me toma la mano y me ofrece leerla, yo le ruego: “Señora, por favor, no sea cruel”. Yo no quiero saber lo que ocurrirá, y ni siquiera presentirlo, porque lo mejor de la vida está siempre esperando a la vuelta de la próxima esquina. Y te agrego algo más: por suerte. Los pronósticos fallan. El tiempo se burla de quienes pretenden adivinarlo.
¿Qué opina del equipo alemán?
Asombroso. Tiene la fuerza y la velocidad de los viejos tiempos, pero una elegancia y una alegría que quizá sea el aporte de tantos jóvenes incorporados a sus filas, en su mayoría inmigrantes o hijos de inmigrantes. En el fútbol, como en la vida, el mestizaje mejora.
¿Por qué los argentinos no pudieron, finalmente?
Se lucieron en varios partidos de la Copa y ahora se fueron humillados por una goleada. Esto me entristece, aunque la victoria alemana fue justa de toda justicia. ¿En qué falló Argentina? Obviamente, no cuidó el mediocampo, le faltó articulación entre la vanguardia y la retaguardia, y Messi fue limpiamente bloqueado, en buena ley, por la defensa alemana. Quizá también esto tiene algo que ver con la ‘messidependencia’. Cuando hay un jugador de tan extraordinaria calidad, inevitablemente se produce una realidad así. De todos modos, dicho sea de paso, Messi jugó, durante toda la Copa, mucho mejor que la otra superestrella, Cristiano Ronaldo, que estuvo en el Mundial pero nadie lo vio.
Pelé había dicho que Maradona no era buen técnico. ¿Está de acuerdo?
En el fútbol actual, el entrenador desempeña un trabajo insalubre. Altamente tóxico, te diría: es el chivo emisario, el cabeza de turco de las derrotas, y el mismo pueblo que lo ha elevado al cielo después lo expulsa al infierno. Hace ya algunos años, la gente ni siquiera sabía cuál era el nombre del entrenador, que después pasó a llamarse director técnico.
La gran mayoría de las estrellas suramericanas está jugando en Europa. ¿Hay chances de que esta “exportación de los recursos futbolísticos” se revierta?
No. Los países del sur del mundo seguiremos exportando mano de obra, y pie de obra, al norte del mundo.
¿Cuál es su balance de este Mundial?
Mi buen amigo Pacho Maturana, que fue director técnico de dos selecciones y de varios equipos en diversos países, suele decir, y no se equivoca: “El fútbol es un reino mágico, donde todo puede ocurrir”. Los latinoamericanos estábamos felices, por primera vez en la historia cuatro selecciones nuestras llegaban a la antepenúltima etapa y de golpe, paf, quedó Uruguay solito contra Europa. Y salvo esa excepción, el Mundial se ha convertido en una Eurocopa. Poco antes ya no había africanos compitiendo. Toda África quedó afuera en este Mundial, que es el primer Mundial africano de la historia. Los hermanos Boateng brindan la dramática metáfora de lo que ha ocurrido: un Boateng se fue, el que jugaba en Ghana, y quedó el Boateng que juega en Alemania.
Fue justamente ‘La Celeste’ la que acabó con el sueño africano. ¿Cómo vivió los momentos finales del partido contra Ghana?
Fue una película de Hitchcock. Me cortó la respiración. A mí y a todos los que asistimos al partido más emocionante de este Mundial. Ganó Uruguay, como se sabe, y así quedó sellada la derrota de toda el África. Yo lo celebré, y al mismo tiempo sentí una honda tristeza. En el fútbol, como en la vida, hay alegrías que duelen.
Brasil, con su “receta Dunga”, fracasó. ¿Qué les aconsejaría a sus vecinos con vistas a 2014?
No me gusta dar consejos ni recibirlos, pero a los latinoamericanos no nos va bien cuando copiamos las recetas del éxito europeo. Ni en el fútbol ni en nada. Y no necesitamos copiar. He leído y escuchado varias veces, a propósito de esta selección alemana, la que compite ahora, el siguiente elogio: “Parece un equipo suramericano”. La receta Dunga no era la mejor para el más suramericano de los equipos suramericanos: ¿de qué estaba enfermo Brasil para necesitar esos remedios?
¿Y por qué está tan fuerte esta selección uruguaya?
Porque cree en lo que hace, y el entusiasmo compensa lo que le falta. Vuelve a ser milagrosamente cierto que un país con menos habitantes que un barrio de Buenos Aires puede ser capaz de conquistar el trofeo mundial. Lo celebramos todos, los pocos que somos, porque Uruguay es un país muy futbolizado, y aquí todos los bebés nacen gritando ¡goool! La camiseta celeste tiene mucha energía adentro. Y también la historia ayuda. Este paisito nuestro supo ganar dos Olimpiadas de fútbol, cuando el Mundial todavía no existía, y dos campeonatos mundiales, el primero, que se celebró aquí, en Montevideo, y el de 1950, cuando derrotamos a Brasil en el estreno del estadio más grande del mundo, el Maracaná, ante doscientos mil hinchas que rugían.
* Gerhard Dilger es corresponsal del diario berlinés ‘Taz, die tageszeitung’.
Don Eduardo, ¿quién será campeón de este Mundial y por qué?
Soy un pésimo profeta. Y además, para colmo, te confieso que no quiero conocer el futuro. Cuando una gitana me toma la mano y me ofrece leerla, yo le ruego: “Señora, por favor, no sea cruel”. Yo no quiero saber lo que ocurrirá, y ni siquiera presentirlo, porque lo mejor de la vida está siempre esperando a la vuelta de la próxima esquina. Y te agrego algo más: por suerte. Los pronósticos fallan. El tiempo se burla de quienes pretenden adivinarlo.
¿Qué opina del equipo alemán?
Asombroso. Tiene la fuerza y la velocidad de los viejos tiempos, pero una elegancia y una alegría que quizá sea el aporte de tantos jóvenes incorporados a sus filas, en su mayoría inmigrantes o hijos de inmigrantes. En el fútbol, como en la vida, el mestizaje mejora.
¿Por qué los argentinos no pudieron, finalmente?
Se lucieron en varios partidos de la Copa y ahora se fueron humillados por una goleada. Esto me entristece, aunque la victoria alemana fue justa de toda justicia. ¿En qué falló Argentina? Obviamente, no cuidó el mediocampo, le faltó articulación entre la vanguardia y la retaguardia, y Messi fue limpiamente bloqueado, en buena ley, por la defensa alemana. Quizá también esto tiene algo que ver con la ‘messidependencia’. Cuando hay un jugador de tan extraordinaria calidad, inevitablemente se produce una realidad así. De todos modos, dicho sea de paso, Messi jugó, durante toda la Copa, mucho mejor que la otra superestrella, Cristiano Ronaldo, que estuvo en el Mundial pero nadie lo vio.
Pelé había dicho que Maradona no era buen técnico. ¿Está de acuerdo?
En el fútbol actual, el entrenador desempeña un trabajo insalubre. Altamente tóxico, te diría: es el chivo emisario, el cabeza de turco de las derrotas, y el mismo pueblo que lo ha elevado al cielo después lo expulsa al infierno. Hace ya algunos años, la gente ni siquiera sabía cuál era el nombre del entrenador, que después pasó a llamarse director técnico.
La gran mayoría de las estrellas suramericanas está jugando en Europa. ¿Hay chances de que esta “exportación de los recursos futbolísticos” se revierta?
No. Los países del sur del mundo seguiremos exportando mano de obra, y pie de obra, al norte del mundo.
¿Cuál es su balance de este Mundial?
Mi buen amigo Pacho Maturana, que fue director técnico de dos selecciones y de varios equipos en diversos países, suele decir, y no se equivoca: “El fútbol es un reino mágico, donde todo puede ocurrir”. Los latinoamericanos estábamos felices, por primera vez en la historia cuatro selecciones nuestras llegaban a la antepenúltima etapa y de golpe, paf, quedó Uruguay solito contra Europa. Y salvo esa excepción, el Mundial se ha convertido en una Eurocopa. Poco antes ya no había africanos compitiendo. Toda África quedó afuera en este Mundial, que es el primer Mundial africano de la historia. Los hermanos Boateng brindan la dramática metáfora de lo que ha ocurrido: un Boateng se fue, el que jugaba en Ghana, y quedó el Boateng que juega en Alemania.
Fue justamente ‘La Celeste’ la que acabó con el sueño africano. ¿Cómo vivió los momentos finales del partido contra Ghana?
Fue una película de Hitchcock. Me cortó la respiración. A mí y a todos los que asistimos al partido más emocionante de este Mundial. Ganó Uruguay, como se sabe, y así quedó sellada la derrota de toda el África. Yo lo celebré, y al mismo tiempo sentí una honda tristeza. En el fútbol, como en la vida, hay alegrías que duelen.
Brasil, con su “receta Dunga”, fracasó. ¿Qué les aconsejaría a sus vecinos con vistas a 2014?
No me gusta dar consejos ni recibirlos, pero a los latinoamericanos no nos va bien cuando copiamos las recetas del éxito europeo. Ni en el fútbol ni en nada. Y no necesitamos copiar. He leído y escuchado varias veces, a propósito de esta selección alemana, la que compite ahora, el siguiente elogio: “Parece un equipo suramericano”. La receta Dunga no era la mejor para el más suramericano de los equipos suramericanos: ¿de qué estaba enfermo Brasil para necesitar esos remedios?
¿Y por qué está tan fuerte esta selección uruguaya?
Porque cree en lo que hace, y el entusiasmo compensa lo que le falta. Vuelve a ser milagrosamente cierto que un país con menos habitantes que un barrio de Buenos Aires puede ser capaz de conquistar el trofeo mundial. Lo celebramos todos, los pocos que somos, porque Uruguay es un país muy futbolizado, y aquí todos los bebés nacen gritando ¡goool! La camiseta celeste tiene mucha energía adentro. Y también la historia ayuda. Este paisito nuestro supo ganar dos Olimpiadas de fútbol, cuando el Mundial todavía no existía, y dos campeonatos mundiales, el primero, que se celebró aquí, en Montevideo, y el de 1950, cuando derrotamos a Brasil en el estreno del estadio más grande del mundo, el Maracaná, ante doscientos mil hinchas que rugían.
* Gerhard Dilger es corresponsal del diario berlinés ‘Taz, die tageszeitung’.