¿Fuego amigo? Los peligros de Novak Djokovic para lograr la gloria en Tokio 2020
Djokovic quiere convertirse en el segundo tenista de la historia en ganar los cuatro Grand Slams y la medalla olímpica de oro el mismo año.
En toda guerra, los soldados aprenden rápido la peligrosidad del ‘fuego amigo’ y en la conquista del oro olímpico, Novak Djokovic se ve amenazado por el español Alejandro Davidovich, uno de los tenistas con el que mantiene más amistad, si eso es posible en un deporte tan profesionalizado como el tenis.
El número uno mundial y su rival en los octavos de final del torneo olímpico (N.35 de la ATP) fraguaron su relación a comienzos de la pandemia, durante el primer confinamiento en la primera mitad de 2020, cuando el serbio se refugió del coronavirus en Marbella, la localidad de la jet-set cercana a Málaga, de donde es originario Davidovich.
En Marbella vive el hermano de Djokovic, Marko, y el tenista decidió pasar con su familia el primer confinamiento en esta localidad costera, conocida por la bondad de su clima.
Lea: Todo aclarado entre Fedepesas y Mindeporte
Tanto debió gustarle la experiencia que, tras vivir durante 15 años en Montecarlo, Djokovic habría decidido mudarse a Marbella, donde se compró, según la prensa española, una mansión de 10 millones de euros (casi 12 millones de dólares) y que cuenta con todo tipo de lujos, incluido un gimnasio privado y, por supuesto, una pista de tenis.
Durante el confinamiento, Djokovic y el joven español de 22 años, que vive en Fuengirola, a apenas 30 km de Marbella, comenzaron a entrenarse juntos, lo que dio lugar también a una relación de amistad.
“Es un tío de 10”, aseguró Davidovich, de padres rusos, tras clasificarse el lunes a octavos de final.
“Lo conozco bien. Hemos entrenado bastante en Marbella”, añadió.
- “Es un tío de 10” -
“Ya nos habíamos visto en el circuito, pero fue cuando él vino a Marbella durante el confinamiento. Éramos los dos únicos (tenistas profesionales) allí y empezamos a entrenar juntos unas dos semanas antes de la reanudación del circuito”, recordaba el lunes.
“Desde ese momento hemos tenido una relación muy buena, nos caemos muy bien, Cuando entrenamos me da consejos y aprendo mucho de él”. Quizá sea esa la razón que explica que Davidovich ha logrado sus mejores resultados (octavos en el US Open en 2020 y cuartofinalista en Roland Garros en 2021) desde que se entrena con el serbio.
Ambos se enfrentaron ya en una ocasión, en el último Masters 1000 de Roma y ganó Djokovic por 6-1 y 6-1. “Me pintó la cara”, bromeó el español, pese a lo cual considera que “se le puede ganar”.
“Es un rival muy duro de batir, pero sé por dónde atacarle. Está en un gran año. Ha ganado tres Grand Slam y se le ve con mucha confianza, pero también puede tener un poco de presión añadida por representar a su país y por tener que ganar el oro olímpico y el US Open”, para emular la proeza de Stefi Graff en 1988, la única tenista en la historia en ganar los cuatro Grand Slam y unos Juegos en un mismo año.
Davidovich cuenta además con un ‘arma secreta’: sus calcetines. “No puedo entrenar o jugar sin un calcetín blanco y el otro negro. Los llevo así desde hace mucho tiempo y se ha convertido ya en una superstición”.
En Tokio-2020, “me hubiese gustado llevar uno amarillo y otro rojo (los colores de la bandera de España), pero no me han llegado”, comentó entre risas.
En toda guerra, los soldados aprenden rápido la peligrosidad del ‘fuego amigo’ y en la conquista del oro olímpico, Novak Djokovic se ve amenazado por el español Alejandro Davidovich, uno de los tenistas con el que mantiene más amistad, si eso es posible en un deporte tan profesionalizado como el tenis.
El número uno mundial y su rival en los octavos de final del torneo olímpico (N.35 de la ATP) fraguaron su relación a comienzos de la pandemia, durante el primer confinamiento en la primera mitad de 2020, cuando el serbio se refugió del coronavirus en Marbella, la localidad de la jet-set cercana a Málaga, de donde es originario Davidovich.
En Marbella vive el hermano de Djokovic, Marko, y el tenista decidió pasar con su familia el primer confinamiento en esta localidad costera, conocida por la bondad de su clima.
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Tanto debió gustarle la experiencia que, tras vivir durante 15 años en Montecarlo, Djokovic habría decidido mudarse a Marbella, donde se compró, según la prensa española, una mansión de 10 millones de euros (casi 12 millones de dólares) y que cuenta con todo tipo de lujos, incluido un gimnasio privado y, por supuesto, una pista de tenis.
Durante el confinamiento, Djokovic y el joven español de 22 años, que vive en Fuengirola, a apenas 30 km de Marbella, comenzaron a entrenarse juntos, lo que dio lugar también a una relación de amistad.
“Es un tío de 10”, aseguró Davidovich, de padres rusos, tras clasificarse el lunes a octavos de final.
“Lo conozco bien. Hemos entrenado bastante en Marbella”, añadió.
- “Es un tío de 10” -
“Ya nos habíamos visto en el circuito, pero fue cuando él vino a Marbella durante el confinamiento. Éramos los dos únicos (tenistas profesionales) allí y empezamos a entrenar juntos unas dos semanas antes de la reanudación del circuito”, recordaba el lunes.
“Desde ese momento hemos tenido una relación muy buena, nos caemos muy bien, Cuando entrenamos me da consejos y aprendo mucho de él”. Quizá sea esa la razón que explica que Davidovich ha logrado sus mejores resultados (octavos en el US Open en 2020 y cuartofinalista en Roland Garros en 2021) desde que se entrena con el serbio.
Ambos se enfrentaron ya en una ocasión, en el último Masters 1000 de Roma y ganó Djokovic por 6-1 y 6-1. “Me pintó la cara”, bromeó el español, pese a lo cual considera que “se le puede ganar”.
“Es un rival muy duro de batir, pero sé por dónde atacarle. Está en un gran año. Ha ganado tres Grand Slam y se le ve con mucha confianza, pero también puede tener un poco de presión añadida por representar a su país y por tener que ganar el oro olímpico y el US Open”, para emular la proeza de Stefi Graff en 1988, la única tenista en la historia en ganar los cuatro Grand Slam y unos Juegos en un mismo año.
Davidovich cuenta además con un ‘arma secreta’: sus calcetines. “No puedo entrenar o jugar sin un calcetín blanco y el otro negro. Los llevo así desde hace mucho tiempo y se ha convertido ya en una superstición”.
En Tokio-2020, “me hubiese gustado llevar uno amarillo y otro rojo (los colores de la bandera de España), pero no me han llegado”, comentó entre risas.