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La primera selección que nos puso a celebrar

En 1985 arrancó un proceso con los equipos juveniles que terminó con la clasificación del de mayores a Italia 1990. Comenzamos a sembrar para el futuro y a trabajar en las divisiones menores. “¿A qué jugamos?”, nueva entrega.

Luis Guillermo Ordoñez
27 de abril de 2022 - 08:36 p. m.
Con la selección colombiana sub 20 de 1985, dirigida por Luis Alfonso Marroquín,  comenzó una de las eras más gloriosa del fútbol colombiano.
Con la selección colombiana sub 20 de 1985, dirigida por Luis Alfonso Marroquín, comenzó una de las eras más gloriosa del fútbol colombiano.
Foto: Mundo Fútbol

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En los primeros 30 años del fútbol profesional colombiano pocos equipos se preocuparon por el trabajo en las divisiones menores. De hecho, se contaban con los dedos de las manos los jugadores de la cantera que debutaban en primera división, en la que predominaban los futbolistas extranjeros. Aún así, desde 1954 nuestro país comenzó a participar en los Campeonatos Sudamericanos Juveniles, en esa primera ocasión bajo las órdenes del técnico Jorge “El Gringo” Peñaranda, quien manejó durante mucho tiempo los equipos infantiles y juveniles de Independiente Santa Fe, los famosos “Monaguillos”.

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Como era de esperarse, los combinados nacionales no tuvieron buenas actuaciones. De hecho, eran comunes las goleadas en contra frente a los llamados grandes del continente, como Brasil, Argentina y Uruguay. Ante los demás, se obtuvieron resultados parejos. El consuelo, durante varias décadas, era que nuestro balompié estaba creciendo y que con el tiempo llegarían los resultados. En medio de ese panorama, en los años 50 y 60 aparecieron jugadores como Jaime Silva, Mario Bustamante, Julio “Chonto” Gaviria, Efraín Castillo, Alfonso Cañón o Hernando Piñeros, entre otros.

Pero fue definitivamente en la década del 70 cuando el fútbol colombiano cambió. Con la llegada de Oswaldo Juan Zubeldía, Carlos Salvados Bilardo y algunos representantes de la escuela yugoslava, como Dragoslav Sekularac, Tosa Veselinovic, Vladimir Popović y Blagoge Vidinic, los métodos de entrenamiento se modificaron y se les dio mayor relevancia a la preparación física y el trabajo táctico. Comenzaron los jugadores a entender y aplicar conceptos del juego que para ellos eran desconocidos.

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De hecho, esa generación de futbolistas es la que mayor número de entrenadores le ha entregado al país. Luis Fernando Suárez asegura que “eso se debe a que esos entrenadores sembraron en nosotros la semilla de la curiosidad, la inquietud por apropiarnos de la mayor cantidad de información posible, de tener conocimiento y no solamente correr detrás del balón”.

Pero sería injusto no nombrar a tres personajes colombianos que fueron fundamentales para el desarrollo del fútbol, especialmente de las divisiones menores: Humberto “Tucho” Ortiz en Antioquia, Édgar Mallarino en el Valle y Alfonso Sepúlveda en Bogotá y Cundinamarca. No fueron los únicos, pero sí los más importantes descubridores de talentos. “Los menosprecian diciendo que apenas era formadores, pero eso lo considero un gran homenaje, porque la palabra formador encierra mucho, todo, táctica, técnica, estrategia, don de gentes”, explica Luis Augusto “Chiqui” García, uno de los discípulos de Sepúlveda en la capital de la República.

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Aunque si hay un momento o un proceso que cambió la historia de nuestras selecciones juveniles, fue el Suramericano de 1985, con Luis Alfonso Marroquín a la cabeza. De siete partidos, Colombia ganó tres, empató tres más y solo perdió uno (2-1 ante Brasil). Anotó 12 goles y recibió seis. Pero más allá de los fríos números, fue un equipo que enamoró con su fútbol al continente. El arquero titular era René Higuita, quien ya comenzaba a mostrar su estilo innovador. Atrás jugaban Jhon Édison Álvarez, Álvaro “Calidad” Núñez, John Córdoba y Jairo Ampudia. En la mitad Romeiro Hurtado, Carlos Álvarez, Felipe Pérez y James Rodríguez. Adelante: John Jairo “La Turbina” Tréllez y John Édison Castaño. Nilton Bernal y Nelson “La Piraña” Díaz eran suplentes de lujo.

“La clave de ese equipo fue la irreverencia. Eran jugadores atrevidos, a los que les gustaba divertirse, salir a ganar. Antes llegábamos con muchos complejos e inseguridades. Y también les dimos la libertad para inventar”, recordaba el técnico Marroquín, a quien no se le reconoció suficientemente su aporte al balompié nacional. Eso equipo finalizó tercero en el torneo y clasificó por primera vez a un Mundial sub 20, el de la Unión Soviética.

Una moneda nos dio la clasificación en el Mundial

Ya en la Copa Mundo se mantuvo la base, aunque con algunos cambios. El arquero, por ejemplo, fue Eduardo Niño. Colombia empató con Hungría (2-2) y Bulgaria (1-1), antes de ganarle a Túnez (2-1). Por diferencia de goles el equipo nacional compartió la segunda posición con Hungría, por lo que tocó recurrir al popular cara y sello para definir quién acompañaría a Bulgaria en la siguiente fase. La moneda le dio la clasificación a la tricolor. Lamentablemente, en la siguiente fase el Brasil de Claudio Tafarel, Gerson, Silas y Muller, acabó con nuestro sueño mundialista con una goleada 6-0.

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Fue esa realmente la primera selección de la que se sintieron orgullosos los hinchas del futbol. La primera por la que trasnocharon para verla jugar por televisión. La que le recordó al país lo que era estar en un Mundial y la que abrió el camino de la gloria de los 90.

El proceso continuó y Colombia fue sede del Suramericano de 1987, en el Eje Cafetero. El plantel fue dirigido esta vez por Finot Castaño y Hugo Gallego, en un torneo fue de menos a más. En la primera ronda perdió con Uruguay y Paraguay (ambos 1-0) y les ganó a Bolivia (6-0) y Chile (3-0). Avanzó por diferencia de goles. Y en el cuadrangular final le ganó a Argentina (2-0), Uruguay (1-0) y empató con Brasil (1-0). Con cinco puntos logró el primer título suramericano para el país, con Eduardo Niño, Martín Caicedo, Miguel “Niche” Guerrero, John Jiménez, Alfonso Cañón Jr., John Jairo Tréllez, Wilson Pérez, Óscar Pareja y William Muñoz como figuras.

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“Fue un momento muy bonito. Sentir el respaldo de la afición y haberle podido corresponder no tiene precio. Creo que ahí nos dimos cuenta que realmente teníamos nivel para pelearles a Brasil y Argentina. De hecho, fue lo que hicimos desde entonces”, recuerda Finot Castaño, quien luego se dedicó al trabajo formativo en Bogotá. Hugo Gallego, por su parte, admite que “se juntó un buen grupo de jugadores y el país los rodeó, como nunca lo había hecho. La selección comenzó a ser un verdadero símbolo para los aficionados”.

En el Mundial de Chile, Colombia no brilló, pero cumplió un papel digno. Le ganó 1-0 a Bahrain, cayó 3-1 con Alemania y empató 2-2 con Escocia, con lo que no le alcanzó para avanzar a la siguiente fase. “Pero ahí ya la gente se estaba acostumbrando a ver a la selección en un Mundial, se estaba gestando y consolidando la generación que cogió Pacho Maturana y llevó a Italia 1990″, explica el periodista Hernán Peláez Restrepo.

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Pero probablemente la mejor selección sub 20 de Colombia fue la del Sudamericano de 1988, en Argentina, dirigida por Juan José Peláez y liderada dentro de la cancha por Óscar Córdoba, Diego León Osorio, Carlos “Caliche” Jiménez, Gustavo “El Mísil” Restrepo, Wilson Danobis Muñoz, Carlos Castro, Jorge Bermúdez, Giovannis Cassiani, Flabio Torres, Ómar “Torito” Cañas e Iván René Valenciano.

Los equipos nacionales de esa época ya tenían una identidad, jugaban a lo mismo. El sistema era generalmente un 4-4-2 con variantes, pero lo verdaderamente importante era el estilo. Salían a proponer, a tener la pelota y manejar el ritmo del juego. El toque-toque que pregonaban Francisco Maturana y Hernán Darío “Bolillo” Gómez con la selección mayor, que fue tercera en la Copa América de Argentina en 1987, se volvió religión en los equipos menores.

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En la fase de grupos les ganó a Brasil (1-0), Ecuador (2-) y Bolivia (3-1), y empató sin goles con Uruguay. En el cuadrangular final quedó segundo tras vencer 2-0 a Paraguay y empatar 0-0 con Brasil. El título se le fue por la derrota 2-1 contra Argentina. Ese equipo fue el Mundial de Arabia, en 1989, en el que cayó contra Costa Rica (1-0) y Rusia (3-1), pero clasificó gracias a la victoria 2-0 sobre Siria y mejor gol diferencia que los ticos.

En octavos de final perdió 1-0 con Portugal, que se coronaría campeón de la mano del técnico Carlos Queiroz. “Era un equipo que jugaba muy bien, en el que ya casi todos los jugadores tenían alguna experiencia en equipos profesionales. Muchos de ellos después fueron grandes figuras de nuestro fútbol. La exigencia para las selecciones, dados los buenos resultados, cada vez era mayor”, dice Juan José Peláez, que era asesorado entonces por Luis Fernando Suárez.

Meses después, Nacional ganó la Copa Libertadores, el primer trofeo continental para un club de nuestro país, y en octubre, tras el repechaje ante Israel, Colombia logró la clasificación a la Copa Mundo de Italia 1990. Esa fue la cereza en el pastel a cinco años de proceso en las selecciones sub 20 y el resultado de haber creído en al trabajo en la base, en sembrar pensando en el futuro.

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