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                                                                                                                                  Adolfo Pedernera, el que pedía no matar a Dios a pelotazos

                                                                                                                                  Sus conceptos, que todavía son enseñados y aplicados, fueron claves en la evolución del fútbol colombiano en el comienzo del profesionalismo y en el logro de jugar por primera vez un Mundial. Nueva entrega del especial “¿A qué jugamos?”.

                                                                                                                                  Pedernera (izq.) llegó a Colombia cuando tenía más de 30 años y ya había brillado en La Máquina de River. Fue recibido por una multitud en Bogotá, en 1949. Gracias a la masiva asistencia del público para verlo, Millonarios recuperó rápidamente la inversión. / Archivo
                                                                                                                                  PUBLICIDAD

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                                                                                                                                  —Si la crítica lo dice así, la crítica debe tener razón.

                                                                                                                                  Esas fueron las primeras palabras que intercambió Adolfo Alfredo Pedernera con el periodismo colombiano tras haber aterrizado en el aeropuerto de Techo, en Bogotá. Su inteligencia no lo hacía discutir. Era consciente de que demostraría su superioridad futbolística cuando la bocha estuviera en sus pies y sus conocimientos fueran implementados en la liga pirata de 1949.

                                                                                                                                  Mire el especial⚽: ¿A qué jugamos? Identidad e historia del fútbol colombiano

                                                                                                                                  PUBLICIDAD

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                                                                                                                                  Read more!

                                                                                                                                  Cuando tenía cuatro años, su papá le lanzó una pelota y él la regresó con un potente remate. Esos que mostró en Huracán antes de comenzar su sendero profesional con River Plate, en 1935. Esa unión entre sus amados tangos, la bohemia, el romanticismo de la Buenos Aires de entonces y el fútbol lírico la practicó con el club que dominó en su país en la década del 40.

                                                                                                                                  De hecho, en su debut contra Ferro Carril Oeste fue marcado por el histórico José Pechito Della Torre, otro de sus ídolos de Racing. Le hizo dos enganches y lo dejó en ridículo, mientras el público aplaudía. Instantes después se dirigió a la mitad de la cancha y Della Torre le dio la primera lección del balompié profesional, que tuvo en sus pensamientos siempre: “Es bueno que tenga habilidad y la demuestre, pero burlarse de los contrarios le va a traer más problemas que ventajas”. Pedernera reflexionó: “Tenía razón. Me enseñó lo más importante que uno debe tener en una cancha: respeto”.

                                                                                                                                  Ese valor lo demostró en uno de los mejores equipos de la historia: La Máquina, cuyo nombre fue idea de su madre. Ese conjunto nació el 21 de septiembre de 1941 y, aunque Juan Carlos Muñoz, José Manuel el Charro Moreno, Adolfo Pedernera, Ángel Labruna y Félix Loustau apenas jugaron 18 partidos juntos, quedó en la eternidad de la pelota por los conceptos y las formas que traería el protagonista de estas letras a Colombia.

                                                                                                                                  Pedernera se desempeñó en La Máquina en las cinco posiciones de la delantera, pero se sintió más cómodo y con mayor visión de juego cuando el técnico Renato Cesarini, bajo la recomendación de Carlos Peucelle, lo alineó como un falso centrodelantero. Sin embargo, Pedernera sabía que no todo en ese cuadro era producto de los cinco genios de ataque, pese a que siempre consideró al Charro como el mejor jugador de todos los tiempos.

                                                                                                                                  Read more!
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                                                                                                                                  No ad for you

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                                                                                                                                  (Los primeros héroes del fútbol colombiano y el mito de la identidad)

                                                                                                                                  No ad for you

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                                                                                                                                  Entre esos años, Adolfo Pedernera ofició de futbolista y entrenador en Millonarios, reemplazando a Aldabe y consiguiendo el primer tricampeonato en la existencia del balompié colombiano (1951-1953). Lo logró inculcando su amada posesión de la pelota con mediocampistas conceptualmente destacados que sabían cuándo, cómo y dónde pasarla, la constante postura ofensiva, la amplitud y profundidad con extremos habilidosos y la definición efectiva con certeros centrodelanteros.

                                                                                                                                  No ad for you

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                                                                                                                                  Para Pedernera también era importante el orden defensivo, pese a que no resignaba nunca a ser protagonista de los encuentros gracias al balón y a la preparación individual de sus dirigidos, a quienes les contó una anécdota con un presidente de Huracán, para hacerles entender que la velocidad mental es la más importante:

                                                                                                                                  —Pedernera, usted tiene que correr más, lo veo lento —le dijo el dirigente.

                                                                                                                                  —Si quiere que corra más, regáleme un auto de carreras.

                                                                                                                                  No ad for you

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                                                                                                                                  (El Dorado: éxodo, gloria y porvenir en el FPC)

                                                                                                                                  No ad for you

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                                                                                                                                  En la capital del Atlántico el combinado nacional disputó un amistoso antes de ese Mundial del 62, Coll se escapó a la casa de su madre, volvió al hotel de concentración y le mostró a su técnico su tesoro.

                                                                                                                                  —Esta es la sorpresa que le tenía preparada —señaló el futbolista.

                                                                                                                                  —Es impresionante. ¿De dónde lo sacaste? —contestó Pedernera.

                                                                                                                                  —Lo tengo desde niño.

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  Y es que Pedernera nunca ha dejado de originar admiración, pues sus convicciones las mantuvo cuando fue subcampeón con América de Cali en 1960, cuando volvió a ser futbolista profesional y jugó su último partido con dicho club en 1961, cuando paradójicamente enseñó en Boca Juniors —máximo rival de su amado River—, cuando no pudo clasificar a Argentina al Mundial de México 70 y cuando dirigió a Huracán, Gimnasia, Independiente, Talleres y Banfield.

                                                                                                                                  Sus convicciones, que han sido aprendidas, asumidas, adheridas, implementadas, renovadas y divulgadas por entrenadores en el fútbol colombiano y en el exterior, se basaron en las maneras, porque ellas son las que tejen el camino a los objetivos. “Ya no existe la bohemia de antes. Hoy el mensaje es: si ganás, servís; si perdés, no. En fútbol, el señor don éxito es el dueño y señor”, exclamó con ironía en 1956.

                                                                                                                                  No ad for you

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                                                                                                                                  Adolfo Pedernera, el hombre que inculcó primordiales conceptos que estructuraron nuestras formas de jugar, los veía así: “El partido es difícil y podemos perder, pero no quiero que renuncien a jugar ni que rifen el balón. No quiero que los diarios del lunes digan que don Adolfo tiene un equipo de ateos, que quisieron matar a Dios a pelotazos”.

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  Es un mito eterno del fútbol. Como Obdulio Varela, capitán uruguayo en el Maracanazo del 50 y que, antes de aquella final y de su legendaria frase “los de afuera son de palo”, sostuvo una brevísima charla:

                                                                                                                                  —Obdulio, ¿les tiene miedo a los delanteros brasileños?

                                                                                                                                  —¿Miedo? Yo enfrenté a Adolfo Pedernera, y como él no hay nadie.

                                                                                                                                  Pedernera (izq.) llegó a Colombia cuando tenía más de 30 años y ya había brillado en La Máquina de River. Fue recibido por una multitud en Bogotá, en 1949. Gracias a la masiva asistencia del público para verlo, Millonarios recuperó rápidamente la inversión. / Archivo
                                                                                                                                  PUBLICIDAD

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                                                                                                                                  —Si la crítica lo dice así, la crítica debe tener razón.

                                                                                                                                  Esas fueron las primeras palabras que intercambió Adolfo Alfredo Pedernera con el periodismo colombiano tras haber aterrizado en el aeropuerto de Techo, en Bogotá. Su inteligencia no lo hacía discutir. Era consciente de que demostraría su superioridad futbolística cuando la bocha estuviera en sus pies y sus conocimientos fueran implementados en la liga pirata de 1949.

                                                                                                                                  Mire el especial⚽: ¿A qué jugamos? Identidad e historia del fútbol colombiano

                                                                                                                                  PUBLICIDAD

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                                                                                                                                  Read more!

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                                                                                                                                  De hecho, en su debut contra Ferro Carril Oeste fue marcado por el histórico José Pechito Della Torre, otro de sus ídolos de Racing. Le hizo dos enganches y lo dejó en ridículo, mientras el público aplaudía. Instantes después se dirigió a la mitad de la cancha y Della Torre le dio la primera lección del balompié profesional, que tuvo en sus pensamientos siempre: “Es bueno que tenga habilidad y la demuestre, pero burlarse de los contrarios le va a traer más problemas que ventajas”. Pedernera reflexionó: “Tenía razón. Me enseñó lo más importante que uno debe tener en una cancha: respeto”.

                                                                                                                                  Ese valor lo demostró en uno de los mejores equipos de la historia: La Máquina, cuyo nombre fue idea de su madre. Ese conjunto nació el 21 de septiembre de 1941 y, aunque Juan Carlos Muñoz, José Manuel el Charro Moreno, Adolfo Pedernera, Ángel Labruna y Félix Loustau apenas jugaron 18 partidos juntos, quedó en la eternidad de la pelota por los conceptos y las formas que traería el protagonista de estas letras a Colombia.

                                                                                                                                  Pedernera se desempeñó en La Máquina en las cinco posiciones de la delantera, pero se sintió más cómodo y con mayor visión de juego cuando el técnico Renato Cesarini, bajo la recomendación de Carlos Peucelle, lo alineó como un falso centrodelantero. Sin embargo, Pedernera sabía que no todo en ese cuadro era producto de los cinco genios de ataque, pese a que siempre consideró al Charro como el mejor jugador de todos los tiempos.

                                                                                                                                  Read more!
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                                                                                                                                  No ad for you

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                                                                                                                                  (Los primeros héroes del fútbol colombiano y el mito de la identidad)

                                                                                                                                  No ad for you

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                                                                                                                                  Entre esos años, Adolfo Pedernera ofició de futbolista y entrenador en Millonarios, reemplazando a Aldabe y consiguiendo el primer tricampeonato en la existencia del balompié colombiano (1951-1953). Lo logró inculcando su amada posesión de la pelota con mediocampistas conceptualmente destacados que sabían cuándo, cómo y dónde pasarla, la constante postura ofensiva, la amplitud y profundidad con extremos habilidosos y la definición efectiva con certeros centrodelanteros.

                                                                                                                                  No ad for you

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                                                                                                                                  Para Pedernera también era importante el orden defensivo, pese a que no resignaba nunca a ser protagonista de los encuentros gracias al balón y a la preparación individual de sus dirigidos, a quienes les contó una anécdota con un presidente de Huracán, para hacerles entender que la velocidad mental es la más importante:

                                                                                                                                  —Pedernera, usted tiene que correr más, lo veo lento —le dijo el dirigente.

                                                                                                                                  —Si quiere que corra más, regáleme un auto de carreras.

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  Porque el correcto trato a la bocha siempre fue lo más importante para el Maestro: “La pelota, aunque les parezca mentira, tiene sentimientos. La pelota se da cuenta cuando la tratan mal. Por eso, cuando le pegan mal, esa pelota no regresa a ellos. Les quiere escapar, se quiere ir de la cancha”.

                                                                                                                                  (El Dorado: éxodo, gloria y porvenir en el FPC)

                                                                                                                                  No ad for you

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                                                                                                                                  En la capital del Atlántico el combinado nacional disputó un amistoso antes de ese Mundial del 62, Coll se escapó a la casa de su madre, volvió al hotel de concentración y le mostró a su técnico su tesoro.

                                                                                                                                  —Esta es la sorpresa que le tenía preparada —señaló el futbolista.

                                                                                                                                  —Es impresionante. ¿De dónde lo sacaste? —contestó Pedernera.

                                                                                                                                  —Lo tengo desde niño.

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  Y es que Pedernera nunca ha dejado de originar admiración, pues sus convicciones las mantuvo cuando fue subcampeón con América de Cali en 1960, cuando volvió a ser futbolista profesional y jugó su último partido con dicho club en 1961, cuando paradójicamente enseñó en Boca Juniors —máximo rival de su amado River—, cuando no pudo clasificar a Argentina al Mundial de México 70 y cuando dirigió a Huracán, Gimnasia, Independiente, Talleres y Banfield.

                                                                                                                                  Sus convicciones, que han sido aprendidas, asumidas, adheridas, implementadas, renovadas y divulgadas por entrenadores en el fútbol colombiano y en el exterior, se basaron en las maneras, porque ellas son las que tejen el camino a los objetivos. “Ya no existe la bohemia de antes. Hoy el mensaje es: si ganás, servís; si perdés, no. En fútbol, el señor don éxito es el dueño y señor”, exclamó con ironía en 1956.

                                                                                                                                  No ad for you

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                                                                                                                                  Adolfo Pedernera, el hombre que inculcó primordiales conceptos que estructuraron nuestras formas de jugar, los veía así: “El partido es difícil y podemos perder, pero no quiero que renuncien a jugar ni que rifen el balón. No quiero que los diarios del lunes digan que don Adolfo tiene un equipo de ateos, que quisieron matar a Dios a pelotazos”.

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  Es un mito eterno del fútbol. Como Obdulio Varela, capitán uruguayo en el Maracanazo del 50 y que, antes de aquella final y de su legendaria frase “los de afuera son de palo”, sostuvo una brevísima charla:

                                                                                                                                  —Obdulio, ¿les tiene miedo a los delanteros brasileños?

                                                                                                                                  —¿Miedo? Yo enfrenté a Adolfo Pedernera, y como él no hay nadie.

                                                                                                                                  Ver todas las noticias
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