América no pudo con el Pasto en el Pascual
En el partido de ida de los cuartos de final de la Liga Águila, el cuadro escarlata no hizo valer su condición de local e igualó sin goles. La serie se definirá el sábado.
Jesús Miguel De La Hoz
Eduardo Galeano en su libro Fútbol a sol y sombra definió el gol como el orgasmo del fútbol. Es una emoción inigualable que mueve masas y acelera corazones. Es la esencia de este deporte. Sin él un partido pierde la gracia para la afición, se queda en la táctica y estrategia que implementa el entrenador para afrontar el compromiso. Algo positivo para él, pero aburrido para los espectadores.
Una situación así se vivió este miércoles en el estadio Pascual Guerrero de Cali. América y Pasto empataron sin goles en el encuentro de ida de los cuartos de final de la Liga Águila. No fue un partido de esos que se queden para siempre en la retina de los fanáticos, que tuvieron que ver el partido desde sus casas por los hechos de violencia que se registraron el el clásico caleño del miércoles pasado.
El encuentro con su soledad en la tribuna, careció de emociones y situaciones importantes en ambas porterías. Algunos dirían equipos amarretes, pero lo cierto es que el cuadro nariñense hizo el negocio y el sábado podría definir la serie en su casa.
En otra época se hubiera pedido que América fuera el que propusiera, que tuviera el manejo del balón y que creara las jugadas más importantes en contra de la portería contraria. Pero en la actualidad es diferente. Los equipos están más nivelados y no hay tanta diferencia. Cualquiera le gana a cualquiera sin necesidad de brillar.
En el Pascual el Pasto fue el de la iniciativa. El que tuvo las opciones más importantes. Pero sus intentos fueron detenidos por Carlos Bejarano o se fueron por arriba. El balón nunca encontró el camino hacia la red. Siempre estuvo errante en el aire, sin rumbo fijo. Y el esférico que es el útil en este deporte hoy estuvo rebelde. Nunca se acomodó al pie de ningún jugador: saltaba y saltaba como si estuviera untado flubber. Estaba descontrolado y no encontró a alguien que lograra domarlo.
Y así pasaron los minutos en Cali, mientras que por la visita lo intentaban Javier Reina y Santiago Tréllez. Pero tras la salida del primero al minuto 67 la claridad del Pasto se acabó. Automáticamente empezó a retroceder y a cederle espacio a un América sin ideas, a un cuadro escarlata que no encontró claridad en sus hombres de manejo. Stiven Lucumí y Brayan Angulo brillaron por su ausencia y el peso del partido terminó sobre los hombros de Juan Camilo Hernández, quien fue el que más lo intentó.
América jugó sin ninguna necesidad. Sin apuros. El objetivo del semestre -clasificar entre los ocho- se cumplió. Las baterías se deben estar enfilando para lo que será el segundo semestre de la Liga Águila donde tendrá que salir de la zona del descenso definitivamente. Pero eso no quiere decir que todo se tire a la basura, aún queda un partido y se jugará el sábado a partir de las 6:00 p.m. en el estadio La Libertad en donde el Deportivo Pasto buscará mantener el buen rendimiento de local que ha demostrado a lo largo del semestre para avanzar en la liga.
Eduardo Galeano en su libro Fútbol a sol y sombra definió el gol como el orgasmo del fútbol. Es una emoción inigualable que mueve masas y acelera corazones. Es la esencia de este deporte. Sin él un partido pierde la gracia para la afición, se queda en la táctica y estrategia que implementa el entrenador para afrontar el compromiso. Algo positivo para él, pero aburrido para los espectadores.
Una situación así se vivió este miércoles en el estadio Pascual Guerrero de Cali. América y Pasto empataron sin goles en el encuentro de ida de los cuartos de final de la Liga Águila. No fue un partido de esos que se queden para siempre en la retina de los fanáticos, que tuvieron que ver el partido desde sus casas por los hechos de violencia que se registraron el el clásico caleño del miércoles pasado.
El encuentro con su soledad en la tribuna, careció de emociones y situaciones importantes en ambas porterías. Algunos dirían equipos amarretes, pero lo cierto es que el cuadro nariñense hizo el negocio y el sábado podría definir la serie en su casa.
En otra época se hubiera pedido que América fuera el que propusiera, que tuviera el manejo del balón y que creara las jugadas más importantes en contra de la portería contraria. Pero en la actualidad es diferente. Los equipos están más nivelados y no hay tanta diferencia. Cualquiera le gana a cualquiera sin necesidad de brillar.
En el Pascual el Pasto fue el de la iniciativa. El que tuvo las opciones más importantes. Pero sus intentos fueron detenidos por Carlos Bejarano o se fueron por arriba. El balón nunca encontró el camino hacia la red. Siempre estuvo errante en el aire, sin rumbo fijo. Y el esférico que es el útil en este deporte hoy estuvo rebelde. Nunca se acomodó al pie de ningún jugador: saltaba y saltaba como si estuviera untado flubber. Estaba descontrolado y no encontró a alguien que lograra domarlo.
Y así pasaron los minutos en Cali, mientras que por la visita lo intentaban Javier Reina y Santiago Tréllez. Pero tras la salida del primero al minuto 67 la claridad del Pasto se acabó. Automáticamente empezó a retroceder y a cederle espacio a un América sin ideas, a un cuadro escarlata que no encontró claridad en sus hombres de manejo. Stiven Lucumí y Brayan Angulo brillaron por su ausencia y el peso del partido terminó sobre los hombros de Juan Camilo Hernández, quien fue el que más lo intentó.
América jugó sin ninguna necesidad. Sin apuros. El objetivo del semestre -clasificar entre los ocho- se cumplió. Las baterías se deben estar enfilando para lo que será el segundo semestre de la Liga Águila donde tendrá que salir de la zona del descenso definitivamente. Pero eso no quiere decir que todo se tire a la basura, aún queda un partido y se jugará el sábado a partir de las 6:00 p.m. en el estadio La Libertad en donde el Deportivo Pasto buscará mantener el buen rendimiento de local que ha demostrado a lo largo del semestre para avanzar en la liga.