Entrevista con Carlos Darwin Quintero: “Siempre esperas un lugar en la selección”
El delantero de América de Cali habló en exclusiva con El Espectador de su regreso al fútbol colombiano, el nivel de la liga y el buen momento del cuadro escarlata, que juega este domingo contra Alianza Petrolera en el Pascual Guerrero a las 3:30 p.m. (Win Sports +).
Fernando Camilo Garzón
Carlos Darwin Quintero volvió al América de Cali porque se lo dijo el corazón. Piensa que su regreso a Colombia llegó en el momento justo. Quería volver ahora, pues siente que todavía tiene chispa y, tras un largo viaje, aún puede disfrutar siendo determinante para un equipo.
Se demoró 20 años en regresar a Cali, después de que un día, en 2003, decidió partir. En ese entonces, Deportes Tolima le abrió las puertas para ser profesional, el sueño que el tumaqueño abrazó desde que tiene memoria. No se veía haciendo otra cosa. Para un momento y lo piensa, pero de su niñez recuerda especialmente las tardes con la pelota. Incluso de los días en el colegio, añora las escapadas de clase para ir a jugar con sus amigos. Era un obsesionado. Y lo regañaban mucho porque, además de llevar la pelota a todas partes, como si de verdad la tuviera atada, siempre le terminaba pegando balonazos a cualquiera que se le cruzara.
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Dice Quintero que ese embelesamiento por el fútbol se explicaba en que veía en él una salida, una oportunidad para salir de la escasez. Por eso, con los pocos recursos que tenía su familia y con todas las condiciones en contra, aprendió a trabajar el doble. Valora de esa experiencia que su espíritu de sacrificio fue la clave para alcanzar el sueño del niño cuyo mundo era una bola y su perseverancia convirtió esas ilusiones en inesperadas realidades.
Ya pasaron muchos años de esos sueños. Y después de viajar por el mundo, de estar en Rusia, México y Estados Unidos, Carlos Darwin Quintero regresó a América para ser una de las grandes figuras del fútbol colombiano. Su nivel hasta ahora es altísimo y en el primer tramo del campeonato acumula siete titularidades en siete juegos, con dos tantos y cuatro asistencias. Por el científico del gol pasan las ideas de los vallecaucanos. Quintero es el eje ofensivo en la estructura americana y, además del trabajo de Alexandre Guimarães y varios de los fichajes que llegaron este año, el delantero es una de las razones por la que los diablos rojos están peleando en la punta del campeonato.
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Ese era otro sueño. Sentir la humareda roja bajando de las gradas del Pascual. Sentir la cancha cuando él, tantas veces, alentó al equipo desde la tribuna. Inolvidable fue el campeonato de 2019 contra Júnior, cuando el delantero, mezclado entre los hinchas, se dio cuenta de que su regreso a Colombia tenía que ser con el equipo que llevaba en el corazón.
Es una responsabilidad que, admite Quintero, esperaba desde antes de firmar su llegada: “Ha sido muy lindo poder vivir lo que es América de Cali, vivir lo que representa la hinchada. Es exigente, hay que trabajar día a día para dar resultados. En los equipos grandes siempre hay que rendir y soy consciente de que tengo que dar lo mejor. Es lo que siempre he hecho en mi carrera”.
Quintero es confeso hincha escarlata. Por eso, desde mucho antes de volver a Cali y vestir la camiseta, los hinchas del equipo le expresaban su cariño. Por un lado, lo lleva en la sangre, pues su papá es de la mecha. Pero, por el otro lado, creció admirando a jugadores que vistieron la camiseta del rojo del Valle, como Giovanni Hernández y Víctor Bonilla. Su debilidad, no obstante, era Jairo el Tigre Castillo. Trataba de imitarlo porque le gustaba su rapidez, porque no era un goleador estático y más bien era uno que se asociaba. Ese modelo de jugador dinámico fue el que siguió toda su vida, el que miraba en el televisor y lo llevaba de nuevo a soñar, algún día, pisando el Pascual con la piel del América.
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La oportunidad se dio finalmente y ahora los diablos rojos consolidan un buen proyecto que los tiene como candidatos al título. Falta mucho tramo todavía, lo alertó Carlos Darwin Quintero en entrevista con este diario. Sin embargo disfruta el momento: “20 años después de haber salido de mi casa en Cali, ahora estoy feliz porque estoy de vuelta”.
Usted jugó muchos años afuera: ¿cómo encontró el nivel en Colombia?
México y Estados Unidos son países muy diferentes al nuestro. La liga ha crecido mucho desde que me fui. Sin embargo, todavía nos falta para ser una liga top en el mundo. Sobre todo, en infraestructura y estadios. Esperemos que, con el paso del tiempo, se le empiece a apuntar a eso.
¿Cómo ve a este América?
Los resultados marcan lo que va siendo la temporada. Estamos en un muy buen momento, el equipo y el cuerpo técnico. En lo personal me siento bien, pero todavía tenemos muchas cosas por mejorar. Estamos en ese trabajo y hasta ahora vamos bien, pero para llegar a la excelencia todavía nos falta mucho.
¿Otros jugadores que volvieron, como Rodallega, Juanfer Quintero y Adrián Ramos, fueron inspiración para regresar al fútbol colombiano?
La verdad es que no. Fue una decisión personal que llegó en el momento justo. Yo quería volver porque años atrás, cuando hubo la intención, yo tenía contrato. Esta vez no quise renovar en Estados Unidos y con mi familia decidimos que era buen momento para volver al fútbol colombiano. El regreso de otros grandes jugadores fue solo una coincidencia.
¿Ve nivel en los futbolistas de la liga para la selección de Colombia?
Me han sorprendido muchos jugadores. Por ejemplo, Miguel Ángel Monsalve. Hay muchos jugadores de buen nivel que están alzando la mano para tener proceso de selección. En América veo varios, de hecho: Kevin Andrade, Juan Camilo Portilla, Esneyder Mena, Bryan Córdoba, que calladito están haciendo buen trabajo. Son jugadores con capacidad que están mostrando buen nivel, pero eso siempre depende de lo que quiere el técnico.
¿Alguna vez sintió nostalgia de no haber participado más en la selección y perderse los mundiales de 2014 y 2018?
Siempre. Cuando estás trabajando bien y tienes buen nivel, esperas el llamado en la selección, un lugar en la convocatoria. Tal vez, en 2018 nunca estuve en el proceso, pero en 2014 estuve en casi casi el 70 % de las eliminatorias. Esa vez sí esperaba estar dentro. El que decide es el técnico, depende de lo que él quiere. En su momento, lloré lo que tenía que llorar y seguí adelante. Nunca dejé de trabajar y nunca bajé mi nivel. De mi rendimiento no me puedo reprochar nada.
¿Piensa que le jugó en contra no haber estado en una liga más competitiva?
Para nada. Cuando el técnico confía en tus capacidades, no importa la liga en la que estés. El fútbol está globalizado. Hoy en día se llaman jugadores tanto de México o de Estados Unidos como de otras ligas que no se conocen tanto, como de Catar. No es que una liga cierre puertas, es que el técnico debe confiar en tus cualidades para aportar al equipo.
¿El campeonato con América es un sueño de ese niño que soñaba con jugar con la camiseta escarlata?
No es un sueño solo mío. Creo que todo el equipo tiene la ilusión de ganar. Sin embargo, somos cautos y no nos gusta hablar de eso. Apenas vamos siete partidos y no podemos hablar de levantar la copa sin ni siquiera estar calificados dentro de los ocho. Soñamos, claro. Y eso está muy bien. Apuntamos a un objetivo, pero siendo realistas. Día a día. Primero queremos clasificar a los ocho, pero no podemos llegar hasta allá sin vivir todo lo que nos falta.
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Carlos Darwin Quintero volvió al América de Cali porque se lo dijo el corazón. Piensa que su regreso a Colombia llegó en el momento justo. Quería volver ahora, pues siente que todavía tiene chispa y, tras un largo viaje, aún puede disfrutar siendo determinante para un equipo.
Se demoró 20 años en regresar a Cali, después de que un día, en 2003, decidió partir. En ese entonces, Deportes Tolima le abrió las puertas para ser profesional, el sueño que el tumaqueño abrazó desde que tiene memoria. No se veía haciendo otra cosa. Para un momento y lo piensa, pero de su niñez recuerda especialmente las tardes con la pelota. Incluso de los días en el colegio, añora las escapadas de clase para ir a jugar con sus amigos. Era un obsesionado. Y lo regañaban mucho porque, además de llevar la pelota a todas partes, como si de verdad la tuviera atada, siempre le terminaba pegando balonazos a cualquiera que se le cruzara.
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Dice Quintero que ese embelesamiento por el fútbol se explicaba en que veía en él una salida, una oportunidad para salir de la escasez. Por eso, con los pocos recursos que tenía su familia y con todas las condiciones en contra, aprendió a trabajar el doble. Valora de esa experiencia que su espíritu de sacrificio fue la clave para alcanzar el sueño del niño cuyo mundo era una bola y su perseverancia convirtió esas ilusiones en inesperadas realidades.
Ya pasaron muchos años de esos sueños. Y después de viajar por el mundo, de estar en Rusia, México y Estados Unidos, Carlos Darwin Quintero regresó a América para ser una de las grandes figuras del fútbol colombiano. Su nivel hasta ahora es altísimo y en el primer tramo del campeonato acumula siete titularidades en siete juegos, con dos tantos y cuatro asistencias. Por el científico del gol pasan las ideas de los vallecaucanos. Quintero es el eje ofensivo en la estructura americana y, además del trabajo de Alexandre Guimarães y varios de los fichajes que llegaron este año, el delantero es una de las razones por la que los diablos rojos están peleando en la punta del campeonato.
También: Liga BetPlay: Santa Fe y Junior empataron a un gol en Barranquilla
Ese era otro sueño. Sentir la humareda roja bajando de las gradas del Pascual. Sentir la cancha cuando él, tantas veces, alentó al equipo desde la tribuna. Inolvidable fue el campeonato de 2019 contra Júnior, cuando el delantero, mezclado entre los hinchas, se dio cuenta de que su regreso a Colombia tenía que ser con el equipo que llevaba en el corazón.
Es una responsabilidad que, admite Quintero, esperaba desde antes de firmar su llegada: “Ha sido muy lindo poder vivir lo que es América de Cali, vivir lo que representa la hinchada. Es exigente, hay que trabajar día a día para dar resultados. En los equipos grandes siempre hay que rendir y soy consciente de que tengo que dar lo mejor. Es lo que siempre he hecho en mi carrera”.
Quintero es confeso hincha escarlata. Por eso, desde mucho antes de volver a Cali y vestir la camiseta, los hinchas del equipo le expresaban su cariño. Por un lado, lo lleva en la sangre, pues su papá es de la mecha. Pero, por el otro lado, creció admirando a jugadores que vistieron la camiseta del rojo del Valle, como Giovanni Hernández y Víctor Bonilla. Su debilidad, no obstante, era Jairo el Tigre Castillo. Trataba de imitarlo porque le gustaba su rapidez, porque no era un goleador estático y más bien era uno que se asociaba. Ese modelo de jugador dinámico fue el que siguió toda su vida, el que miraba en el televisor y lo llevaba de nuevo a soñar, algún día, pisando el Pascual con la piel del América.
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La oportunidad se dio finalmente y ahora los diablos rojos consolidan un buen proyecto que los tiene como candidatos al título. Falta mucho tramo todavía, lo alertó Carlos Darwin Quintero en entrevista con este diario. Sin embargo disfruta el momento: “20 años después de haber salido de mi casa en Cali, ahora estoy feliz porque estoy de vuelta”.
Usted jugó muchos años afuera: ¿cómo encontró el nivel en Colombia?
México y Estados Unidos son países muy diferentes al nuestro. La liga ha crecido mucho desde que me fui. Sin embargo, todavía nos falta para ser una liga top en el mundo. Sobre todo, en infraestructura y estadios. Esperemos que, con el paso del tiempo, se le empiece a apuntar a eso.
¿Cómo ve a este América?
Los resultados marcan lo que va siendo la temporada. Estamos en un muy buen momento, el equipo y el cuerpo técnico. En lo personal me siento bien, pero todavía tenemos muchas cosas por mejorar. Estamos en ese trabajo y hasta ahora vamos bien, pero para llegar a la excelencia todavía nos falta mucho.
¿Otros jugadores que volvieron, como Rodallega, Juanfer Quintero y Adrián Ramos, fueron inspiración para regresar al fútbol colombiano?
La verdad es que no. Fue una decisión personal que llegó en el momento justo. Yo quería volver porque años atrás, cuando hubo la intención, yo tenía contrato. Esta vez no quise renovar en Estados Unidos y con mi familia decidimos que era buen momento para volver al fútbol colombiano. El regreso de otros grandes jugadores fue solo una coincidencia.
¿Ve nivel en los futbolistas de la liga para la selección de Colombia?
Me han sorprendido muchos jugadores. Por ejemplo, Miguel Ángel Monsalve. Hay muchos jugadores de buen nivel que están alzando la mano para tener proceso de selección. En América veo varios, de hecho: Kevin Andrade, Juan Camilo Portilla, Esneyder Mena, Bryan Córdoba, que calladito están haciendo buen trabajo. Son jugadores con capacidad que están mostrando buen nivel, pero eso siempre depende de lo que quiere el técnico.
¿Alguna vez sintió nostalgia de no haber participado más en la selección y perderse los mundiales de 2014 y 2018?
Siempre. Cuando estás trabajando bien y tienes buen nivel, esperas el llamado en la selección, un lugar en la convocatoria. Tal vez, en 2018 nunca estuve en el proceso, pero en 2014 estuve en casi casi el 70 % de las eliminatorias. Esa vez sí esperaba estar dentro. El que decide es el técnico, depende de lo que él quiere. En su momento, lloré lo que tenía que llorar y seguí adelante. Nunca dejé de trabajar y nunca bajé mi nivel. De mi rendimiento no me puedo reprochar nada.
¿Piensa que le jugó en contra no haber estado en una liga más competitiva?
Para nada. Cuando el técnico confía en tus capacidades, no importa la liga en la que estés. El fútbol está globalizado. Hoy en día se llaman jugadores tanto de México o de Estados Unidos como de otras ligas que no se conocen tanto, como de Catar. No es que una liga cierre puertas, es que el técnico debe confiar en tus cualidades para aportar al equipo.
¿El campeonato con América es un sueño de ese niño que soñaba con jugar con la camiseta escarlata?
No es un sueño solo mío. Creo que todo el equipo tiene la ilusión de ganar. Sin embargo, somos cautos y no nos gusta hablar de eso. Apenas vamos siete partidos y no podemos hablar de levantar la copa sin ni siquiera estar calificados dentro de los ocho. Soñamos, claro. Y eso está muy bien. Apuntamos a un objetivo, pero siendo realistas. Día a día. Primero queremos clasificar a los ocho, pero no podemos llegar hasta allá sin vivir todo lo que nos falta.
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