Atlas, el equipo de Carolina Pineda que es semillero del fútbol femenino
Se trata del club que maneja la volante antioqueña, una de las referentes del balompié colombiano, quien juega en el América y se encarga de formar futuros talentos en la escuela que fundó hace 14 años.
Paula Casas Mogollón
En la carrera 70, al sur de Cali, sobresalen las canchas del Camp Nou, una de las seis sedes que tiene Atlas, el club de la jugadora Carolina Pineda. Futbolistas como Natalia Giraldo, Daniela Caracas, Gisela Robledo, Gabriela Rodríguez y Linda Caicedo, quienes disputan la Copa América Femenina 2022, se formaron en esta escuela deportiva. Fue un sueño que comenzó hace casi catorce años en las calles del barrio Santa Fe, al nororiente de la ciudad.
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Allí, muy cerca, quedaba el barrio Porvenir, una zona industrial. Y como no había cancha al frente de su casa, Carolina ponía dos piedritas simulando un arco, sacaba un balón y jugaba con su hermano Dubán, sus hermanas Sorely y Yury, y algunos vecinos. Cuando no estaba pateando una pelota, reunía a todos sus compañeros del barrio, los organizaba y los dividía en equipos para imitar las funciones de una directora técnica. Una pasión que fue cultivando con el tiempo.
“Ella convocó a los pelados. Los papás inscribieron como a veinte niños y niñas de las zonas aledañas y empezó su proceso en el Colegio Santa Fe, una institución pública”, recuerda Dubán, quien ahora es el encargado de la parte administrativa de Atlas. En la institución, uno de los profesores de Educación Física le dijo a Carolina que montara su propia escuela, que él la ayudaba. Le regaló unos balones y unos petos; con esos implementos, Carolina comenzó con el equipo de fútbol femenino.
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Después de tres meses de entrenamiento, tuvo su primer partido. Fue frente al equipo femenino del Colegio Bolívar, una de las instituciones con mayor estatus socioeconómico de Cali. “En ese enfrentamiento conocí a Nicole Regnier, una de las futbolistas más destacadas del país, y empecé a tomar los datos de las otras niñas; les dije que quería consolidar un equipo femenino para competir en torneos”, cuenta Carolina Pineda, quien confiesa, sin embargo, que no había pensado en un nombre.
Con una base de jugadoras armada, el siguiente paso era consolidar un espacio para las prácticas. Fue en unas canchas en el barrio Limonar, al sur de Cali. Luego, tenían que buscar uniforme, pero no tenían los recursos para mandarlos a elaborar. “El equipo no tenía nada. Una de las niñas, junto con sus papás, donó unas camisetas blancas para todas. Carolina les dijo a las jugadoras que debían ir con pantaloneta negra y así armaron su primer uniforme”, apunta Dubán.
El equipo entrenó tres meses sin tener nombre, pues a Carolina le parecía que ninguna de las propuestas reflejaba la identidad de su club. “Por esa época, confidencialmente, existía un programa en Argentina que se llamaba Atlas, la otra pasión. Era la historia de un equipo de quinta división que empezó sin nada y, tras muchos años, fue creciendo”, dice Carolina. Pero le faltaba un toque que la identificara a ella como jugadora. Entonces le puso Club Deportivo Atlas CP, por sus iniciales.
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Carolina continuó como gestora deportiva del club: era la encargada de recoger los implementos deportivos, repartir volantes para promocionar los entrenamientos e incluso tuvo que involucrarse en las juntas administrativas. Allí, uno de los gestores deportivos la ayudó a abrir otra sede en las canchas de Portales de Nuevo Rey y, para transformarlo en un proyecto autosostenible, empezó a cobrar una mensualidad de $30.000.
Poco a poco el club Atlas fue creciendo y Carolina se arriesgó a abrir una tercera sucursal, esta vez en el sur de Cali, en unas canchas sintéticas. “Algo muy curioso pasó cuando ella fue a entregar la propuesta. Mi hermana llegó en bicicleta hasta el lugar y justo se acercó otro señor, pero en un vehículo de alta gama, a presentar su proyecto”, apunta Dubán. Pero la idea de Carolina fue la que le dio más confianza al dueño del complejo deportivo. Desde ese momento, Atlas empezó a funcionar como una escuela mixta y aunque habían tenido éxito con el equipo femenino, con la plantilla masculina no estaban teniendo tanta acogida. “No llegaban niños a matricularse, entonces, para que la sede no se viera tan sola, trajimos niñas de las otras”, comenta Carolina.
Pero tras un mes, las inscripciones comenzaron a crecer. “Fueron dos o tres años de mucho auge y después todo se estancó”, añade Dubán, quien, recién egresado de la universidad, ya trabajaba de planta en el club Atlas. “Cuando vi que todo se estancó le dije que yo de esto no iba a vivir”, señala. Entonces empezó a buscar trabajo. “Me salió una oportunidad. Fui, escuché la propuesta, acepté el trabajo. Salí de ahí y a los cinco minutos renuncié”, confiesa, pues admite que comprendió que su sueño sí era seguir manejando la parte administrativa del equipo y convertirse en su presidente.
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Atlas ahora tiene seis sedes deportivas, 24 trabajadores (la mayoría mujeres), 400 niños y niñas inscritas, y es uno de los mayores semilleros de futbolistas del Valle del Cauca. Además, cuenta con el mejor torneo de formación de Cali, que es la Copa, en las categorías gorriones, baby, pony y teteros. Con este modelo deportivo Carolina fue premiada con el premio Farallones de Cali en 2010 y con el galardón Mujeres de Éxito, en 2013.
En sus canchas se han formado jugadoras como la defensa Daniela Caracas. “Ella hace parte de una de las primeras generaciones que tuvimos en el club. Esa mujer se ha ganado lo que tiene a pulso”, asegura Dubán. Daniela, quien juega en el RCD Espanyol de Barcelona, debutó junto con Carolina en el Huila durante la primera edición de la Liga Femenina. Con este equipo ganó en 2018 este torneo y la Copa Libertadores Femenina. Ahora, disputa la Copa América, en la que este miércoles Colombia enfrenta a Chile, desde las 7:00 p.m.
También pasó Natalia Giraldo, portera de la selección de Colombia, quien comenzó a jugar como delantera y volante. Por su cabeza no había pasado ser portera. “Carolina las estaba entrenando y le dijo que fuera y tapara, porque le veía cualidades”, cuenta Dubán. Entonces, añade Carolina: “Empezamos a perfilarla como portera. Ella se metió al arco, no le daba miedo”. Con 16 años y casi que de casualidad llegó al América, con el que ha quedado dos veces campeona.
Linda Caicedo, Gisela Robledo, Maite Zamorano, Gabriela Rodríguez, Nicole Regnier e Ilana Izquierdo también se han formado en este club; un equipo que, dice Carolina, es “mi vida. Es el sueño que tuve desde niña y que ahora, como jugadora profesional, pude cumplir”.
Para Dubán, esta escuela ha permitido formar a grandes deportistas en la región e, incluso, se atreve a asegurar que “el fútbol femenino del Valle del Cauca tiene un antes y un después del Club Deportivo Atlas”.
En la carrera 70, al sur de Cali, sobresalen las canchas del Camp Nou, una de las seis sedes que tiene Atlas, el club de la jugadora Carolina Pineda. Futbolistas como Natalia Giraldo, Daniela Caracas, Gisela Robledo, Gabriela Rodríguez y Linda Caicedo, quienes disputan la Copa América Femenina 2022, se formaron en esta escuela deportiva. Fue un sueño que comenzó hace casi catorce años en las calles del barrio Santa Fe, al nororiente de la ciudad.
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Allí, muy cerca, quedaba el barrio Porvenir, una zona industrial. Y como no había cancha al frente de su casa, Carolina ponía dos piedritas simulando un arco, sacaba un balón y jugaba con su hermano Dubán, sus hermanas Sorely y Yury, y algunos vecinos. Cuando no estaba pateando una pelota, reunía a todos sus compañeros del barrio, los organizaba y los dividía en equipos para imitar las funciones de una directora técnica. Una pasión que fue cultivando con el tiempo.
“Ella convocó a los pelados. Los papás inscribieron como a veinte niños y niñas de las zonas aledañas y empezó su proceso en el Colegio Santa Fe, una institución pública”, recuerda Dubán, quien ahora es el encargado de la parte administrativa de Atlas. En la institución, uno de los profesores de Educación Física le dijo a Carolina que montara su propia escuela, que él la ayudaba. Le regaló unos balones y unos petos; con esos implementos, Carolina comenzó con el equipo de fútbol femenino.
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Después de tres meses de entrenamiento, tuvo su primer partido. Fue frente al equipo femenino del Colegio Bolívar, una de las instituciones con mayor estatus socioeconómico de Cali. “En ese enfrentamiento conocí a Nicole Regnier, una de las futbolistas más destacadas del país, y empecé a tomar los datos de las otras niñas; les dije que quería consolidar un equipo femenino para competir en torneos”, cuenta Carolina Pineda, quien confiesa, sin embargo, que no había pensado en un nombre.
Con una base de jugadoras armada, el siguiente paso era consolidar un espacio para las prácticas. Fue en unas canchas en el barrio Limonar, al sur de Cali. Luego, tenían que buscar uniforme, pero no tenían los recursos para mandarlos a elaborar. “El equipo no tenía nada. Una de las niñas, junto con sus papás, donó unas camisetas blancas para todas. Carolina les dijo a las jugadoras que debían ir con pantaloneta negra y así armaron su primer uniforme”, apunta Dubán.
El equipo entrenó tres meses sin tener nombre, pues a Carolina le parecía que ninguna de las propuestas reflejaba la identidad de su club. “Por esa época, confidencialmente, existía un programa en Argentina que se llamaba Atlas, la otra pasión. Era la historia de un equipo de quinta división que empezó sin nada y, tras muchos años, fue creciendo”, dice Carolina. Pero le faltaba un toque que la identificara a ella como jugadora. Entonces le puso Club Deportivo Atlas CP, por sus iniciales.
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Carolina continuó como gestora deportiva del club: era la encargada de recoger los implementos deportivos, repartir volantes para promocionar los entrenamientos e incluso tuvo que involucrarse en las juntas administrativas. Allí, uno de los gestores deportivos la ayudó a abrir otra sede en las canchas de Portales de Nuevo Rey y, para transformarlo en un proyecto autosostenible, empezó a cobrar una mensualidad de $30.000.
Poco a poco el club Atlas fue creciendo y Carolina se arriesgó a abrir una tercera sucursal, esta vez en el sur de Cali, en unas canchas sintéticas. “Algo muy curioso pasó cuando ella fue a entregar la propuesta. Mi hermana llegó en bicicleta hasta el lugar y justo se acercó otro señor, pero en un vehículo de alta gama, a presentar su proyecto”, apunta Dubán. Pero la idea de Carolina fue la que le dio más confianza al dueño del complejo deportivo. Desde ese momento, Atlas empezó a funcionar como una escuela mixta y aunque habían tenido éxito con el equipo femenino, con la plantilla masculina no estaban teniendo tanta acogida. “No llegaban niños a matricularse, entonces, para que la sede no se viera tan sola, trajimos niñas de las otras”, comenta Carolina.
Pero tras un mes, las inscripciones comenzaron a crecer. “Fueron dos o tres años de mucho auge y después todo se estancó”, añade Dubán, quien, recién egresado de la universidad, ya trabajaba de planta en el club Atlas. “Cuando vi que todo se estancó le dije que yo de esto no iba a vivir”, señala. Entonces empezó a buscar trabajo. “Me salió una oportunidad. Fui, escuché la propuesta, acepté el trabajo. Salí de ahí y a los cinco minutos renuncié”, confiesa, pues admite que comprendió que su sueño sí era seguir manejando la parte administrativa del equipo y convertirse en su presidente.
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Atlas ahora tiene seis sedes deportivas, 24 trabajadores (la mayoría mujeres), 400 niños y niñas inscritas, y es uno de los mayores semilleros de futbolistas del Valle del Cauca. Además, cuenta con el mejor torneo de formación de Cali, que es la Copa, en las categorías gorriones, baby, pony y teteros. Con este modelo deportivo Carolina fue premiada con el premio Farallones de Cali en 2010 y con el galardón Mujeres de Éxito, en 2013.
En sus canchas se han formado jugadoras como la defensa Daniela Caracas. “Ella hace parte de una de las primeras generaciones que tuvimos en el club. Esa mujer se ha ganado lo que tiene a pulso”, asegura Dubán. Daniela, quien juega en el RCD Espanyol de Barcelona, debutó junto con Carolina en el Huila durante la primera edición de la Liga Femenina. Con este equipo ganó en 2018 este torneo y la Copa Libertadores Femenina. Ahora, disputa la Copa América, en la que este miércoles Colombia enfrenta a Chile, desde las 7:00 p.m.
También pasó Natalia Giraldo, portera de la selección de Colombia, quien comenzó a jugar como delantera y volante. Por su cabeza no había pasado ser portera. “Carolina las estaba entrenando y le dijo que fuera y tapara, porque le veía cualidades”, cuenta Dubán. Entonces, añade Carolina: “Empezamos a perfilarla como portera. Ella se metió al arco, no le daba miedo”. Con 16 años y casi que de casualidad llegó al América, con el que ha quedado dos veces campeona.
Linda Caicedo, Gisela Robledo, Maite Zamorano, Gabriela Rodríguez, Nicole Regnier e Ilana Izquierdo también se han formado en este club; un equipo que, dice Carolina, es “mi vida. Es el sueño que tuve desde niña y que ahora, como jugadora profesional, pude cumplir”.
Para Dubán, esta escuela ha permitido formar a grandes deportistas en la región e, incluso, se atreve a asegurar que “el fútbol femenino del Valle del Cauca tiene un antes y un después del Club Deportivo Atlas”.