Lucas Pusineri: “Me interesa formar buenas personas”
El técnico argentino de 43 años es líder de la Liga Águila con el Deportivo Cali, que este miércoles recibe a Atlético Nacional (8:00 p.m., por Win Sports). Así ha sido su adaptación a Colombia, en donde es feliz junto a su esposa y dos hijos.
Luís Guillermo Montenegro
Hace sol en la sede deportiva del Cali, en Pance, corregimiento de Cali. El viento no sopla con tanta fuerza y la humedad se levanta después de una noche en la que ha llovido. La temperatura no es tan alta, pero la sensación térmica es cercana a los 35 grados. El ambiente es festivo, porque el equipo azucarero es líder de la Liga Águila, y uno de los más activos en la sesión de trabajo es el técnico argentino Lucas Pusineri, quien pareciera que no se hubiera retirado. Su físico es similar al de sus dirigidos, pero además, por su temperamento, parece uno más. Quiere ser cercano a todos, le da indicaciones al arquero Pablo Mina, luego se toma su tiempo para hablar y darle ánimo al lesionado John Mosquera, y cuando ya ha dado el pitazo final se queda en uno de los arcos hablando con el juvenil Yeison Tolosa. “Lo que quiero es dejar una huella para que recuerden a Lucas Pusineri con cariño”, le asegura a El Espectador el DT de 43 años.
¿Disfrutó más de jugar o ahora de dirigir?
Sigo viviendo el fútbol con la misma pasión y por eso lo disfruto de la misma manera. Lo único es que las cosas ya no dependen totalmente de lo que uno haga. Eso sí, se sigue sintiendo esa misma adrenalina, lo cual es increíble.
¿Cómo se fue dando la transición de jugador a DT?
No hay exabogados, exmédicos o excontadores. No puede haber exfutbolistas. Ser técnico es darle continuidad a un proceso que comenzamos muchos desde niños. Mi transición a DT se dio de una forma piramidal, de una manera orgánica. Tuve buenos maestros como entrenadores, me preparé y ahora quiero copiar lo bueno de ellos para crear mi propio estilo.
¿Quiénes fueron esos maestros?
Aprendí de campeones del mundo como Óscar Ruggeri y Jorge Burruchaga. También reconozco lo que me marcaron Claudio Borghi y Manuel Pellegrini. De todos ellos fui captando cosas que hoy pongo en práctica. Claro que también debo decir que tuve muchos entrenadores malos, a quienes no les aprendí nada, y quiero hacer todo diferente a como ellos lo hicieron cuando me dirigieron.
Fue justamente Borghi quien le dio su primera experiencia después del fútbol…
Sí. Él es un orador impresionante delante de un grupo, un entrenador con una visión bien calificada. Me ha dejado muchas cosas. Fue la persona que me animó a volver al fútbol después de jugarlo. Fui su ayudante de campo en Argentinos Juniors y esa experiencia la viví con intensidad.
¿Fue gracias a su esposa, Romi, que se volvió técnico y llegó al Cúcuta?
(Risas) La verdad es que sí. Yo llevaba cuatro años sin trabajo, esperando mi primera oportunidad para dirigir. Me llamó el presidente del Cúcuta Deportivo, José Augusto Cadena. Él me ofreció un proyecto, pero yo inicialmente le dije que no porque no quería dejar mi ciudad e irme lejos con mi familia. Fue mi esposa, Romi, quien me convenció de aceptar esa oferta. Me dijo que ella iba a Cúcuta conmigo y con nuestros hijos. Lo mío dejó de ser una decisión profesional y pasó a ser una decisión familiar. Tenerlos a ellos conmigo hace que yo pueda estar acá. No estaría ni un minuto en un lugar en el que no estén a mi lado.
¿Esperaba que se dieran los resultados tan rápidamente?
La verdad es que no. Cuando me subí al avión en Buenos Aires, con Rubén Tenuchi y Leo Díaz, el 6 de enero de 2018, iba con muchas dudas. No sabía a dónde llegaría. Además, sabía que llegaba con el prejuicio de ser un entrenador sin experiencia, con una mano atrás y otra adelante. Pero terminó siendo la mejor campaña de la historia del Cúcuta, ascendimos y me llamaron de un grande como el Deportivo Cali. Siempre hay que recordar de dónde venimos para saber a dónde vamos. Las cosas me han costado mucho y por eso todos los días solo quiero dar lo mejor de mí, gane, pierda o empate, para que mis jugadores sientan el fútbol como yo lo hago.
¿Cuál es su sello?
El de hacer todo con pasión, con lucha y sin ahorrar nada. Quiero un equipo que no negocie la actitud. Busco que mis equipos sean como una familia en la que todos nos demos valor y nos sintamos fuertes. Quiero ser claro en que me interesa formar buenas personas para que los grupos sean mejores.
¿Se parece el Lucas DT al padre y esposo?
La verdad es que trato de mostrarme con mis jugadores tal cual soy. Con mis hijos soy transparente, al igual que con mi esposa. Así que eso es importante para mí. En las relaciones humanas hay momentos de peleas y tensiones y en esta profesión también, pero siempre hay que saber manejar los momentos y pensar en la otra persona. Una relación sin afecto termina caducando, eso lo tengo claro. Lo que quiero es dejar una huella para que se le recuerde a Lucas Pusineri con cariño.
Hace sol en la sede deportiva del Cali, en Pance, corregimiento de Cali. El viento no sopla con tanta fuerza y la humedad se levanta después de una noche en la que ha llovido. La temperatura no es tan alta, pero la sensación térmica es cercana a los 35 grados. El ambiente es festivo, porque el equipo azucarero es líder de la Liga Águila, y uno de los más activos en la sesión de trabajo es el técnico argentino Lucas Pusineri, quien pareciera que no se hubiera retirado. Su físico es similar al de sus dirigidos, pero además, por su temperamento, parece uno más. Quiere ser cercano a todos, le da indicaciones al arquero Pablo Mina, luego se toma su tiempo para hablar y darle ánimo al lesionado John Mosquera, y cuando ya ha dado el pitazo final se queda en uno de los arcos hablando con el juvenil Yeison Tolosa. “Lo que quiero es dejar una huella para que recuerden a Lucas Pusineri con cariño”, le asegura a El Espectador el DT de 43 años.
¿Disfrutó más de jugar o ahora de dirigir?
Sigo viviendo el fútbol con la misma pasión y por eso lo disfruto de la misma manera. Lo único es que las cosas ya no dependen totalmente de lo que uno haga. Eso sí, se sigue sintiendo esa misma adrenalina, lo cual es increíble.
¿Cómo se fue dando la transición de jugador a DT?
No hay exabogados, exmédicos o excontadores. No puede haber exfutbolistas. Ser técnico es darle continuidad a un proceso que comenzamos muchos desde niños. Mi transición a DT se dio de una forma piramidal, de una manera orgánica. Tuve buenos maestros como entrenadores, me preparé y ahora quiero copiar lo bueno de ellos para crear mi propio estilo.
¿Quiénes fueron esos maestros?
Aprendí de campeones del mundo como Óscar Ruggeri y Jorge Burruchaga. También reconozco lo que me marcaron Claudio Borghi y Manuel Pellegrini. De todos ellos fui captando cosas que hoy pongo en práctica. Claro que también debo decir que tuve muchos entrenadores malos, a quienes no les aprendí nada, y quiero hacer todo diferente a como ellos lo hicieron cuando me dirigieron.
Fue justamente Borghi quien le dio su primera experiencia después del fútbol…
Sí. Él es un orador impresionante delante de un grupo, un entrenador con una visión bien calificada. Me ha dejado muchas cosas. Fue la persona que me animó a volver al fútbol después de jugarlo. Fui su ayudante de campo en Argentinos Juniors y esa experiencia la viví con intensidad.
¿Fue gracias a su esposa, Romi, que se volvió técnico y llegó al Cúcuta?
(Risas) La verdad es que sí. Yo llevaba cuatro años sin trabajo, esperando mi primera oportunidad para dirigir. Me llamó el presidente del Cúcuta Deportivo, José Augusto Cadena. Él me ofreció un proyecto, pero yo inicialmente le dije que no porque no quería dejar mi ciudad e irme lejos con mi familia. Fue mi esposa, Romi, quien me convenció de aceptar esa oferta. Me dijo que ella iba a Cúcuta conmigo y con nuestros hijos. Lo mío dejó de ser una decisión profesional y pasó a ser una decisión familiar. Tenerlos a ellos conmigo hace que yo pueda estar acá. No estaría ni un minuto en un lugar en el que no estén a mi lado.
¿Esperaba que se dieran los resultados tan rápidamente?
La verdad es que no. Cuando me subí al avión en Buenos Aires, con Rubén Tenuchi y Leo Díaz, el 6 de enero de 2018, iba con muchas dudas. No sabía a dónde llegaría. Además, sabía que llegaba con el prejuicio de ser un entrenador sin experiencia, con una mano atrás y otra adelante. Pero terminó siendo la mejor campaña de la historia del Cúcuta, ascendimos y me llamaron de un grande como el Deportivo Cali. Siempre hay que recordar de dónde venimos para saber a dónde vamos. Las cosas me han costado mucho y por eso todos los días solo quiero dar lo mejor de mí, gane, pierda o empate, para que mis jugadores sientan el fútbol como yo lo hago.
¿Cuál es su sello?
El de hacer todo con pasión, con lucha y sin ahorrar nada. Quiero un equipo que no negocie la actitud. Busco que mis equipos sean como una familia en la que todos nos demos valor y nos sintamos fuertes. Quiero ser claro en que me interesa formar buenas personas para que los grupos sean mejores.
¿Se parece el Lucas DT al padre y esposo?
La verdad es que trato de mostrarme con mis jugadores tal cual soy. Con mis hijos soy transparente, al igual que con mi esposa. Así que eso es importante para mí. En las relaciones humanas hay momentos de peleas y tensiones y en esta profesión también, pero siempre hay que saber manejar los momentos y pensar en la otra persona. Una relación sin afecto termina caducando, eso lo tengo claro. Lo que quiero es dejar una huella para que se le recuerde a Lucas Pusineri con cariño.