Paulo César Autuori y su camino antes de llegar a Nacional

El brasileño tendrá la misión de recuperar la identidad de juego del club con más títulos en Colombia. Esta es su historia.

Redacción deportes
07 de noviembre de 2018 - 03:00 a. m.
El brasileño de 62 años viene de dirigir al Ludogorest de Bulgaria. / Luis Benavides
El brasileño de 62 años viene de dirigir al Ludogorest de Bulgaria. / Luis Benavides

Llegó a Portuguesa de São Paulo después de terminar sus estudios en educación física, en 1974, y luego de un tiempo en la Universidad Castelo Branco de Río de Janeiro, donde comprendió que para entender al futbolista primero había que hacerle entender a este que era un atleta y que, como cualquier otro, era necesario prepararse a tope para la competencia.

Durante cinco años aplicó en el terreno de juego lo visto en las clases, fue el encargado de los calentamientos, de las actividades aeróbicas, de tener a los jugadores a punto. Y mientras hacía su trabajo tomaba nota de los demás, de los que se encargaban del fútbol y la táctica a punta de gritos para motivar, para mantener el ánimo elevado. Y aprendió que la voz fuerte y la mano dura no siempre iban juntas, que la disciplina se podía adoptar de otra forma, incluso por medio de la calma y la tranquilidad, con el método de ensayo y error para fallar cada vez menos y ser mejor.

Paulo César Autuori quiso ser futbolista, pero no pudo por una poliomielitis que sufrió de niño y por eso, de adolescente, se dedicó a la academia aplicada a lo experiencial y a seguir aprendiendo en las aulas para ser mejor en la cancha. El rumor de que un joven de 24 años mantenía a un equipo de la Serie D, que resistía el duro calendario sin lesiones y con la misma nómina, corta llegó a Botafogo, club de Río, de su ciudad, que lo contrató para que aplicara el mismo método tras un paso corto por América RJ, São Bento y Marilia, equipos pequeños que le permitieron desarrollarse sin trabas.

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Ese mismo año, en 1986, viajó a Portugal para ser asistente en el Vitoria Guimaraes bajo el mando de Marinho Peres, un DT que amaba el juego basado en la salida de los laterales y que siempre quiso hombres rápidos y con tres pulmones en esa posición. “Duré nueve años y medio en Europa aprendiendo, y fue allí donde tuve mi primera oportunidad como entrenador luego de mucho como asistente”, dijo Autuori, quien recién regresó a Brasil en 1995 para tomar las riendas de Botafogo y para lograr su primer título como entrenador en el Campeonato Brasileño de la Serie A, una corona para un DT que en sus comienzos triunfó tanto, que de a poco se ganó el respeto no solo en su país, sino en todo el continente.

Después llegaron las coronas en el Campeonato Mineiro con Cruzeiro y la Copa Libertadores, ambos en 1997, y el paso por el fútbol peruano con Alianza Lima y Sporting Cristal (campeón con el primero en 2001 y con el segundo en 2002) y el llamado a la selección inca rumbo al Mundial de Alemania en 2006 y su renuncia acordada luego de que el Congreso de ese país lo llamara a justificar sus honorarios y de que su contrato se conociera en cada rincón de la nación.

Pero el que sea calmado, el que su voz sea pausada no quiere decir que no tenga carácter y temperamento, pues Autuori estalla con facilidad cuando ve una injusticia. Lo hizo en 2002 con David Díaz, jugador del Coopsol, que no dejaba de pegar patadas en un partido contra Sporting Cristal y ya desesperado el DT le jaló el pelo en medio de un tumulto que se armó en pleno encuentro. También ayer en su primera rueda de prensa con Atlético Nacional, cuando medios antioqueños le preguntaron por la cantidad de brasileños (nueve) que había en Ludogorets de Bulgaria, su último equipo y el cual dejó a pesar de tenerlo en los primeros puestos de la tabla.

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“No llevé a nadie allá. Hay que investigar mejor. Siempre le daré importancia a la verdad y no faltaré a eso. Deben informarse y no hablar de cosas que no saben”, respondió en un tono regañón, incómodo por el cuestionamiento. Paulo César, ganador dos veces de la Copa Libertadores (1997 con Cruzeiro y 2005 con São Paulo) es el hombre elegido para que el equipo verde no solo recupere su memoria, sino su identidad, labor perfecta para un entrenador que ha ido por todo el mundo implementando su espíritu de juego, uno con base en la preparación y que no deja espacios para la improvisación.

Por Redacción deportes

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