Catalina Usme: “Fue difícil pasar de ser aficionada a profesional”

La futbolista antioqueña tuvo un año de ensueño. No solo fue la líder del América para conseguir el título en la Liga Femenina, sino que fue una de las artífices de la medalla de oro en los Juegos Panamericanos de Lima.

Santiago Martinez Hernandez
15 de diciembre de 2019 - 02:40 a. m.
La antioqueña Catalina Usme, referente del fútbol femenino colombiano. / Nelson Sierra Gutiérrez
La antioqueña Catalina Usme, referente del fútbol femenino colombiano. / Nelson Sierra Gutiérrez
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Goleadora histórica de la selección de Colombia femenina. Una de las líderes del equipo que consiguió la medalla de oro en los Juegos Panamericanos de Lima (Perú). Capitana del barco en la consagración del América de Cali como campeón en la Liga Femenina. El 2019 fue un año de ensueño para Catalina Usme, la delantera que nació en Marinilla (Antioquia) y que tiene una zurda imparable y una precisión milimétrica para acomodar el balón donde le plazca. Su persistencia, profesionalismo y ejemplo de excelencia la hicieron ser parte del selecto grupo de deportistas del año que fueron galardonados por El Espectador.

No recuerda algo diferente en su vida que no sea un balón. En su casa solo se respira fútbol. No en vano, su guía, amigo, cómplice y entrenador en el América es su hermano Andrés. Junto a él inició hace tres años el proyecto de convertir al conjunto escarlata en el referente del balompié nacional. Un proceso que surgió de la cabeza de Marcela Gómez, la presidenta del equipo femenino del América, cuando se creó la Liga a finales de 2016. Para Catalina, la llamada de Marcela Gómez cambió su carrera, porque, dice, fue cuando entendió qué era ser profesional: “Fue muy difícil pasar de ser aficionada a profesional de la nada. Eso fue un cambio brusco, porque llegué también a recuperarme de mi segunda operación del ligamento cruzado de la rodilla derecha”.

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Para Catalina Usme, antes de 2016 no se podía hablar de fútbol profesional femenino en Colombia. En pocas palabras, no existía. Varias de las jugadoras que fueron parte del proceso de consolidación de las selecciones nacionales en todas sus categorías (desde los 14 años ha representado al país) no pertenecían a un club profesional. Mientras no estaban en los ciclos de la Federación Colombiana de Fútbol, entrenaban en equipos aficionados. Catalina por muchos años lo hizo en el Formas Íntimas de Medellín, la casa de la mayoría de las jugadoras de la selección antes de que se creara la Liga. Por eso, la carrera de Catalina Usme es el fiel reflejo de la evolución del balompié femenino nacional.

La historia de Catalina ha sido una montaña rusa de emociones. Su primera lesión grave fue durante el tercer partido de Colombia en los Juegos Olímpicos de Londres 2012. Se rompió el ligamento cruzado a los 42 minutos del encuentro contra Francia. Sin los recursos que tiene a la mano un profesional se recuperó. Volvió a jugar con Formas Íntimas y quedó goleadora del torneo Prelibertadores en 2013. Su retorno a la tricolor estaba destinado a ser la Copa América de 2014, pero un día antes de viajar se volvió a romper el ligamento cruzado. “Fue un momento muy difícil. Me decían que la recuperación sería de mínimo un año y medio”.

Pero sus compañeras en el equipo nacional fueron su motor para recuperarse en el menor tiempo posible. Quedaron segundas en la Copa América y clasificaron al Mundial de Canadá 2015 y a los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro. Le dedicaron goles, por lo que se juró estar lista para los primeros partidos del Mundial. Tenía tan solo seis meses y lo logró. “No fui titular en Canadá porque no estaba en plenitud de condiciones. Jugaba los últimos 20 minutos de cada partido y hasta marqué un gol contra Francia. Viajamos a los Juegos Panamericanos, que fueron una semana después del Mundial. Quedamos subcampeonas. Luego fueron los Olímpicos. Al volver nos dieron la noticia de que se creaba para 2017 la Liga Femenina en el fútbol profesional en Colombia”.

Catalina creyó que la profesionalización del fútbol femenino era un escalón más. Pero no lo fue. “La llegada al América marcó un antes y un después en mi carrera”, recuerda. Ahí conoció a quienes hoy son los responsables de que esté en su mejor forma física y deportiva: Álex Sánchez y Mirtha Brock. El primero es el jefe de preparación física en todas las categorías del América de Cali y la segunda es la adaptadora física del plantel profesional masculino. “Ellos son atletas (Sánchez fue el entrenador de la selección Valle de atletismo) y lo primero que me dijeron cuando me conocieron fue: ‘Vos siempre has sido buena, pero podés ser mejor. Si querés llegar a la excelencia tenés que cambiar tu mentalidad y entrenar diferente. El futbolista es pachocho, no le gusta prepararse y cree que con lo que tiene no necesita nada más’. Ahí cambiaron mi forma de pensar”.

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Su alimentación cambió. “No se come lo que uno quiera ni a la hora que se quiera. Es difícil acostumbrar al cuerpo. Eso es como cuando uno tiene una adicción y empieza a sufrir un síndrome de abstinencia. Álex tiene una forma diferente de trabajar. Cuando llegué, a pesar de que venía jugando, no me dejó tocar un balón en tres meses para recuperarme completamente de mi lesión. Me dediqué a hacer una base aeróbica diferente. Fue muy duro. Realmente los atletas entrenan muy duro. Eso era pista todos los días. Reducir tiempos en determinadas distancias. La evolución hoy es del cielo a la tierra, porque cuando uno es amateur a uno no lo obligan a hacer lo que se debe hacer. Nadie te está pagando por jugar”.

El éxito este año del América lo resume de la siguiente forma: “Fue un proceso que iniciamos junto a Rossy Caicedo y Carolina Pineda. Desde hace tres años somos las líderes del proyecto del América, que apostó por jugadoras muy jóvenes. Las motivamos a no quedarse solo con los entrenamientos en campo. Dimos el ejemplo de llegar desde las 6 de la mañana e ir al gimnasio, luego hacer el trabajo en campo y después la recuperación. Hoy se ven esos frutos. Nos dimos la pela y les demostramos a los que decían que con nosotras no pasaba nada, que el trabajo nos llevó al título”.

Hoy su pelea está en motivar a que la empresa privada apoye realmente al fútbol femenino. Pasar del discurso a los actos. Hoy la Liga Femenina no tiene fecha de inicio y, se sabe, con solo los recursos que destina la FIFA no alcanza. Además, la coyuntura del preolímpico masculino y la Copa América a mitad de año acapara toda la atención. Lo único que queremos es que las empresas se empiecen a involucrar, así sea en pequeñas cantidades. No estamos pidiendo miles de millones. Hay muchas formas de hacerlo, porque poco a poco esa inversión ayuda a financiar. Lo que sí es claro es que el proyecto de la liga debe seguir y no ser de solo 4 meses. El oro en los Panamericanos fue la graduación como profesional del fútbol femenino en Colombia. Demostramos la importancia de tener constante competitividad y una liga”, señala con vehemencia Catalina Usme.

El campeonato en los Juegos Panamericanos, sumado a las inquebrantables luchas que lideraron las principales figuras del balompié femenino para la igualdad en los derechos que tienen sus pares masculinos, son pasos que demuestran cómo han llegado a la excelencia las mujeres futbolistas. Catalina Usme es un reflejo de esa constante labor que hicieron en silencio los equipos femeninos por años. Pero en 2019 se cansaron del atropello y con resultados en la mano empezaron a exigir más apoyo. “El mejor ejemplo se da a través del trabajo. Ha sido un lindo año para mí y un buen punto de partida para construir un mejor camino para el fútbol femenino”, dice Catalina Usme, la única personalidad del fútbol colombiano premiada en el Deportista del Año de El Espectador.

Por Santiago Martinez Hernandez

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