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El VAR llegó al fútbol para hacer un poco más justo el juego, pero se necesita que los intérpretes tengan un nivel muy alto de capacitación para que funcione más o menos bien. En el Mundial de Rusia, por ejemplo, con los mejores talentos a su servicio, en términos generales, la experiencia fue buena.
La implementación en Suramérica en cambio ha sido más negativa que positiva. Lo de la Copa América de Brasil, con los mejores del continente a su servicio, dejó muchas dudas, comenzamos a discutir por las mismas cosas que discutíamos antes, pero con muchos minutos de demora en el análisis de las jugadas. En los torneos continentales ha pasado lo mismo.
A la hora de platanizarlo para Colombia el resultado ha sido traumático. Demoras de cinco, seis y siete minutos. Decisiones que se castigan de manera diferente ante jugadas similares, confusiones con las manos. Los talentos que trabajan con el VAR en Colombia se han visto expuestos en su inmensa incapacidad.
Pero más allá de que con buenos intérpretes la cosa funcione mejor, hay una discusión de fondo que hay que dar con la herramienta. Siempre entendí que el VAR llegaría para hacer de este un mejor deporte, pero hoy, cuatro años después, ante la evidencia, encuentro que nos hemos complicado la vida, lejos de simplificarla.
El reglamento del fútbol tiene muchos aspectos en los que no se define entre blanco o negro. Tiene ese elemento que deja a la interpretación muchas decisiones, como es el caso de las manos defensivas. Esta semana la IFAB echó para atrás las reglamentaciones, que nunca entendimos, en torno a las mismas. En consecuencia, a partir de ahora las manos en el área cometidas por parte del equipo que defiende se juzgarán de nuevo por la posición natural de la mano al momento del contacto. Es decir, retornamos al modelo interpretativo.
Otras normas como el fuera de lugar fueron creadas para castigar a quien saque ventaja de una posición adelantada, pero la verdad es que no hay ventaja alguna cuando el infractor está adelantado por uno o dos centímetros, cosa que se sanciona con la famosa línea que traza el VAR.
Tampoco hay blanco y negro cuando hay un choque en el piso entre dos jugadores. Es imposible que un futbolista saque las piernas cuando va en el aire. Las repeticiones cambian la percepción natural de las circunstancias, que en últimas es la única realidad exacta. Ni hablar de la cámara lenta, que claramente modifica la interpretación de los hechos. Mi amigo Nicolás Samper tenía razón, el VAR quiere interpretar el reglamento, pero no entiende el juego. No tiene cómo hacerlo.