Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Poca gente conoce la historia de Bernardo Redín, asistente de Reinaldo Rueda en la selección de Chile y entrenador del equipo sub-23 que afronta el torneo preolímpico en nuestro país. Sí, todos hablan de sus épocas en Deportivo Cali al lado de Carlos Valderrama, de su capacidad para jugar al fútbol y de su talento para comprender el juego mejor que otros, pero nadie se queda en lo que hubo más atrás, mucho más atrás. Por ejemplo: que Redín comenzó en el fútbol en el equipo aficionado de una empresa de Cali que le permitía trabajar y estudiar a la vez (lo hacía en el Sena) siempre y cuando se destacara en los partidos dominicales.
Tampoco que Redín fue ofrecido primero a América, que llevó todos sus papeles para hacer parte del equipo que en ese entonces dirigía Gabriel Ochoa, pero que al final su representante, hincha del cuadro azucarero, presionó para que llegara a la institución. Que en su primera concentración, con 18 años, tuvo que compartir habitación con Willington Ortiz, el jugador más admirable de esa plantilla de la que también hacían parte Sergio Angulo, Félix Quiñonez, Ángel María Torres, entre otros.
Incluso se comenta poco, o se sabe poco, que Redín, tuvo ofertas de Flamengo de Brasil luego del Preolímpico de 1987, torneo en el que Colombia fue primero de su grupo, por arriba de Brasil, pero en el cuadrangular final fue último y quedó sin opciones de ir a Seúl 1988. Igualmente lo buscó Independiente de Argentina y el Arsenal de Inglaterra. Pero Deportivo Cali no lo dejó salir. Hasta tuvo una charla con un representante de Lazio en un hotel de la capital vallecaucana, pero siempre prevaleció la negativa del club.
Le puede interesar: Edwin Herrera, un futbolista polifuncional
Redín fue un futbolista adelantado a su época, al igual que Carlos Valderrama, con quien se entendió sin la necesidad de compartir mucho, con el que jugaba de memoria así fuera la primera vez, con el que formó una relación de hermandad. De hecho, solo se conoce de un altercado entre ambos, contado por los dos, en un partido frente a Cúcuta, en el estadio General Santander, cuando Bernardo intentó gambetear a un rival, perdió la pelota y El Pibe, malhumorado, lo manoteó por su egoísmo. Discutieron un rato, pero no pasó de eso, de simples palabras y de la calentura de momento.
Bernardo Redín se retiró del fútbol a los 38 años, luego de que un preparador físico de Atlético Huila lo dejara exhausto tras una jornada de entrenamiento. Ese día, en 2001, se dio cuenta que ya no podía correr como los demás y que ser más inteligente en la cancha no era suficiente.
En su carrera pasó por CSKA de Sofía, en Bulgaria, por Oriente Petrolero de Bolivia, Unicosta, Tolima, Quindío entre otros, sin olvidar los dos goles que marcó en el Mundial de Italia 1990, el primero en la victoria 2-0 sobre Emiratos Árabes Unidos y el segundo en la derrota con Camerún en los octavos de final (2-1).
Ya como entrenador, tuvo varias experiencias, entre ellas con Pasto, con el mismo Cali y con Huila, entre otros, pero tomó la determinación de ser la segunda mano de Rueda en sus procesos. Y así estuvo en Nacional, en Flamengo y ahora en la selección de Chile de mayores.
Su recorrido lo llevó a estar a cargo del equipo sub-23, el mismo que tendrá la dura tarea de dejar a Colombia fuera de las posibilidades de seguir peleando por un cupo a los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, tal cual lo hizo él, como jugador, por allá en 1987.