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Este jueves, Ernesto Lucena, ministro del Deporte, confirmó que Colombia le mandó una carta a la Conmebol para solicitar el aplazamiento de la Copa América. La intención es que el torneo se celebre en diciembre de este año en conjunto con Argentina.
El gobierno colombiano está esperando la respuesta de la Conmebol, ente rector del fútbol sudamericano. Una versión totalmente distinta a la que circuló en el continente en esta mañana del jueves, que indicaba que Argentina iba a realizar el torneo por su propia cuenta.
¿La razón de la intención de aplazamiento? El ministro explicó que Colombia quiere celebrar el torneo con la presencia de público. Negó que la situación de orden público que vive el país tuviera algo que ver.
Ahora bien, a comienzos de esta semana, Alberto Fernández, presidente de Argentina, declaró que “podemos analizar organizar toda la Copa América nosotros”.
Lucena confirmó que no renunciará al ministerio del Deporte, pues también se habló de que no iba a seguir en su cargo.
“Hay una tendencia de gente que no quiere la Copa América, pero hay mucha gente que sí. La razón es el aforo”, dijo quien ya había reconocido que el gobierno hizo una inversión de más de 12 mil millones de pesos para acondicionar los estadios de Bogotá, Medellín, Cali y Barranquilla.
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“Ya trabajando en que se puedan desarrollar, no solo la reactivación emocional de los colombianos a través del deporte, sino también la reactivación económica. Por eso hemos dispuesto de más de 12.500 millones de pesos en cada uno de estos cuatro estadios para dejarlos a tono con iluminación, comunicaciones. Generando más de 5.600 empleos directos y casi 16.600 empleos indirectos”, fueron sus palabras de hace unos días a la Revista Semana.
Una determinación que llega apenas siete después de que el gobierno de Iván Duque y la Conmebol ratificaran al país como sede del torneo, a pesar de los problemas y disturbios que hubo en los partidos de Copa Libertadores la semana pasada.
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La voluntad del gobierno colombiano y la Federación Colombiana de Fútbol, a excepción de Álvaro González, presidente de la Difutbol, el único dirigente que se manifestó en contra de la organización del evento, era la de continuar con la realización de un torneo, que, por lo visto en las últimas semanas, tampoco le ofrecía garantías de seguridad a los equipos.