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“Este Millos no es de Macka o de Gamero, sino de todos los que lo amamos”

Repaso a la carrera de David Mackalister Silva, capitán del equipo embajador y futuro técnico o dirigente.

Luis Guillermo Ordoñez
08 de mayo de 2022 - 01:30 a. m.
En 17 años de carrera, David Mackalister Silva ha disputado 519 partidos, 300 de ellos con Millonarios.   / Millonarios F. C.
En 17 años de carrera, David Mackalister Silva ha disputado 519 partidos, 300 de ellos con Millonarios. / Millonarios F. C.
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Todos los días, rumbo al entrenamiento en la sede deportiva de Millonarios, en el sector de Arrayanes, David Mackalister Silva se cruza con decenas de niños que caminan desde la autopista Norte hasta las canchas de Xcoli, en las que practican al lado de la sede del club embajador. Son un par de kilómetros de recorrido en los que los pequeños cometen travesuras, analizan todos los partidos que ven por televisión y hacen planes para su futuro como futbolistas.

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Con 35 años y una carrera muy respetable, Macka no puede evitar recordar con nostalgia al niño que fue en la década del 90, cuando, como esos que ve pasar, entrenaba lleno de ilusiones, soñando con ser algún día el capitán de uno de los equipos más grandes del país.

¿Por qué el fútbol siempre fue a lo que quiso dedicarse?

Pues yo comencé a jugar en el barrio, La Camelia, sobre todo micro, porque había varias canchitas. Para jugar en pasto armábamos dos arquitos en una esquina del parque. Ya como a los seis años me metieron a la Escuela de Fútbol Marsella, en la que estaba mi primo, pero era por divertirme, experimentar, compartir con otros niños.

¿Y soñaba con ser futbolista profesional?

Pues claro, como todo niño, pero uno realmente tan chiquito no dimensiona lo que eso significa.

¿Y cuándo se dio cuenta de que tenía talento, que se destacaba?

Sería engreído decir que me di cuenta. De pequeño ni siquiera estuve en las selecciones de Bogotá, hasta que después de un torneo en Cali, en el que me fue muy bien, gracias a Dios, el profesor Eduardo Lara me vio, o le hablaron de mí, y me convocó a una selección colombiana sub-17. Ahí podría decirse que comenzó todo más en serio, ya la gente me decía que debía dedicarme al fútbol, que eso era lo mío.

¿Qué entrenadores fueron claves en su formación?

Uy, muchos. En Marsella, Gonzalo Betancur, Alberto Bravo, varios que me acompañaron en mi niñez, en mi formación; el profe Raúl Salamanca también fue vital.

Se fue a Millos y debutó como profesional en 2005, ¿se acuerda?

Claro, perfectamente, tengo cada segundo en mi mente. Jugué unos buenos minutos. Empatamos 2-2 en Bucaramanga, nos dirigía Fernando Pecoso Castro.

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Pero no volvió a jugar. En su puesto estaban Bonner Mosquera, Rafa Robayo, Juan Fernando Leal, Juan Carlos Quintero y Jorge Banquero, competencia brava. Y usted era un peladito.

Si, yo era volante de primera línea, no era muy de quitar, correr y meter, sino de crear desde atrás, de buen manejo, de salir jugando. Siempre jugué allá atrás hasta que el profe Gamero me sacó de ahí y me dio más libertad para atacar, mucho después, en Tolima.

¿Por eso juega con el 14 y no con el 10?

De niño jugué un tiempo con el 14 y otro con el 10, pero siempre me ha gustado más el 14, Además, uno de los momentos más difíciles de mi carrera (una delicada lesión de ligamentos) fue en la fecha 14. Entonces lo uso como una muestra más de que todo puede mejorar, que se pueden superar las adversidades.

A propósito de eso, después de debutar pasó largo tiempo sin jugar. ¿Pensó en dejar de luchar por su sueño?

En realidad sí tuve dudas, para qué lo voy a negar. Al siguiente semestre no sabía qué iba a hacer, tenía mucha incertidumbre, pero era mi sueño, y mi familia fue un gran apoyo; me insistió para que siguiera luchando, porque no me veían en otra cosa. Fui a probar a muchos equipos, pero no se daba nada, aunque nunca perdí totalmente la fe y la confianza en lo que tenía para dar.

Y en Bogotá, con más opciones de vida, trabajar o estudiar, muchos en esa misma situación renuncian.

Ahí está la clave. Hay que perseverar, no aceptar un no como respuesta. A uno le dan muchos noes en la vida, en todos los ámbitos, pero hay que seguir firmes, con convicción, porque en el fútbol no hay edad, las cosas se dan cuando se tienen que dar. Entender eso es, tal vez, lo que nos falta a los futbolistas rolos, que en medio de todo somos muy privilegiados. con tantas canchas y escuelas de formación para todos los gustos, deberíamos tener el 20 o 30 % de los jugadores del fútbol colombiano.

Luego fue y jugó en Bogotá F. C. y Real Cartagena.

En Bogotá, Oswaldo la Sombra Durán, Fernando Velasco y Hernán Pacheco, esa gente me ayudó un montón. Y en Cartagena, que no es una plaza fácil, Hubert Bodhert me acogió muy bien.

Ya en Tolima se puede decir que su carrera entró en otro nivel, se consolidó, se convirtió en figura.

Yo tengo un gran agradecimiento con ese club, por la forma como me trataron a mí y a mi familia. Fui campeón de Copa, me fue muy bien. A propósito, le envío un gran saludo a don Gabriel Camargo y espero que se recupere pronto.

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Si, siempre lo había deseado, sabía que algún día se daría. Pero no llegué a saldar una deuda que tuviera pendiente, sino a seguir cumpliendo sueños y jugar en el equipo del que somos hinchas.

¿Imaginó que se iba a convertir en el gran referente del equipo?

Tenía mucha ilusión de triunfar en mi ciudad. Por fortuna pude salir campeón de Liga contra Santa Fe, ganar una Superliga y hacer buenas campañas, tanto en lo colectivo como en lo individual, pero no le quepa duda de que no nos conformamos, queremos más.

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¿Qué sintió la primera vez que la hinchada coreó el oe, oe, oe, oeeeeee, Mackaa, Mackaaaa?

Fue algo impresionante, un sueño cumplido para mí y mi familia. Nadie imagina que detrás de eso hay tanto esfuerzo, pero he sido bendecido, muy bendecido, saliendo campeón y teniendo el reconocimiento de la gente.

¿Y cuando hablan del Millos de Gamero, de “Macka”?

No, no, no. Millos no es de Gamero o de Macka , sino de todos los que amamos a este club, de la hinchada, los directivos y los que trabajamos acá y nos ilusionamos con ganar más cosas. No hemos podido conseguir el título últimamente, pero tenemos al club en el lugar que merece, siempre arriba, peleando, siendo protagonista, con buen trabajo en la cantera, estabilidad institucional... Eso es muy importante, porque garantiza continuidad, es un club organizado, bien manejado.

Claro, pero a la gente solo le importan los trofeos.

Y hay que ganar, a eso le apuntamos todos siempre, pero es más probable lograrlo con un proceso, con una estructura. Hoy somos un equipo grande, que se comporta como grande y seguro pronto ganará más trofeos. Nos respetan, salimos a proponer en todo lado, de local o de visitante, a dar espectáculo en todas las canchas. Uno debe valorar su trabajo, a conciencia, no esperar que los otros lo hagan. Acá confiamos en que hacemos un buen trabajo, aunque siempre se puede mejorar.

¿Cómo?

Puliendo detalles de todo tipo, en el equipo y en la institución. De los errores siempre aprendemos, de las desatenciones en la cancha, malas interpretaciones y faltas de concentración.

¿Tienen con qué pelear el título?

Claro que sí, eso creemos todos, eso hemos demostrado; pero siempre he dicho que las finales son un torneo nuevo. Vale lo que hagamos de ahora en adelante.

Ya se graduó y tiene licencia de entrenador. ¿Se ve dirigiendo cuando se retire?

Pues si la oportunidad se da, seguro que me gustaría, pero hay que seguirse preparando, capacitando, aprendiendo, también lo hago en la parte dirigencial y empresarial, que me llama la atención y le da a uno mayor campo de acción.

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Su mayor virtud es la inteligencia de juego, la capacidad para leerlo, ser el técnico dentro de la cancha.

Yo creo que el no ser tan veloz físicamente, no tener la misma reacción que otros, le da a uno una fracción de segundo más para pensar. Esa es una herencia del micro, del espacio reducido, en el que se desarrolla la habilidad para esperar un poquitico y resolver mejor, repentizar.

Hablando de eso, nadie mejor que usted para acompañar y seguir puliendo a Daniel Ruiz

Es un crack. Rolo, bien educado por sus padres, respetuoso, decente, tranquilo. Tiene un gran talento, eso es evidente, pero lo mejor y lo que nos va a dar muchas alegrías es su personalidad. Yo a su lado trato de ser franco y sincero, de ser un ejemplo en la parte profesional, en el cuidado físico, en la forma como se debe asumir este trabajo.

¿Alguno de sus hijos siguió sus pasos y juega al fútbol?

El mayor es arquero (Matías), está en las divisiones menores de Millonarios. Le veo pasión sincera por el fútbol, hay que apoyarlo para que cumpla sus sueños.

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