Deportes Tolima: su historia y su exitoso y rentable proyecto
El club pijao, que ya suma seis títulos profesionales, es manejado por Gabriel y César Camargo, bajo un modelo en el que son claves las múltiples transferencias de jugadores.
“Juega el Tolimita, vamos al Murillo”, decían los hinchas en Ibagué cuando se referían al club vino tinto y oro. Así era conocido en los primeros años de su existencia, porque era un modesto equipo que nunca peleaba campeonatos y que, aunque terminaba último, volvía a competir en la siguiente temporada del fútbol profesional colombiano, pues no existía el descenso ni la segunda división.
(Ángel Cappa: “El fútbol está agonizando”)
Los orígenes del cuadro pijao se remontan a 1947, cuando César Moreno y Humberto González Ruiz crearon el Club Deportivo Boca Juniors de Ibagué. En 1954, se convirtió en Deportes Tolima, cuyo primer presidente, Manuel Rubio Chávez, consiguió $10.000 de la Gobernación, inscribió el equipo a la Dimayor y le dio la mitad de ese dinero al argentino Juan Barbieri para que fuera al sur del continente a traer jugadores.
Barbieri regresó con Jorge Ariel Gandulfo, Óscar Enrique Ferrari, José Óscar Jamardo, Enrique Laino y Carlos Robelle. A ellos se sumaron Raúl Sánchez, Tomás Esquivel, Jairo Galvis, Marcos Coll, Emilio Milo Alzate, William Bautista, Héctor Inocencio Pérez, Santiago Rivas, Casimiro Ávalos, Guillermo Galvis, Carlos Carroll, Roberto Pacheco, Silvio Duarte, Alfonso Lopera, Aníbal Álzate, Daniel Martínez, Benito Delgadillo, Tulio Galvis, Hernando Saavedra y Enrique González. Esa fue la primera nómina del Tolima en el rentado profesional, en 1955.
En 1957 alcanzó a ilusionarse con un título que finalmente sería para Deportivo Independiente Medellín. Ese plantel pijao, que jugaba con una banda cruzada en el pecho al estilo de River Plate, contaba con Marino Lozano, Roque Mercury, José Óscar Jamardo, Luis Alfonso Cocina Tejada, Luis Spalla, Samuel Ford, Héctor Inocencio Pérez y Enrique Ferrari, entre otros. Recordado por tener tres futbolistas con apellidos de carros (Mercury, Ford y Ferrari), terminó siendo subcampeón tras una serie extra que le ganó al Cúcuta Deportivo.
La aparición de Gabriel Camargo
Oriundo de Tunja, Gabriel Camargo nació el 23 de mayo de 1942. Siempre le gustó el deporte, practicó atletismo y hasta fue subcampeón nacional de los cien metros planos. En la Universidad de Tunja jugó béisbol y fue arquero de fútbol. Después fue dirigente de la Liga de Atletismo de Boyacá y se contactó con Fuad Char, entonces presidente del Júnior de Barranquilla. Ingresó al entorno del balompié.
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A finales de la década del 70, el ingeniero Luis Ernesto Camacho dirigía en Ibagué la construcción de una sede de Kokoriko, en la carrera 3 con calle 12. Deportes Tolima estaba en crisis y Camacho invitó al dueño de la cadena de restaurantes, Eduardo Robayo, y al empresario Gabriel Camargo a involucrarse con el club. Aceptaron. Se emitieron diez mil acciones a la venta, cada una con un valor de $1.000. Camargo y Robayo adquirieron nueve mil, con un pago inicial de $5 millones. A los treinta días pagaron los $4 millones que faltaban.
Y en 1981, el Nacional de Zubeldía fue nuevamente campeón. Detrás quedó un Deportes Tolima que no comenzó bien el campeonato, jugó partidos en Bogotá por la caída de una tribuna en el Manuel Murillo Toro y reaccionó de forma impresionante con el que quizás es el mejor jugador de su historia: el argentino Víctor Hugo del Río. Junto a él, Óscar Héctor Quintabani, Wilson Américo Quiñones, José Chepe Flórez, Gustavo Piña Mendoza, Cristino Centurión y Evaristo Isazi. En el 82, conducido por los uruguayos Juan Martín Mujica y Esteban Gesto, el cuadro de Ibagué fue semifinalista de la Copa Libertadores y segundo en la Liga colombiana, por detrás de América. Aparecieron en su nómina el brasileño Donizzete de Oliveira, más conocido como Sapuka, Francisco Maturana, Heladio Vásquez y Arnoldo Iguarán.
Camargo, quien, entre otros negocios a lo largo de su carrera como empresario, junto a su esposa constituyó Colombiana de Incubación, una empresa avícola, decidió retirarle el apoyo económico al Tolima por un tiempo y regresó en la década del 90. Soportó el descenso de 1993, la victoria en la Primera B en 1994 y el decente torneo que hizo en 1995. Fue diputado de la Asamblea Departamental de Cundinamarca, concejal de Fusagasugá y senador de la República durante dos períodos, en los que consiguió recursos para hacerle mejoras al estadio Manuel Murillo Toro, patrocinios para el club pijao y alianzas con políticos de la región.
No obstante, el dirigente ha protagonizado algunas polémicas. Hubo un tiempo en el que antes de cada campeonato amenazaba con la no participación del Tolima en el rentado profesional por falta de recursos, y pedía ayuda a entidades públicas y privadas.
En 2018, después de que el equipo femenino del Atlético Huila conquistara la Copa Libertadores Femenina, dijo: “Eso anda mal, eso va mal económicamente. Aparte de los problemas que hay con las mujeres, porque son más tomatragos que los hombres. Pregúnteles a los del Huila cómo están de arrepentidos de haber sacado el título y haberle invertido tanta plata. Eso es un caldo de cultivo de lesbianismo tremendo”.
Tuvo que retractarse. “Manifiesto que no fue mi intención ofender a las mujeres practicantes del fútbol, y menos aún menoscabar sus derechos fundamentales de igualdad, no discriminación, dignidad, honra y buen nombre, por lo que presento públicas disculpas a quienes con mis opiniones y declaraciones se hayan sentido afectadas”, expresó el directivo, quien en julio del año pasado insinuó posibles irregularidades en el arbitraje del fútbol colombiano a causa de la presencia de diversas casas de apuestas en el deporte.
Y, en medio de una investigación de la Superintendencia de industria y Comercio (SIC) por un supuesto veto que realizaban dirigentes de 16 clubes para no contratar a determinados jugadores, Camargo le dijo a ese ente: “Que yo recuerde no. Pueda que sí (…) Uno que hacía esas prácticas era el de Águilas Doradas, Salazar. Ese sí hacía esas prácticas de mandar y que no contrataran (…) Que le había insultado a la hermana y no sé cuántos... bueno. Ese sí enviaba esas cartas”.
Los títulos
El 2003 pintaba inicialmente para el Tolima como otro más de frustraciones. Luis Augusto el Chiqui García había asumido como director técnico y en el primer semestre el balance fue negativo. En el segundo terminó en la sexta posición del todos contra todos y quedó ubicado en el cuadrangular B, junto a Júnior, Atlético Nacional e Independiente Medellín. El vino tinto y oro, contra los grandes.
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El equipo de Barranquilla llegó con tres puntos de ventaja a la última fecha del cuadrangular, pero perdió en su visita al Medellín y Tolima derrotó 2-0 a Nacional. Empatados en varios ítems, el conjunto de García pasó a la final por haber anotado más goles en condición de visitante. Y debía enfrentar a otro histórico: Deportivo Cali, que había superado a Millonarios, Unión Magdalena y un sorprendente Deportivo Pasto.
El 17 de diciembre de 2003, los hinchas pijaos volvieron a decir: “Juega el Tolimita”. Esta vez era una final. Y la ganaron 2-0 con tantos de Rogerio Pereira. El 21 de diciembre, en un Pascual Guerrero colmado de camisetas verdes, el Cali empató rápidamente la serie con goles de Jorge la Babilla Díaz y Léider Preciado. Tolima descontó gracias a un gol en contra de Gerardo Bedoya, y Elkin Murillo volvió a convertir para los locales. A los penaltis. El arquero Diego Gómez fue figura atajando los cobros de Máyer Candelo y Milton Rodríguez, y el Tolima encontró su primera estrella en la efectividad de Freddy Hurtado, John Charria, Pereira y Jorge Artigas.
Comenzó a ser habitual que el Tolima participara en torneos internacionales, se metiera en los cuadrangulares y disputara el título del campeonato local. De hecho, en 2006 perdió la final en su casa contra el Cúcuta Deportivo de Jorge Luis Pinto. Cuatro años después volvió a ser subcampeón: cayó ante Once Caldas. En 2016 su verdugo fue Santa Fe.
En el primer semestre de 2018 fue tercero en el todos contra todos. Superó en cuartos de final a Once Caldas y, en semifinales, al Medellín. La final, contra el poderoso Atlético Nacional. En Ibagué, el equipo de Alberto Gamero perdió 1-0, pero en la capital antioqueña consiguió una agónica victoria por 2-1 y, nuevamente desde los penaltis, se consagró. Sebastián Villa, Ómar Albornoz, Danovis Banguero y Marco Pérez anotaron y el Tolima festejó su segunda estrella.
El año pasado, en medio de una pandemia que aún no termina, Tolima fue quinto en la primera fase de la Liga y dejó en el camino a Deportivo Cali y La Equidad, antes de enfrentar a Millonarios en la serie definitiva. En Ibagué empataron 1-1 y en Bogotá Juan Fernando Caicedo anotó doblete en el triunfo 2-1. Las mejillas del entrenador Hernán Torres se humedecieron con sus lágrimas.
El exitoso proyecto
Justamente Hernán Torres volvió a llevar al Tolima a la más reciente final de la liga colombiana. La perdió en Ibagué contra el Cali de Dudamel. Según ha manifestado Gabriel Camargo, máximo accionista, lo único que le falta por cumplir con el club que aprendió a amar es ser campeón en el Manuel Murillo Toro.
(Aquí, toda la información deportiva)
Con la voz fallándole al borde del llanto, Camargo dijo: “Si Dios nos lo permite, quedar campeón en Ibagué sería lo último. Yo diría que después de eso podría morir tranquilo, porque habría cumplido con lo que he querido, aunque es cierto que también me falta terminar la sede. Ahora que completamos la tercera, quisiera la quinta (estrella). Pero primero es lunes que martes”.
Y es que el Tolima ya tiene una moderna sede deportiva y están por terminar las obras de su nuevo complejo administrativo, gracias a los recursos que ha conseguido con las múltiples ventas de jugadores. A pesar de los estragos económicos causados por el covid-19, la gestión de Camargo ha logrado vender a Danovis Banguero a Atlético Nacional, Yeison Gordillo a San Lorenzo de Argentina y Jáminton Campaz al Gremio de Brasil.
Además, hay que mencionar a los jugadores que fueron formados por el club, debutaron en primera división con su camiseta y luego fueron transferidos a cambio de altas cifras. Ejemplo de ello son Yimmi Chará (al Monterrey mexicano) y Wílmar Barrios y Sebastián Villa (a Boca Juniors). Se estima que, en los últimos diez años, esas ventas le han dejado al Tolima más de US$12 millones.
También están las transferencias del paraguayo Robin Ramírez a los Pumas de la UNAM, Christian Marrugo al Pachuca, Andrés Andrade al América de México, Matheus Uribe a Nacional, Félix Noguera al Júnior, Charles Monsalvo al Celaya y Gustavo Bolívar al Al-Hilal de Arabia Saudita, entre otras. Y, yendo más atrás, están las de Diego Chará al Portland Timbers de Estados Unidos, la de Franco Arizala al Pachuca y la del argentino Rodrigo Marangoni, quien, después de haber sido adquirido por Tolima y rendir, fue transferido por un precio más alto al Barcelona de Ecuador. Y se encuentran las operaciones que llevaron a Didier Delgado a Deportivo Cali, Santiago Montoya y Álvaro Montero a Millonarios, Ángelo Rodríguez al Minnesota United y Marco Pérez al Al-Raed.
Así funciona el modelo de Gabriel Camargo Salamanca —quien maneja al Tolima junto a su hijo César Camargo—, en el que tampoco está prohibido traer de regreso a un jugador que en el pasado se vendió y puede aportar en la actualidad. Es el caso de Andrés Felipe Ibargüen, quien, tras haber militado en Nacional, Racing y Santos Laguna, regresó al equipo de Ibagué y es una las figuras de la actual Liga BetPlay.
Con esa manera de operar, Deportes Tolima se ha convertido en un club importante del balompié colombiano. El único en ganar todos los campeonatos de la Dimayor: Primera B (1994), Liga (2003-II, 2018-I y 2021-I), Copa Colombia (2014), Superliga (2022), Torneo de Reservas (2002 y 2005), Nacional Prejuvenil (2010) y Nacional Sub-20 (2013). Y se unió al grupo de los equipos que han ganado Liga, Copa y Superliga, en el que ya estaban Millonarios, Santa Fe, Nacional, Cali y Júnior.
El Tolima continuará con su política de llevar jugadores jóvenes y prometedores a sus divisiones menores, para formarlos, verlos triunfar con su camiseta y después venderlos. También con la de adquirir los pases de futbolistas de otros clubes, darles continuidad con técnicos que sepan manejarlos y luego transferirlos por una cifra más alta, para que el negocio sea rentable y poder tener hombres que puedan hacer que el club siga siendo protagonista en cada competición. La deuda sigue estando en los certámenes internaciones. En la actual Liga está en la parte alta de la tabla. El equipo más regular de los últimos años en Colombia, con un modelo claro y exitoso.
“Juega el Tolimita, vamos al Murillo”, decían los hinchas en Ibagué cuando se referían al club vino tinto y oro. Así era conocido en los primeros años de su existencia, porque era un modesto equipo que nunca peleaba campeonatos y que, aunque terminaba último, volvía a competir en la siguiente temporada del fútbol profesional colombiano, pues no existía el descenso ni la segunda división.
(Ángel Cappa: “El fútbol está agonizando”)
Los orígenes del cuadro pijao se remontan a 1947, cuando César Moreno y Humberto González Ruiz crearon el Club Deportivo Boca Juniors de Ibagué. En 1954, se convirtió en Deportes Tolima, cuyo primer presidente, Manuel Rubio Chávez, consiguió $10.000 de la Gobernación, inscribió el equipo a la Dimayor y le dio la mitad de ese dinero al argentino Juan Barbieri para que fuera al sur del continente a traer jugadores.
Barbieri regresó con Jorge Ariel Gandulfo, Óscar Enrique Ferrari, José Óscar Jamardo, Enrique Laino y Carlos Robelle. A ellos se sumaron Raúl Sánchez, Tomás Esquivel, Jairo Galvis, Marcos Coll, Emilio Milo Alzate, William Bautista, Héctor Inocencio Pérez, Santiago Rivas, Casimiro Ávalos, Guillermo Galvis, Carlos Carroll, Roberto Pacheco, Silvio Duarte, Alfonso Lopera, Aníbal Álzate, Daniel Martínez, Benito Delgadillo, Tulio Galvis, Hernando Saavedra y Enrique González. Esa fue la primera nómina del Tolima en el rentado profesional, en 1955.
En 1957 alcanzó a ilusionarse con un título que finalmente sería para Deportivo Independiente Medellín. Ese plantel pijao, que jugaba con una banda cruzada en el pecho al estilo de River Plate, contaba con Marino Lozano, Roque Mercury, José Óscar Jamardo, Luis Alfonso Cocina Tejada, Luis Spalla, Samuel Ford, Héctor Inocencio Pérez y Enrique Ferrari, entre otros. Recordado por tener tres futbolistas con apellidos de carros (Mercury, Ford y Ferrari), terminó siendo subcampeón tras una serie extra que le ganó al Cúcuta Deportivo.
La aparición de Gabriel Camargo
Oriundo de Tunja, Gabriel Camargo nació el 23 de mayo de 1942. Siempre le gustó el deporte, practicó atletismo y hasta fue subcampeón nacional de los cien metros planos. En la Universidad de Tunja jugó béisbol y fue arquero de fútbol. Después fue dirigente de la Liga de Atletismo de Boyacá y se contactó con Fuad Char, entonces presidente del Júnior de Barranquilla. Ingresó al entorno del balompié.
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A finales de la década del 70, el ingeniero Luis Ernesto Camacho dirigía en Ibagué la construcción de una sede de Kokoriko, en la carrera 3 con calle 12. Deportes Tolima estaba en crisis y Camacho invitó al dueño de la cadena de restaurantes, Eduardo Robayo, y al empresario Gabriel Camargo a involucrarse con el club. Aceptaron. Se emitieron diez mil acciones a la venta, cada una con un valor de $1.000. Camargo y Robayo adquirieron nueve mil, con un pago inicial de $5 millones. A los treinta días pagaron los $4 millones que faltaban.
Y en 1981, el Nacional de Zubeldía fue nuevamente campeón. Detrás quedó un Deportes Tolima que no comenzó bien el campeonato, jugó partidos en Bogotá por la caída de una tribuna en el Manuel Murillo Toro y reaccionó de forma impresionante con el que quizás es el mejor jugador de su historia: el argentino Víctor Hugo del Río. Junto a él, Óscar Héctor Quintabani, Wilson Américo Quiñones, José Chepe Flórez, Gustavo Piña Mendoza, Cristino Centurión y Evaristo Isazi. En el 82, conducido por los uruguayos Juan Martín Mujica y Esteban Gesto, el cuadro de Ibagué fue semifinalista de la Copa Libertadores y segundo en la Liga colombiana, por detrás de América. Aparecieron en su nómina el brasileño Donizzete de Oliveira, más conocido como Sapuka, Francisco Maturana, Heladio Vásquez y Arnoldo Iguarán.
Camargo, quien, entre otros negocios a lo largo de su carrera como empresario, junto a su esposa constituyó Colombiana de Incubación, una empresa avícola, decidió retirarle el apoyo económico al Tolima por un tiempo y regresó en la década del 90. Soportó el descenso de 1993, la victoria en la Primera B en 1994 y el decente torneo que hizo en 1995. Fue diputado de la Asamblea Departamental de Cundinamarca, concejal de Fusagasugá y senador de la República durante dos períodos, en los que consiguió recursos para hacerle mejoras al estadio Manuel Murillo Toro, patrocinios para el club pijao y alianzas con políticos de la región.
No obstante, el dirigente ha protagonizado algunas polémicas. Hubo un tiempo en el que antes de cada campeonato amenazaba con la no participación del Tolima en el rentado profesional por falta de recursos, y pedía ayuda a entidades públicas y privadas.
En 2018, después de que el equipo femenino del Atlético Huila conquistara la Copa Libertadores Femenina, dijo: “Eso anda mal, eso va mal económicamente. Aparte de los problemas que hay con las mujeres, porque son más tomatragos que los hombres. Pregúnteles a los del Huila cómo están de arrepentidos de haber sacado el título y haberle invertido tanta plata. Eso es un caldo de cultivo de lesbianismo tremendo”.
Tuvo que retractarse. “Manifiesto que no fue mi intención ofender a las mujeres practicantes del fútbol, y menos aún menoscabar sus derechos fundamentales de igualdad, no discriminación, dignidad, honra y buen nombre, por lo que presento públicas disculpas a quienes con mis opiniones y declaraciones se hayan sentido afectadas”, expresó el directivo, quien en julio del año pasado insinuó posibles irregularidades en el arbitraje del fútbol colombiano a causa de la presencia de diversas casas de apuestas en el deporte.
Y, en medio de una investigación de la Superintendencia de industria y Comercio (SIC) por un supuesto veto que realizaban dirigentes de 16 clubes para no contratar a determinados jugadores, Camargo le dijo a ese ente: “Que yo recuerde no. Pueda que sí (…) Uno que hacía esas prácticas era el de Águilas Doradas, Salazar. Ese sí hacía esas prácticas de mandar y que no contrataran (…) Que le había insultado a la hermana y no sé cuántos... bueno. Ese sí enviaba esas cartas”.
Los títulos
El 2003 pintaba inicialmente para el Tolima como otro más de frustraciones. Luis Augusto el Chiqui García había asumido como director técnico y en el primer semestre el balance fue negativo. En el segundo terminó en la sexta posición del todos contra todos y quedó ubicado en el cuadrangular B, junto a Júnior, Atlético Nacional e Independiente Medellín. El vino tinto y oro, contra los grandes.
Lea también: Jugar de falso nueve tras un desprendimiento de retina, y convertirse en leyenda
El equipo de Barranquilla llegó con tres puntos de ventaja a la última fecha del cuadrangular, pero perdió en su visita al Medellín y Tolima derrotó 2-0 a Nacional. Empatados en varios ítems, el conjunto de García pasó a la final por haber anotado más goles en condición de visitante. Y debía enfrentar a otro histórico: Deportivo Cali, que había superado a Millonarios, Unión Magdalena y un sorprendente Deportivo Pasto.
El 17 de diciembre de 2003, los hinchas pijaos volvieron a decir: “Juega el Tolimita”. Esta vez era una final. Y la ganaron 2-0 con tantos de Rogerio Pereira. El 21 de diciembre, en un Pascual Guerrero colmado de camisetas verdes, el Cali empató rápidamente la serie con goles de Jorge la Babilla Díaz y Léider Preciado. Tolima descontó gracias a un gol en contra de Gerardo Bedoya, y Elkin Murillo volvió a convertir para los locales. A los penaltis. El arquero Diego Gómez fue figura atajando los cobros de Máyer Candelo y Milton Rodríguez, y el Tolima encontró su primera estrella en la efectividad de Freddy Hurtado, John Charria, Pereira y Jorge Artigas.
Comenzó a ser habitual que el Tolima participara en torneos internacionales, se metiera en los cuadrangulares y disputara el título del campeonato local. De hecho, en 2006 perdió la final en su casa contra el Cúcuta Deportivo de Jorge Luis Pinto. Cuatro años después volvió a ser subcampeón: cayó ante Once Caldas. En 2016 su verdugo fue Santa Fe.
En el primer semestre de 2018 fue tercero en el todos contra todos. Superó en cuartos de final a Once Caldas y, en semifinales, al Medellín. La final, contra el poderoso Atlético Nacional. En Ibagué, el equipo de Alberto Gamero perdió 1-0, pero en la capital antioqueña consiguió una agónica victoria por 2-1 y, nuevamente desde los penaltis, se consagró. Sebastián Villa, Ómar Albornoz, Danovis Banguero y Marco Pérez anotaron y el Tolima festejó su segunda estrella.
El año pasado, en medio de una pandemia que aún no termina, Tolima fue quinto en la primera fase de la Liga y dejó en el camino a Deportivo Cali y La Equidad, antes de enfrentar a Millonarios en la serie definitiva. En Ibagué empataron 1-1 y en Bogotá Juan Fernando Caicedo anotó doblete en el triunfo 2-1. Las mejillas del entrenador Hernán Torres se humedecieron con sus lágrimas.
El exitoso proyecto
Justamente Hernán Torres volvió a llevar al Tolima a la más reciente final de la liga colombiana. La perdió en Ibagué contra el Cali de Dudamel. Según ha manifestado Gabriel Camargo, máximo accionista, lo único que le falta por cumplir con el club que aprendió a amar es ser campeón en el Manuel Murillo Toro.
(Aquí, toda la información deportiva)
Con la voz fallándole al borde del llanto, Camargo dijo: “Si Dios nos lo permite, quedar campeón en Ibagué sería lo último. Yo diría que después de eso podría morir tranquilo, porque habría cumplido con lo que he querido, aunque es cierto que también me falta terminar la sede. Ahora que completamos la tercera, quisiera la quinta (estrella). Pero primero es lunes que martes”.
Y es que el Tolima ya tiene una moderna sede deportiva y están por terminar las obras de su nuevo complejo administrativo, gracias a los recursos que ha conseguido con las múltiples ventas de jugadores. A pesar de los estragos económicos causados por el covid-19, la gestión de Camargo ha logrado vender a Danovis Banguero a Atlético Nacional, Yeison Gordillo a San Lorenzo de Argentina y Jáminton Campaz al Gremio de Brasil.
Además, hay que mencionar a los jugadores que fueron formados por el club, debutaron en primera división con su camiseta y luego fueron transferidos a cambio de altas cifras. Ejemplo de ello son Yimmi Chará (al Monterrey mexicano) y Wílmar Barrios y Sebastián Villa (a Boca Juniors). Se estima que, en los últimos diez años, esas ventas le han dejado al Tolima más de US$12 millones.
También están las transferencias del paraguayo Robin Ramírez a los Pumas de la UNAM, Christian Marrugo al Pachuca, Andrés Andrade al América de México, Matheus Uribe a Nacional, Félix Noguera al Júnior, Charles Monsalvo al Celaya y Gustavo Bolívar al Al-Hilal de Arabia Saudita, entre otras. Y, yendo más atrás, están las de Diego Chará al Portland Timbers de Estados Unidos, la de Franco Arizala al Pachuca y la del argentino Rodrigo Marangoni, quien, después de haber sido adquirido por Tolima y rendir, fue transferido por un precio más alto al Barcelona de Ecuador. Y se encuentran las operaciones que llevaron a Didier Delgado a Deportivo Cali, Santiago Montoya y Álvaro Montero a Millonarios, Ángelo Rodríguez al Minnesota United y Marco Pérez al Al-Raed.
Así funciona el modelo de Gabriel Camargo Salamanca —quien maneja al Tolima junto a su hijo César Camargo—, en el que tampoco está prohibido traer de regreso a un jugador que en el pasado se vendió y puede aportar en la actualidad. Es el caso de Andrés Felipe Ibargüen, quien, tras haber militado en Nacional, Racing y Santos Laguna, regresó al equipo de Ibagué y es una las figuras de la actual Liga BetPlay.
Con esa manera de operar, Deportes Tolima se ha convertido en un club importante del balompié colombiano. El único en ganar todos los campeonatos de la Dimayor: Primera B (1994), Liga (2003-II, 2018-I y 2021-I), Copa Colombia (2014), Superliga (2022), Torneo de Reservas (2002 y 2005), Nacional Prejuvenil (2010) y Nacional Sub-20 (2013). Y se unió al grupo de los equipos que han ganado Liga, Copa y Superliga, en el que ya estaban Millonarios, Santa Fe, Nacional, Cali y Júnior.
El Tolima continuará con su política de llevar jugadores jóvenes y prometedores a sus divisiones menores, para formarlos, verlos triunfar con su camiseta y después venderlos. También con la de adquirir los pases de futbolistas de otros clubes, darles continuidad con técnicos que sepan manejarlos y luego transferirlos por una cifra más alta, para que el negocio sea rentable y poder tener hombres que puedan hacer que el club siga siendo protagonista en cada competición. La deuda sigue estando en los certámenes internaciones. En la actual Liga está en la parte alta de la tabla. El equipo más regular de los últimos años en Colombia, con un modelo claro y exitoso.