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Los mejoró a todos. Rafael Dudamel confesó que le hizo abrir sus convicciones, ese pequeño mundo, y lo volvió mejor entrenador. La palabra más importante de su diccionario: solidez. Pero era Teo, Teo. Y el tiempo le dio la razón. A sus compañeros también los hizo crecer, los hizo creer. Y la ofrenda de cada uno de ellos dedicándole el título, muestras de su grandeza, de que es especial, de que sigue marcando la diferencia. En seis meses se ganó a todo el Deportivo Cali y les dio el salto competitivo que tanto les había faltado: sentí papi, perfume europeo, papi.
"Senti papi, perfume europeo" como respuesta a todo de ahora en mas. Teo Gutierrez, mi vende humo preferido💓 pic.twitter.com/KaFSS9GWDg
— teito gutierrez (@bsalvatierra_) May 20, 2019
Todo lo sembró Alfredo Arias, el ingeniero de este Deportivo Cali, en el que era uno de los equipos más divertidos y propositivos del año pasado en el fútbol colombiano. No tuvo suerte, respaldo tampoco. Y el valor de Dudamel de saber valorar el trabajo de su antecesor, de respetarlo y darle continuidad al proceso. Y de estar abierto, abierto a que jugaran los mejores juntos. Así celebra su primer título como DT.
El ataque del Cali, indescifrable. Los cuatro se movían con libertad por todo el frente de ataque, semáforo en verde para combinarse y romper los pentagramas, las reglas. Todo recostado en las ventajas posicionales y asociaciones de Teo Gutiérrez. Harold Preciado dio en el fútbol chino el salto para jugar más lejos del área, asociarse, partir de una banda, llegar. Y con una actuación sísmica en los cuadrangulares -anotó en todos los partidos- con un saldo de ocho goles y una asistencia que lo acreditaron como el goleador de la liga con 13 anotaciones. Una conexión con Teo que se tejió por primera vez en los Olímpicos de Rio 2016 con la selección colombiana.
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Todo con más que un ‘9′ más adelante: Ángelo Rodríguez. Un hombre que domina las artes del juego de espaldas. Su partido ante el Tolima, top. Aguantar el balón de espaldas, girarse, inteligencia espacial. Hizo fiesta con los centrales del Tolima. Y su asistencia pivoteando para el gol de Jhon Vásquez fue el sello de una noche imborrable. Porque Vásquez, sin tantos resplandores, lleva un buen tiempo siendo uno de los jugadores más desequilibrantes de la liga colombiana: velocidad, cambio de ritmo, gambeta. Son los cuatro fantásticos. Y todos jugaron juntos.
En el doble 5 otra pareja que se complementa a la perfección. El liderazgo de Jhojan Valencia, tiene una gran técnica con sus controles y pases rompe líneas. Es el alma del Deportivo Cali. Y en el último semestre explotó con su lectura de juego defensiva para hacer sus entradas, sus quites. Construir y destruir, dos verbos que maneja Valencia... un mediocentro total. Al lado suyo, Andrés Colorado. Un mediocampista llegador que es una bala adicional al ataque del equipo vallecaucano.
Los dos centrales también se compenetraron muy bien. Jorge Marsiglia, la revelación del campeonato, fue un gran soporte de un experimentado como Hernán Menosse. Porque así negoció sus convicciones, Dudamel vio que en ese par, tenía seguridad en el fondo. También Guillermo de Amores, un portero que se reencontró consigo mismo en Colombia y fue un digno reemplazo de David González.
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Durante su carrera como DT, Dudamel construyó sus equipos desde la defensa. Luego, todo lo demás. En este Cali armó los planes desde los cuatro dotados que tuvo adelante. Y luego de tantas finales perdidas para el Cali, de tantos memes, de tantos buenos jugadores que pasaron y se fueron con las manos vacías, lo consiguió. Sobre todo por un tipo que los hizo mejores a todos. Sentí, papi.