El legado de Natalia Gaitán en el fútbol femenino de Colombia
La exfutbolista bogotana, mundialista con la selección de Colombia, hizo un repaso de su carrera deportiva, a la que le puso fin este año.
Daniel Bello
El fútbol femenino en Colombia es lo que es hoy en día porque muchas mujeres han encarado luchas para hacerlo crecer. Una de las protagonistas de esa evolución es la bogotana Natalia Gaitán, quien este año le puso fin a su carrera de futbolista profesional.
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El fútbol femenino en Colombia es lo que es hoy en día porque muchas mujeres han encarado luchas para hacerlo crecer. Una de las protagonistas de esa evolución es la bogotana Natalia Gaitán, quien este año le puso fin a su carrera de futbolista profesional.
Sus primeros pasos los dio en su ciudad natal, en Gol Star, una academia de fútbol femenino en la que su padre, Guillermo, trabaja como formador. Gaitán, hoy de 33 años, creció admirando la pasión que le ponían los italianos a la defensa. Tuvo como referentes a Paolo Maldini, leyenda del Milan, y al antioqueño Iván Ramiro Córdoba, quien durante años se destacó en el calcio con el Inter. La bogotana jugó como defensora central, aunque también podía desempeñarse como volante de primera línea, un rol que disfrutaba todavía más. Ayudó a escribir la historia de la selección femenina, en la que debutó con apenas 15 años, en 2006.
“Mi legado hacia el fútbol diría que siempre fue de entregar todas mis capacidades, mis habilidades físicas y mentales en pro del equipo en el que estuviera. Me recordarán como una mujer íntegra que siempre fue fiel a sus valores y principios y que siempre quiso ayudar desde donde pudiera para mejorar las condiciones”.
Tras 14 años en el extranjero, Gaitán regresó al país en 2023. A los 17 viajó a Estados Unidos para estudiar Administración y Negocios Internacionales en la Universidad de Toledo (Ohio). “Era la única manera en la que podía seguir al lado de un balón. Si me hubiera quedado en Colombia me habría dedicado mucho más al estudio y menos al deporte”. Por aquel entonces era imposible imaginarse una liga profesional en nuestro territorio.
En 2013 Natalia Gaitán dio el salto al fútbol europeo. En España defendió los colores de dos equipos históricos como Valencia (2015-2020) y Sevilla (2020-2022). En clubes y selección enfrentó a jugadoras que marcaron época como Alex Morgan, Louisa Nécib, Wendie Renard, Alexia Putellas y Aitana Bonmatí, entre otras.
En paralelo hizo su maestría en Gestión Deportiva y otra en Responsabilidad Social. Ahora, tras el retiro, espera poner en práctica lo aprendido. Su último partido como profesional fue la Copa Libertadores Femenina, donde el cuadro cardenal fue subcampeón.
La bogotana definió su etapa en Santa Fe como la forma perfecta de cerrar su carrera. “Fue en mi casa, en mi ciudad, con mi familia y amigos, que tuvieran ellos y yo tuviera la oportunidad de que me vieran jugar en vivo y en directo”. En el exterior sus padres la vieron un par de veces, pero el resto de su familia y amigos no.
Su trayectoria está llena de lindos recuerdos. Entre ellos está el Sudamericano Sub-17 que la tricolor ganó en 2009, el único que nuestro país tiene hasta la fecha. Esa generación, de la que fue pieza una clave, logró un histórico cuarto lugar en el mundial sub-20 de Alemania 2010.
También hizo parte del grupo que logró la primera clasificación de la selección de mayores a una Copa del Mundo, también en Alemania (2011). No solo volvió a jugar cuatro años después otra cita orbital, la de Canadá 2015, sino que también dijo presente en los Juegos Olímpicos de Londres 2012 y Río de Janeiro 2016. “Colombia no estaba en el mapa y hasta ahora nos estábamos haciendo un nombre y fue maravilloso hacer parte de eso”.
Su último baile con la tricolor fue en los Juegos Panamericanos de Lima 2019, en los que supo ser campeona. “Puedo decir que la última vez que vestí la camiseta de la selección me colgué una medalla de oro. Ese último recuerdo no pudo haber sido mejor”. Como defensora, Natalia prefiere recordar sus salvadas antes que sus goles, y una de las favoritas es la que hizo contra México en las semifinales de ese torneo, en la que evitó el empate de las aztecas.
Ese mismo año la bogotana junto con su compañera de selección Isabella Echeverri y Acolfutpro, el sindicato de futbolistas profesionales en Colombia, denunciaron vetos, inequidad, discriminación y malos manejos en la rama femenina en la Federación Colombiana de Fútbol (FCF). “Desde que tengo memoria, siempre quise hacer énfasis en tener los recursos necesarios desde uniformes, gimnasios, viajes y partidos. Recuerdo que cuando estuve en la selección de Bogotá, la primera vez que fuimos a unos Juegos Nacionales me dieron una talla XL de hombre y yo dije: ‘Si no digo nada en este momento, nadie lo va a hacer por mí y se va a seguir repitiendo’, entonces había que sentar un precedente”.
Ese liderazgo era uno de sus rasgos característicos y por eso llegó a ser capitana no solo de la selección, sino de varios de los clubes en los que se desempeñó. Tuvo buena comunicación tanto con las jugadoras como con los cuerpos técnicos y los dirigentes. En la cancha también aportaba mucho desde lo vocal, ordenaba y alentaba. También lo reflejó con el ejemplo, pues era de las primeras que llegaba a un entrenamiento y de las últimas en irse.
Aunque las condiciones de la selección mejoraron tras su voz de protesta y las de algunas compañeras, después de los Panamericanos de 2019 Gaitán, al igual que ellas, no volvió a ser citada, lo cual fue muy duro para ella, ya que la tricolor era su lugar seguro y fue un proceso difícil. Sin embargo, en clubes también hubo alegrías.
Uno de esos momentos especiales fue con Valencia, un día en el que ganó un derbi valenciano ante Levante con un contundente 6-0 en Mestalla. Otro fue jugar y ganar en el emblemático estadio Azteca, en su paso por el Tigres de México. Otro hito en su carrera fue la final de la Copa Libertadores con Santa Fe, en la que el título fue esquivo. “Solo faltó el moñito para que fuera perfecto”.
Natalia Gaitán siente que si hoy hay más niñas y mujeres jugando a la pelota en nuestro país es gracias al trabajo que ella y sus compañeras hicieron durante años. “Siento que aporté en todo ese proceso y el cariño que he recibido desde que anuncié mi retiro lo reafirma. El piropo más bonito que me han dicho es: ‘Cuando sea grande quiero ser como tú’, y no hay nada como eso”.
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