El sueño de Leo Castro: una estrella para Pereira

A Leonardo Fabio Castro no le gustaba el colegio porque siempre prefirió pasar sus días pateando la pelota. Las horas en el salón se le hacían eternas sin poder salir a jugar con sus amigos en el barrio, en las calles de Pereira que lo adoptaron cuando su familia se fue del Tambo (Cauca) y Leo apenas tenía un año.

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Ese niño, que más que del Cauca se sentía de la tierra matecaña, es ahora el gran líder de Deportivo Pereira, que buscará su primera estrella en el fútbol profesional contra Independiente Medellín en la gran final del segundo semestre del fútbol colombiano.

Castro está en su mejor momento. Su cúspide, su madurez plena, está llegando a los 30 años. Debutó con el Pereira de sus amores a los 22 años, después de ser rechazado por Barranquilla FC, Envigado y La Equidad.

Para el cuadro matecaña no eran épocas fáciles, llevaban dos años en la B y la crisis institucional y deportiva era profunda. Sin embargo, Leo Castro, joven, potente y con olfato goleador, se cargó a cuestas el liderazgo de ese equipo. Aunque no logró el ascenso, Castro, que había llegado como jugador de prueba, fue goleador de la segunda división. Eso llamó la atención de Independiente Medellín, que lo compró esperanzado de haber adquirido a un delantero prometedor.

Sin embargo, las lesiones fueron muy crueles con el delantero, que alcanzó a figurar en el título de 2016, última estrella del Poderoso, pero que después de 2017 no pudo volver a tener continuidad por sus molestias físicas.

Mire nuestro especial: ¿A qué jugamos?: La identidad del fútbol colombiano

Fueron muchos golpes y la sentencia, a pesar de su juventud, de una carrera que parecía acabada, de un futbolista que había alcanzado su techo. Todos estaban equivocados. Leo Castro volvió a Pereira, su casa. Silencioso, pero letal. El caucano, fecha tras fecha, alentaba la ilusión de los hinchas matecañas. Este Castro no era el de 2014, era mucho mejor. Más intenso, con más experiencia, puntería y colocación. Actualmente, con 14 tantos, es el goleador de la liga.

Como Leonardo Castro, Pereira sí que merece esta final. Si en Colombia hay un equipo golpeado ese es el cuadro aurirrojo. Solo en las épocas contemporáneas, Deportivo Pereira ha tenido que levantarse de dos descensos: el primero en el 97 y el segundo en 2012. El último mucho más traumático, porque le tocó esperar siete años para volver a la A.

Todos los equipos dicen que son sufridos, pero a la afición de Pereira sí la han acostumbrado a las decepciones. Y en el amor el dolor es más fuerte. Siempre relegado a la tercera plana, a pesar de ser un equipo con tradición, los matecañas nunca han llegado más allá del tercer puesto (1952, 1962, 1966 y 1974). En 2008 y 2009 se ilusionaron, pero los cuadrangulares siempre fueron su tope.

Por eso, el proceso comandado por el entrenador Alejandro Restrepo ya es histórico en Risaralda. En primera división, Pereira nunca había llegado tan lejos. Y en eso tiene que ver mucho el estratega antioqueño, que supo ser campeón de la Copa BetPlay con Nacional el año pasado y lo despidieron intempestivamente, sin que le respetaran su trabajo. Con el cuadro matecaña, en cambio, Restrepo ha tenido más respaldo.

Para nadie ha sido un Mundial perfecto. Análisis de la primera fase.

El rival en la final será Medellín, otro equipo sorpresivo con un técnico joven, David González, que en su primera experiencia ya alcanzó su primera final. El Poderoso es otro equipo difícil, físico y explosivo arriba, con dos nueves en excelente condición (Luciano Pons y Díber Cambindo), un medio campo creativo y una defensa férrea liderada por Andrés Felipe Cadavid.

Será una final especial para Leonardo Castro, sin duda. Enfrenta a su exequipo, el lugar en el que las lesiones truncaron su proyección hacia la élite. Y será jugando con el conjunto de sus amores, el de la tierra que lo recibió.

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Ahora, él quiere devolverle a la ciudad un poco de lo mucho que le ha dado. Su carrera pudo ser más grande, sí, pero ahora Leonardo Castro tiene la oportunidad de la redención, de alcanzar la grandeza para un cuadro tan golpeado y ansioso por un título. Es el mismo sueño de ese niño que jugaba en la barriada, Leo Castro quiere una estrella para Pereira.

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A Leonardo Fabio Castro no le gustaba el colegio porque siempre prefirió pasar sus días pateando la pelota. Las horas en el salón se le hacían eternas sin poder salir a jugar con sus amigos en el barrio, en las calles de Pereira que lo adoptaron cuando su familia se fue del Tambo (Cauca) y Leo apenas tenía un año.

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Ese niño, que más que del Cauca se sentía de la tierra matecaña, es ahora el gran líder de Deportivo Pereira, que buscará su primera estrella en el fútbol profesional contra Independiente Medellín en la gran final del segundo semestre del fútbol colombiano.

Castro está en su mejor momento. Su cúspide, su madurez plena, está llegando a los 30 años. Debutó con el Pereira de sus amores a los 22 años, después de ser rechazado por Barranquilla FC, Envigado y La Equidad.

Para el cuadro matecaña no eran épocas fáciles, llevaban dos años en la B y la crisis institucional y deportiva era profunda. Sin embargo, Leo Castro, joven, potente y con olfato goleador, se cargó a cuestas el liderazgo de ese equipo. Aunque no logró el ascenso, Castro, que había llegado como jugador de prueba, fue goleador de la segunda división. Eso llamó la atención de Independiente Medellín, que lo compró esperanzado de haber adquirido a un delantero prometedor.

Sin embargo, las lesiones fueron muy crueles con el delantero, que alcanzó a figurar en el título de 2016, última estrella del Poderoso, pero que después de 2017 no pudo volver a tener continuidad por sus molestias físicas.

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Fueron muchos golpes y la sentencia, a pesar de su juventud, de una carrera que parecía acabada, de un futbolista que había alcanzado su techo. Todos estaban equivocados. Leo Castro volvió a Pereira, su casa. Silencioso, pero letal. El caucano, fecha tras fecha, alentaba la ilusión de los hinchas matecañas. Este Castro no era el de 2014, era mucho mejor. Más intenso, con más experiencia, puntería y colocación. Actualmente, con 14 tantos, es el goleador de la liga.

Como Leonardo Castro, Pereira sí que merece esta final. Si en Colombia hay un equipo golpeado ese es el cuadro aurirrojo. Solo en las épocas contemporáneas, Deportivo Pereira ha tenido que levantarse de dos descensos: el primero en el 97 y el segundo en 2012. El último mucho más traumático, porque le tocó esperar siete años para volver a la A.

Todos los equipos dicen que son sufridos, pero a la afición de Pereira sí la han acostumbrado a las decepciones. Y en el amor el dolor es más fuerte. Siempre relegado a la tercera plana, a pesar de ser un equipo con tradición, los matecañas nunca han llegado más allá del tercer puesto (1952, 1962, 1966 y 1974). En 2008 y 2009 se ilusionaron, pero los cuadrangulares siempre fueron su tope.

Por eso, el proceso comandado por el entrenador Alejandro Restrepo ya es histórico en Risaralda. En primera división, Pereira nunca había llegado tan lejos. Y en eso tiene que ver mucho el estratega antioqueño, que supo ser campeón de la Copa BetPlay con Nacional el año pasado y lo despidieron intempestivamente, sin que le respetaran su trabajo. Con el cuadro matecaña, en cambio, Restrepo ha tenido más respaldo.

Para nadie ha sido un Mundial perfecto. Análisis de la primera fase.

El rival en la final será Medellín, otro equipo sorpresivo con un técnico joven, David González, que en su primera experiencia ya alcanzó su primera final. El Poderoso es otro equipo difícil, físico y explosivo arriba, con dos nueves en excelente condición (Luciano Pons y Díber Cambindo), un medio campo creativo y una defensa férrea liderada por Andrés Felipe Cadavid.

Será una final especial para Leonardo Castro, sin duda. Enfrenta a su exequipo, el lugar en el que las lesiones truncaron su proyección hacia la élite. Y será jugando con el conjunto de sus amores, el de la tierra que lo recibió.

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Ahora, él quiere devolverle a la ciudad un poco de lo mucho que le ha dado. Su carrera pudo ser más grande, sí, pero ahora Leonardo Castro tiene la oportunidad de la redención, de alcanzar la grandeza para un cuadro tan golpeado y ansioso por un título. Es el mismo sueño de ese niño que jugaba en la barriada, Leo Castro quiere una estrella para Pereira.

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