Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Desde los cinco años le da patadas a la pelota. A la sagrada pelota que la hace feliz. “Sólo pienso en el balón y en los goles”, dice con convicción una de las anunciadas figuras de la naciente Liga Femenina, Nicole Regnier. Sin embargo, la delantera de 21 años vio frustrado su sueño de debutar en el campeonato luego de sufrir el sábado pasado una fractura de tibia posterior de su pierna derecha mientras disputaba un amistoso con Cortuluá. (La Liga Femenina, un sueño que se hizo realidad)
La jugadora del América, muy triste por este infortunio, tendrá que esperar alrededor de tres meses para volver a las canchas. Desde Cali, donde pasa su incapacidad, habló con El Espectador. (En la Liga Femenina Santa Fe también quiere ser el primer campeón)
¿Cómo va la recuperación de su lesión de tibia?
El tiempo que estaré por fuera no lo sabe nadie, sólo Dios. Los médicos dicen una cosa, las enfermeras dicen otras. Yo voy a hacer absolutamente todo para estar cuanto antes. Siento muy bien mi recuperación, estoy dedicándome de lleno solamente a esto, rodeándome de gente positiva, de mi familia, de las personas que amo. Pronto me voy a recuperar. Lógicamente, junto a mis compañeras, que se han portado increíble conmigo. Sé que muy rápido voy a estar lista.
¿Qué significa para usted el comienzo de la Liga Profesional femenina en Colombia?
Que empiece la Liga Profesional es un sueño hecho realidad para todos. Me va a tomar un poquito más de tiempo poder debutar, pero lo voy a hacer con la ayuda de Dios. Ahora simplemente les digo a mis compañeras y a mis colegas que disfruten este momento que hemos soñado desde muy niñas. Hay que disfrutarlo y hacer que esta sea la mejor liga del mundo. Para que eso sea posible necesitamos de la unión de todas nosotras por un mismo objetivo.
¿Cómo es su relación con Catalina Usme, la otra delantera del América?
Me siento bien trabajando con Cata, jugando con ella en el ataque. Nos entendemos muy bien adentro de la cancha y afuera también. Somos buenas amigas y esperamos que dentro de muy poco podamos darle muchas alegrías a la hinchada de América.
¿Cómo nació su pasión por el fútbol?
Mis papás se separaron cuando yo tenía dos años y comencé a jugar cuando tenía cinco, con mi papá en la finca. Siempre jugábamos metegol tapa y ahí ya sabía que nunca quería ir al arco, solamente quería patear y patear. Así se iban todas las tardes con mi papá. Después mi mamá se tuvo que ir a vivir a Italia y me llevaron para allá. Me separaron de mi papá, fue un momento difícil. Allá aprendí muchas cosas, de otra cultura, una que vive el fútbol con pasión. Siempre iba al estadio. Eso es lo que me mantenía viva allá, esas ganas de ir cada domingo a ver al Milán.
¿Qué formación de futbolista tuvo en Italia?
Allá no estuve en ninguna escuela de fútbol, solamente jugaba en el parque con amigos y con mi primo, que también era hincha del Milán. Vivir allá me ayudó a mi formación como futbolista y como persona. Fue aprender a ser independiente.
¿Cuando era niña le daba miedo jugar contra hombres?
Cuando uno es muy niño no hay diferencia en la parte de fuerza o velocidad. Me iba bien, hasta competía en atletismo con ellos. La primera medalla en mi vida fue de atletismo; les gané a los hombres en Milán. No me criaron con la mentalidad de que los hombres eran más fuertes o mejores en los deportes. Mis amigos del colegio casi todos eran hombres y en los recreos jugaba con ellos. De niña nunca pensé que había algún tipo de diferencia a la hora de hacer deporte.
¿En qué momento se dio cuenta de que podía triunfar en el fútbol?
Volví a los nueve años a Cali, empecé a jugar en el equipo de hombres de mi colegio. Después, cuando tenía 13, mi papá me dijo que ya tenía que entrar a un equipo de mujeres. Entré al club Atlas y me fue bien. En el primer torneo de liga fui goleadora. Me llamaron a hacer parte de la selección Valle, y ahí empezó todo. Estuve casi seis años. Me llamaron a la selección de Colombia sub-17, fuimos al Suramericano de Bolivia y clasificamos al Mundial de Azerbaiyán. Después se vino la selección sub-20, luego firmé con Atlético de Madrid, pasé al Rayo Vallecano, y ahora en América.
¿Qué percepción tienen en Europa del fútbol femenino colombiano?
La gente sabe que el fútbol femenino colombiano es fuerte. En Europa lo que ellos tienen en mente de lo que caracteriza nuestro fútbol es el balón al piso, esos jugadores diferentes. Allá, a un colombiano lo reciben bien por eso, por la alegría dentro de la cancha, porque coge la pelota y es atrevido.