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El menor de este trío de goleadores nació en Barrancas, en La Guajira, una población en la que la canícula se hace tolerable a punta de cervezas y vallenatos, y anécdotas interminables, a la sombra de un árbol o en una tienda, para huirle al sol calcinante. El de la mitad también es de una tierra calurosa, Santa Marta, la ciudad de Carlos El Pibe Valderrama, su primo segundo, el mismo que le vio algo diferente a otros niños, el que reconoció que tenía talento con la pelota en un lugar que se ha vuelto semillero histórico de Colombia: la cancha La Castellana.
Y el último, el mayor, es de Barranquilla, del barrio La Chinita, un lugar en el que había dos caminos: jugar fútbol o aprender a disparar un arma. Los tres crecieron acostumbrados a tener más pérdidas que ganancias, pero con el impulso de mejorar sus vidas y las de sus familias. Los tres recuerdan con nostalgia los comienzos en el deporte, también con alegría el instante en el que todo fue destacarse, cada uno a su manera. Luis Díaz, Jarlan Barrera y Teófilo Gutiérrez, en ese orden, para seguir con el hilo de la historia, encontraron su lugar en el mundo: el Júnior.
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Los tres son los jugadores fundamentales en el equipo que hoy en día está peleando por clasificar a la final de la Liga Águila y de la Copa Sudamericana. Los tres, costeños, comandan el ataque de la institución más representativa de la región Caribe, la que genera unión y hermandad fuera de Barranquilla. Pero más allá de lo simbólico está lo tangente, en este caso, los goles. Entre Luis, Jarlan y Teo han marcado 19 de las 32 anotaciones del club tiburón en este semestre (torneo local), es decir, el 59,3 % de los tantos del conjunto dirigido por Julio Avelino Comesaña (en la Suramericana llevan cuatro). Díaz llegó al Júnior por recomendación de ElPibe Valderrama, luego de una Copa América de Pueblos Indígenas, evento en el que fue la figura de la selección de Colombia.
“Eche, yo voy a llevarlo pa’ allá”, le dijo Valderrama a John El Pocillo Díaz, el DT de ese onceno que disputó el evento en Chile. Barrera también arribó por las negociaciones de su agente y su primo segundo, para muchos el mejor volante de la historia de nuestro país. Gutiérrez sí lo hizo mucho antes tras ser el mejor hombre del Barranquilla F.C, en el periodo 2007-2008, cuando marcó 16 tantos con 22 años.
Los tres tienen condiciones similares con el balón, toque y movilidad, y remate de media distancia, sin dejar de lado que saben moverse cuando no tienen la pelota. Eso lo identificó Comesaña, cuando los entrenó por primera vez y se dio cuenta de que una simple mirada, un gesto o un sonido era suficiente para que se comunicaran en la cancha, pues desde un comienzo mostraron memoria colectiva sin haber jugado juntos. Una prueba más del potencial, una señal para tenerlos, en la medida de lo posible, siempre en cancha.
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Los tres han estado juntos en el terreno de juego en 12 encuentros, con un saldo de siete triunfos, dos empates y tres derrotas, en otras palabras, una efectividad del 58,3 %. A pesar de las dificultades, de los buenos y malos momentos, Luis Díaz, Jarlan Barrera y Teófilo Gutiérrez podrían pasar a la historia del cuadro barranquillero si cumplen los dos objetivos: campeones en Colombia y en el continente, algo que de inmediato los haría pasar a la historia del club, por encima de Iván René Valenciano, Alexis Mendoza y el mismo Valderrama, jugadores que fueron clave en la Copa Libertadores de 1994, certamen en el que se metieron entre los cuatro mejores bajo la dirección técnica, como ahora, de Comesaña.
Y aunque hace un año le reprocharon al entrenador uruguayo la derrota en semifinales de la Sudamericana con Flamengo y en cuartos de la liga con América de Cali, la palabra proceso ha tomado su verdadero significado, pues contrario a lo que quería un sector de la hincha y de la prensa, el DT de 70 años siguió y respaldó su proceso en el triángulo ofensivo, del cual hemos venido hablando. Sí, Júnior marca muchos goles, pero recibe unos cuantos, es desordenado y comete errores. Sin embargo, hasta el momento, por rendimiento y por espectáculo es el mejor club del país, el que mejor ataca, y eso es gracias a futbolistas como Díaz, Barrera y Teo, quienes tienen como mayor arma el factor sorpresa que los convierte en una locomotora en el frente de ataque.
A borrar el mal recuerdo
El primer golpe, tolerable por ser visitante, fue en Río de Janeiro, un 2-1 aceptable por lo difícil del estadio, de la hinchada y del rival. Ese 23 de noviembre del 2017, Teófilo anotó el tanto del descuento y dejó abierta la llave contra Flamengo, el equipo que en ese entonces dirigía el colombiano Reinaldo Rueda. Después vino otro partido por fuera, esta vez en el estadio Pascual Guerrero. Empate sin goles con el América, duelo apretado y de pocas opciones. Hasta ese instante, el balance no era desfavorable, dos victorias en el Metropolitano y de corrido llegar a dos finales. Pero el 30 del mismo mes todo se empezó a desmoronar. Flamengo ganó 2-0 en Barranquilla y el sueño de la primera disputa de un título internacional se esfumó.
El 3 de diciembre, con las críticas y los reclamos ejerciendo presión, fue momento de enfrentar al onceno escarlata. Empate 2-2, con una anotación de Teo, y de una a los penaltis. Gutiérrez marcó desde los 12 pasos, al igual que James Sánchez, pero Matías Mier y Yimmi Chará desperdiciaron sus cobros para el triunfo 4-2 del visitante y la furia por la segunda eliminación en casa.
La nómina más cara del país fracasó en su doble intento, fue superada por otras más económicas, prácticas y más organizadas. Pero hoy, un año después de lo ocurrido, la dirigencia mantuvo fuerte el timón, no cedió a los impulsos y a los afanes, y con un equipo más tranquilo, con la experiencia de no caer de nuevo en el pecado del error, no solo es el favorito en la Liga Águila, sino en la Sudamericana, y gran parte de ese rótulo se debe a lo que han hecho Luis Díaz, Jarlan Barrera y Teófilo Gutiérrez, el tridente letal del Júnior de Barranquilla.
Una llave apretada
A diferencia de la serie entre el conjunto Tiburón y Rionegro Águilas, en la que el primero tiene una ventaja, el partido entre Tolima y Medellín en el estadio Manuel Murillo Toro (7:30 p.m., por Win Sports) está equilibrado. El 2-2, en el Atanasio Girardot, en lo que fue uno de los encuentros más emocionantes del semestre, le da el respaldo a cualquiera de los dos, aunque, en el papel, el actual campeón de Colombia tendría una ventaja por estar frente a su gente, en su cancha y con sus condiciones. Recordemos que en el primer semestre, en la misma fase, los pijaos se quedaron con el tiquete a la final luego de perder 1-0 en Medellín, ganar por similar marcador en su casa y definir todo en los penales (5-3).
Lo cierto es que hoy en la noche se conocerá el nombre de los dos clubes que pelearán por la estrella de final de año y Júnior y Tolima son los más opcionados.