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La última vez que lo vio fue el 29 de julio de este año, en el amistoso entre Alajuelense y Herediano. Ese día, Wilmer El Pato López fue homenajeado por una carrera exitosa y la gradería popular del estadio Morera Soto fue bautizada con su nombre. “Te mereces esto y mucho más. Felicitaciones”, le dijo José Guillermo Ortiz. El reconocimiento mutuo permanece, la amistad también, pues para ser buenos amigos no es necesario la frecuencia, basta con saber que el uno puede contar con el otro sin importar la distancia.
El Pato fue el primer entrenador del hoy delantero de Millonarios en el Alajuela Junior de la segunda división de Costa Rica, el que se dio cuenta del carácter y la picardía del delantero para jugar con hombres de más experiencia, algunos con participaciones en la selección nacional. “Un deseo de estar en todo, de correr, de tomar la pelota e ir para adelante. Eso uno lo valora, porque cualidades tienen todos, pero garra y empuje solo algunos”, dice López.
Para José Guillermo la garra fue triunfar viniendo de las adversidades, de criarse en la región de Upala (pasó su infancia en Canalete, pero nació un pueblo llamado La Uruca) fronteriza con Nicaragua, una zona ganadera y agrícola, también de mucha pobreza y precariedad. “Siempre hablaba de su tierra, de su gente, de su familia. Una humildad no solo material sino espiritual, y eso es lo importante en un deportista. Que sepa de dónde viene para saber hacia dónde va”, comenta Wilmer.
De hecho, hace un mes, cuando la lluvia arremetió contra esa zona, cuando las casas se inundaron y las personas tuvieron que refugiarse en albergues (el gobierno costarricense declaró alerta amarilla) Ortiz, altruista, generoso, organizó una colecta de ropa, víveres, comida no perecedera y todo lo que fuera necesario para ayudar a sus conocidos, a quienes se han visto obligados a cumplir de manera rigurosa la dieta de la pobreza.
“No quiso que los medios se enteraran de eso. Supe lo que quería hacer porque me comentó y no dudé en darle una mano. Y eso siempre ha sido algo característico de él: no ufanarse de las buenas acciones, tampoco de los goles y las grandes actuaciones”. López también recuerda el día que lo dejó fuera de la titular en un encuentro contra la Asociación Deportiva San Carlos, pues llegó 15 minutos tarde al entrenamiento previo al partido. “Ya le había dicho que era inicialista, pero por ese retraso lo dejé en la banca”. Pero, ¿por qué un hombre de su disciplina no se presentó a tiempo? “Se quedó dormido y de la manera más noble me pidió disculpas, me dijo ‘profe, no me haga eso, por favor’, pero la decisión estaba tomada”.
En su camino al profesionalismo, Ortiz también se cruzó con Cristian Oviedo, primero como compañero, luego como entrenador. De hecho, fue el mismo Oviedo, junto a los demás compañeros, el que le cortó el pelo tras su debut con Alajuelense en 2012. “Estaba todo enojado porque se veía orejón. Me acuerdo que dijo que se iba a operar para que no se le notaran tanto”. Después de eso dejó de ser callado, tan introvertido y empezó a poner música a todo volumen en el camerino, y a ser bromista con los demás, y se integró en cuestión de semanas. Claro, su desempeño en la cancha lo respaldaba.
“No es por exagerar, pero cuando estaba conectado, cuando estaba inspirado era Ortiz y 10 más”. Por eso fue tan doloroso para la hinchada de Alajuelense que se fuera para Herediano, y por eso el sector más radical de la fanaticada lo presionó, incluso lo increpó, por la fuerza que tomaba el rumor de su partida. Él, mientras tanto, decía que no había firmado nada, pero que si llegaba una mejor oferta sería imposible rechazarla. “Lo querían tanto que ese exceso de cariño pasó el umbral y todo fue rencor. Al punto que Guilherme Farinha, el DT de ese entonces, prefirió alejarlo del grupo para protegerlo. Ni siquiera lo convocaba. Estaba siendo figura, pero tocaba cuidarlo de las pasiones excesivas y dañinas que puede generar el fútbol”, dice Oviedo.
Por fortuna arribó primero al D.C United de los EE. UU., jugó 18 partidos, marcó dos goles, no se acomodó en la MLS y regresó a Costa Rica para unirse a Herediano. “Le fue bien, como a lo largo de su carrera, sumó 19 tantos y de seguro eso llamó la atención de Jorge Luis Pinto, un DT que conoce bien el torneo de nuestro país y por eso ahora está con Millonarios. Creo que lo hará muy bien, no en vano ya se estrenó y festejó dos veces”. José Guillermo es un buen ejemplo, como la mayoría de futbolistas de latinoamérica, de la vida dura, de que arriesgar cuando no se tiene nada, pero se quiere todo, en el fondo, no es arriesgar. Y de que nunca, pero nunca hay que rendirse porque en la vida, realmente, todo es ganancia.
Correo: icamaya@elespectador.com