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Cuando el nerviosismo llegaba a su punto más alto y los penales parecían ser la única vía para desequilibrar una final tan pareja, la suerte que todo campeón necesita se edificó en la rodilla de Carlos Bacca, porque en ella rebotó el balón para irse al fondo del arco de Equidad.
Ese gol, el tercero de Júnior, a cuatro minutos del final, sentenció el destino del Apertura, porque el 3-1 a favor de los rojiblancos les permitió celebrar, con demasiada angustia, la sexta estrella.
Dos ‘Metropolitanazos’ en un año no podía soportar Barranquilla, ni la Costa Atlántica en general, y de la decepción que se vivió en el primer semestre de 2009, el miércoles en la noche fue todo júbilo y aparte del título, la celebración tuvo un moño: el galardón de goleador del torneo para Bacca, que igualó en 12 festejos a Carlos Rentería.
Un error y una genialidad marcaron el desequilibrio en cuestión de minutos porque al 11, un mal rechazo del arquero visitante, Nelson Ramos, quien venía siendo lo más Seguro de Equidad, le permitió a Bacca emparejar la serie. Empezaba entonces otro partido demasiado temprano y el impulso rojiblanco pudo más que la reacción del equipo bogotano, gracias a Víctor Cortés, que se inventó una jugada digna de final.
Siete minutos después de la apertura del marcador, El Curu recibió la pelota en tres cuartos de cancha, convirtió a dos rivales en conos de entrenamiento y con un zurdazo bajaba la sexta estrella para que iluminara al Metropolitano.
Dos a cero y ya se escuchaba el grito de campeón entre la afición ñera cuando no se promediaba ni la inicial. Y tanta euforia relajó a los dirigidos por Diego Umaña, que le dieron al rival la iniciativa, el terreno y lo que menos se le puede prestar: la pelota.
Equidad fue un solo equipo en la cancha, pero sin la suficiente profundidad para buscar el descuento que al menos devolviera la opción de los penales, aunque al minuto 31, una decisión del árbitro Wílmar Roldán pudo cambiar el destino del juego.
Los antecedentes localistas del árbitro antioqueño renacieron en el gramado barranquillero y el fantasma de aquella jugada de gol anulada a Chicó contra América en el Pascual, revivió cuando Román Torres derribó en el área rojiblanca a Carlos Rentería y el central, de frente a la jugada, en lugar de señalar el punto blanco determinó tiro de esquina, ante el reclamo de todo el banco asegurador.
El silencio en el estadio confirmó que muchos vieron la infracción, menos él, pero la sensación de temor se extendería hasta el pitazo que envió a los equipos a las duchas y el más aliviado con el intermedio fue Umaña, para así poder despertar a sus dirigidos.
Los 15 minutos le resultaron insuficientes al DT para la reacción, la que sí le sobró a Equidad, porque al segundo del complemento, luego de que Sherman Cárdenas hiciera lo que quisiera con Torres y un centro medido del santandereano encontrara la cabeza de Leonardo Castro, que descontaba para dejar la final sin dueño.
Tiempo había para que cualquiera de los dos buscara la estrella y entre la imprecisión local y la aplicación aseguradora, fueron transcurriendo los minutos y ya en el límite, Júnior tuvo la fortuna a su lado cuando un rebote terminó en el gol que amplió la diferencia y convirtió el Metropolitano en un verdadero Carnaval.